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“Hay que reconstruir la dignidad de estas personas y pensar en el largo plazo”

En Polonia, la española Begoña Herrera impulsa actividades y proyectos para atender y dignificar a los refugiados, en especial mujeres y niños, que llegan huyendo de la guerra en Ucrania. Un ejemplo de la implicación social de los polacos ante el sufrimiento de sus vecinos.

Maria José Atienza·9 de marzo de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Foto: @jakwdomu.help. Una de las familias que lograron salir de Ucrania gracias a esta iniciativa.

Begoña Herrera, española, lleva en Polonia media vida. Allí desarrolla, desde hace años, proyectos relacionados con la mujer y la moda con ProStyle. Hace unas semanas, el mundo daba la vuelta y un país entero se movilizó ante la llegada de sus vecinos ucranianos, asediados por los ataques del ejército ruso.

Más de un millón de personas han cruzado ya la frontera a Polonia, y aún se esperan más. Una situación que llevó a Begoña, junto con un grupo de amigas y colaboradoras, a utilizar su know how y sus contactos para ayudar a quienes huían de la guerra.

Lo que empezó siendo una llamada para donar ropa nueva con la que alegrar y dignificar a las mujeres y chicas que pasaban con una escasa maleta la frontera, se fueron sumando otras iniciativas: transporte, productos básicos, acogida.

Sentirse «como en casa»

A través de una cuenta en Instagram @jakwdomu.help (jakwdomu significa en polaco literalmente “como en casa”) va dando cuenta de la labor que, en solo unas semanas, se ha realizado con ya cientos de personas y los proyectos que quieren poner en marcha.

Polonia es el país que más huidos está acogiendo, y lo hace sin campos de refugiados. Una vez llegan a territorio polaco, se les aloja en estaciones de transportes, naves industriales, pabellones en colegios y residencias. Algunos tienen familiares y conocidos allí o en otros lugares de Europa y son pocas las horas que pasan en estos improvisados albergues.

Países como España, Italia o Francia ya reciben grupos de refugiados a través de organizaciones civiles, ong´s y organizaciones religiosas. Sin embargo, muchos de ellos aún tienen por delante un largo tiempo en tierra polaca: “Por eso es necesario poner en marcha proyectos con los que puedan salir adelante, al menos al principio” señala Begoña. De hecho, las autoridades ya estiman que un elevado porcentaje de quienes han pasado la frontera no volverán a sus lugares de origen en varios años. Esto, como destaca Begoña “hace que tengamos que pensar en el largo plazo, qué va a pasar con estas personas en unos meses o en unos años”. 

Mujeres y niños

Un porcentaje muy alto de quienes buscan refugio en Polonia son mujeres y niños, por esta razón, los proyectos que Begoña y su grupo de colaboradores quieren poner en marcha tienen a estos dos grupos como principales destinatarios. “En las próximas semanas vamos a empezar unos grupos de madres y de atención de niños. Para ellas, vamos a empezar con unas sesiones de artesanía, accesorios y costura, productos que luego puedan vender online y que les permita tener ingresos propios. Por dos cosas, lo primero por recuperar la dignidad perdida: han abandonado sus casas y sus trabajos y ahora no pueden hacer nada; por otro lado, porque su moneda no vale nada, el dinero que hubieran podido sacar de allí se ha devaluado muchísimo.”

Otro de los proyectos viene de la mano y la ayuda de Santi, el ilustrador conocido como SAMLO, con el que se van a crear grupos de niños, que aún no hayan podido ser escolarizados, con el fin de realizar con ellos talleres artísticos, que les ayuden a desarrollar su imaginación. “Cuando llegan, lo único que tienen es el móvil, o la tablet y se pasan las horas pegados a las pantallas”, señala Begoña, “gracias a Santi y su movilización, viene cargado de materiales para los trabajos con estos niños”.

Una chica que ahora está aquí tiene dos doctorados, uno de ellos en Filología Polaca; hace unas semanas estaba dando clases en la Universidad, hoy es una refugiada.

Begoña Herrera

La idea es, sobre todo integrar a quienes se encuentran en una situación de completa desvinculación. “Vemos que, gracias a Dios, en los centros la gente está acogida, puede dormir bajo un techo, pero no hay un clima positivo. Las personas están apaleadas interiormente por la guerra. Son muchas personas juntas en un sitio, pero no están unidas. La guerra provoca dos reacciones completamente opuestas: la de encerrarse en uno mismo o la de darse a los demás y tenemos que dar la oportunidad a lo segundo”.

Muchas de las personas que han cruzado la frontera, apunta Begoña “vienen incluso con sus portátiles, con la idea de trabajar desde donde puedan, pero sus empresas ya no existen. Por ejemplo, una chica que ahora está aquí. Tiene dos doctorados, uno de ellos en Filología Polaca; hace unas semanas estaba dando clases en la Universidad, hoy es una refugiada. Son personas que, de repente, han perdido su identidad. Hay que ayudarles a encontrar su dignidad”. Por esa defensa de la dignidad es por la que, por ejemplo, piden donaciones de ropa nueva, “que recogemos y pensamos a quién podemos dar personalmente, que la chica que reciba, por ejemplo, un abrigo, se sienta ella, le guste, que no se sienta una refugiada”, destaca Begoña. En este sentido, señala agradecida la donación que Two Thirds una marca de fabricación textil ecológica, les ha enviado con este motivo.

Por el momento, cuentan con la colaboración de muchas personas. Diversas escuelas impulsadas por la Asociación Sternik se han unido a este proyecto aportando instalaciones para almacenar cosas o la labor de muchos voluntarios.

“Hay que empezar a pensar en el futuro”, subraya Begoña, en qué va a ser de todas estas personas, cómo pueden iniciar una vida nueva, con un trabajo, con una responsabilidad… que vuelvan a ser ellas mismas. Recibir los primeros días es vital, pero, llegado un momento, todas las personas necesitamos saber que somos valiosas, útiles”.

Una tarea para la que se necesitará la implicación de toda la sociedad, no sólo la polaca, y no ha hecho más que empezar.

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