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José Antonio Ruiz: “Tierra Santa es el mapa de la salvación”

Hace 65 años abría sus puertas en Jerusalén la Casa de Santiago, la institución eclesial española más antigua en Oriente Medio. Hoy en día, esta institución, dependiente de la Universidad Pontificia de Salamanca, sigue siendo un referente en la investigación bíblica y arqueológica.

Maria José Atienza·30 de julio de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos
Excavación arqueológica llanura Sur de Akko 2

Fotos: ©Instituto Español Bíblico y Arqueológico

Lo que hoy conocemos como Instituto Español Bíblico y Arqueológico / Casa de Santiago nació en 1955 por iniciativa de Maximino Romero de Lema, entonces rector de la Iglesia española de Montserrat, de Roma, que junto con un grupo de sacerdotes estudiosos de la Sagrada Escritura decidió fundar este centro de la Iglesia española en Tierra Santa, con el objetivo de potenciar la investigación bíblica y arqueológica. De esta forma nació esta institución religiosa y académica, bajo la autoridad episcopal del Patriarca Latino de Jerusalén, bajo el patrocinio intelectual de L ́Ecole Biblique de Jerusalén, y con la ayuda de la Custodia Franciscana y del Consulado General de España. Hace pocos meses, el sacerdote Juan Antonio Ruiz Rodrigo asumía la dirección del Instituto Español Bíblico y Arqueológico.

IEBA Director
Juan Antonio Ruiz Rodrigo

Una institución que, como él mismo destaca, “ha realizado una importante contribución a los estudios bíblicos en España. Así, la mayoría de los expertos españoles en exégesis y arqueología bíblica han sido residentes de esta Casa. Estudiosos pioneros sobre los manuscritos del Mar Muerto fueron miembros de este Centro; y grandes especialistas en este campo, editores de los documentos de Qumrán de reconocimiento internacional, están vinculados a nuestro Instituto”.

Algo más que un centro de estudio

Desde su fundación hasta ahora, destaca su director, la Casa de Santiago “no ha dejado de abrir sus puertas. Hoy acoge no sólo a sacerdotes, sino también a profesores especialistas en los estudios bíblicos y a estudiosos de la Biblia y arqueología u otras disciplinas como Liturgia, sean clérigos o seglares, hombres o mujeres”.

Su situación, además, permite a quienes estudian o residen en la Casa de Santiago entrar “en contacto directo con los centros académicos especializados de Biblia de la ciudad y, en general, con el ambiente cultural y religioso de Israel. Nuestro Centro ha pretendido ser, desde el inicio, un hogar acogedor, un lugar de encuentro y un ambiente propicio para el estudio y la investigación entre los biblistas y arqueólogos españoles.

Cada año acoge a sacerdotes de distintas diócesis españoles, religiosos y laicos, matriculados en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, en la Universidad Gregoriana o en otras universidades españolas, que eligen este Centro para trabajar en sus interesantes estudios exegéticos y poder disfrutar de una estancia en la ciudad de Jerusalén”.

Vocación de diálogo

La misión de la Casa de Santiago no se reduce a ser un simple lugar de estudio o residencia. Esta institución “nació con una vocación de diálogo entre la fe y la cultura”, como señala Juan Antonio Ruiz Rodrigo, “este diálogo es el verdadero reto que se plantea hoy a la Iglesia. Ésta se ha visto siempre más excluida desde el punto de vista cultural, porque, erróneamente, la cultura de la iluminación se ha considerado la única portavoz de la racionalidad científica y filosófica. Pero esto significa olvidar el papel insustituible de la Iglesia en el progreso del pensamiento humano durante dos milenios”.

IEBA fachada
Fachada Casa de Santiago

En esta línea, continúa Ruiz Rodrigo,  “el  cristianismo es la religión del Logos, es decir, de la Palabra en el sentido de la razonabilidad de Dios y, por tanto, la razonabilidad de toda la realidad. Dios también es Logos, es decir, Palabra que funda la realidad con significado, y Palabra que busca y se ofrece al hombre para el diálogo. Particularmente, la Biblia ha sido un campo fecundo de este diálogo entre fe y cultura, porque el estudio de la Biblia requiere conocimientos lingüísticos, históricos, arqueológicos, hermenéuticos, literarios, etc. La Iglesia ha rechazado siempre una lectura fundamentalista, irracional, y ha promovido el estudio científico de los textos de la Escritura, ya desde el inicio (como Orígenes y S. Jerónimo), porque si la Biblia es Palabra de Dios en palabras humanas, los dos polos: divino y humano, requieren ser estudiados con profundidad, cada uno según sus propios métodos, en un diálogo fecundo”.

Pisar la Tierra de Jesús

Evidentemente, el panorama de estudio cambia completamente cuando hablamos de la investigación en la misma tierra en la que sucedieron los hechos. No en vano, el actual director de la Casa de Santiago subraya que es “enormemente enriquecedor poder estudiar y enseñar la Sagrada Escritura en Tierra Santa. Sólo aquí se pueden encontrar los colores, los paisajes, los perfumes, las diferencias climáticas o geográficas, que recorren las extensas páginas de la Biblia. Además, el estudio de la Biblia en Jerusalén presenta también otras ventajas: es impresionante indagar sobre las fiestas judías aquí, donde desde hace miles de años se conservan determinadas tradiciones, muy presentes en la Sagrada Escritura. Entender la cultura semítica es mucho más fácil aquí, inmersos como estamos en este mar de pueblos semíticos. Jerusalén ofrece la posibilidad de confrontarse con el mundo cultural del judaísmo contemporáneo, con su exégesis bíblica, en los lugares mismos en los que es elaborada”. 

Una tierra castigada

Juan Antonio Ruiz Rodrigo vive día a día las tensiones que azotan esta zona de Oriente Medio, una de las más castigadas por los continuos conflictos entre israelíes y palestinos y que, sin embargo, tiene uno de sus pilares económicos en el turismo, especialmente el turismo religioso cristiano.

La pandemia, que se encuentra ya prácticamente controlada en la zona, ha supuesto un grave problema para este sector y el Instituto Español Bíblico y Arqueológico no ha sido ajeno a las consecuencias del Covid19: “la actual situación sanitaria impide la llegada de profesores y alumnos a los centros académicos especializados para poder llevar a cabo sus proyectos bíblicos y arqueológicos”, subraya Ruiz Rodrigo, “sin embargo, a pesar de la dificultad de esta situación, hemos intentado vivir este tiempo con esperanza, intentando crear nuevas actividades que se puedan llevar a cabo en nuestra Institución”.

A ello se suman las tensiones vividas en las últimas semanas en la zona. Sin embargo, como apunta Ruiz Rodrigo, “después de tantos años de desencuentros y ríos de sangre, de odios acumulados y del desarrollo de unos acontecimientos ensimismados en numerosos intereses políticos y económicos, vale la pena seguir luchando por una paz estable en Tierra Santa, que permita el desarrollo de su cultura, de sus pueblos y de sus gentes. Estoy convencido de que el objetivo de la Iglesia es buscar la paz, sobre todo aquí en Tierra Santa”.

El director de la Casa de Santiago tiene muy claro que las instituciones de la Iglesia presentes en la tierra de Jesús “debemos trabajar por la paz, e invitar a los demás a estrechar lazos de fraternidad. Así, cualquier palabra o gesto que lleve al odio o al enfrentamiento no será buena palabra y no ayudará a este proceso de paz. Por tanto, nuestro deber es trabajar por la reconciliación en Oriente Medio, y esto sólo lo puede favorecer el diálogo, sin posturas que lleven a la confrontación”.

Cristo ha vivido una historia y una cultura, ha asumido una determinada geografía, ha pisado un territorio concreto, que es el de la Tierra Santa.

Juan Antonio Ruiz Rodrigo. Director del IEBA

Peregrinos tras las huellas de Cristo

Recorrer los mismos lugares donde sucedieron los hechos históricos de la Salvación supone un antes y un después para cualquier cristiano que visita Tierra Santa. En este sentido, el director del Instituto Español Bíblico y Arqueológico se muestra convencido de que “es un viaje único para cualquier cristiano, porque es el lugar de la Encarnación de Dios. Si la Biblia nos presenta una historia de la salvación, la Tierra Santa es la geografía de la salvación, porque esa historia tiene su referente concreto en estos páramos y desiertos, en los rincones y recovecos de esta Tierra Santa, tantas veces herida. Sin la referencia a la Tierra Santa, la misma promesa de Dios a Abraham no es concebible. Tierra Santa da concreción a la Palabra de Dios, permitiéndole una forma de encarnación, incluso antes de que el Verbo de Dios se hiciera carne en Jesús de Nazaret. También Cristo ha vivido una historia y una cultura, ha asumido una determinada geografía, ha pisado un territorio concreto, que es el de la Tierra Santa”

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