Un tweet de la tribu (nación) Tk’emlups del pasado 27 de mayo sobre el “descubrimiento” de 215 tumbas de pupilos de un antiguo internado en la Columbia Británica canadiense desencadenó un tsunami noticioso. La serie de noticias y acontecimientos incluye la quema de iglesias y la anunciada visita del Papa a Canadá. Francisco pediría perdón por el papel de los católicos en abusos históricos colonialistas con respecto a los indígenas canadienses. El 1 de febrero se supo que una delegación de obispos y líderes autóctonos canadienses se encontrarán en Roma con el Papa a fines de marzo para preparar esa visita.
El 8 de junio de 2021, en Omnes, comparé las desapariciones canadienses con las argentinas de los años 1970. Desafortunada comparación. El historiador canadiense Jacques Rouillard dice que todavía no se ha probado que ningún estudiante indígena haya sido asesinado en ese internado de Kamloops, B.C. Ni, tampoco, que autoridades educativas, políticas o religiosas hayan premeditadamente matado a pupilos en los 130 internados para autóctonos, que funcionaron desde mediados del siglo XIX hasta finales del siglo XX.
En 2008 el primer ministro Stephen Harper pidió perdón en nombre del gobierno y de los demás partidos en el parlamento por esos internados. Y ese año se estableció la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) para investigar el sistema de internados. La Comisión reunió siete mil testimonios de los que llamó “sobrevivientes” y en 2015 estableció el Centro Nacional de la Verdad y la Reconciliación (CNVR), publicando un informe en seis volúmenes que recoge testimonios, documentación histórica, ideología indigenista y recomendaciones concretas, como por ejemplo que el Papa venga a Canadá a pedir perdón. La CVR concluye que el sistema de internados equivalió a un “genocidio cultural”. El informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de 2015 es un j’accuse voluminoso – pero nunca menciona asesinatos de estudiantes.
El historiador Jacques Rouillard duda que haya habido homicidios de estudiantes
Omnes ha entrevistado en Montréal al profesor emérito de historia de la Université de Montréal, Jacques Rouillard, de 77 años de edad. Rouillard es como el niño del cuento de Andersen, El traje nuevo del emperador, en el cual ese chico grita: “¡Pero si el emperador va desnudo!”. Ofrecemos la entrevista íntegra a continuación:
¿Fueron enterrados sin nombre 215 jóvenes en el cementerio de la reserva indígena de Kamloops entre 1890 y 1978?
–Me sorprendería enormemente. Habrá que excavar para saberlo. La antropóloga Sarah Beaulieu hizo un análisis del suelo con un “georadar” sobre la superficie y se dio cuenta de deformaciones. Pero ese aparato no le puede permitir saber si hay cuerpos de chicos en el suelo. Desde los años 1990 se transmiten entre los aborígenes esos rumores de niños enterrados en fosas comunes por los religiosos y de maltratos en esas escuelas. Yo creo cada día menos en eso: al menos hasta que no se hayan desenterrado los restos para ver si es verdad. El CNVR ha indicado los nombres de 50 alumnos fallecidos en el internado de Kamloops. Diecisiete murieron en el hospital y ocho a consecuencia de accidentes. En cuanto al lugar de enterramiento, 24 están enterrados en el cementerio de sus reservas indígenas y cuatro en el cementerio autóctono de la reserva de Kamloops. Para el resto, faltan informaciones o hace falta consultar certificados de deceso completos en los Archivos de la Columbia Británica. Pero no se puede hacer nada con los desconocidos: ¿cómo quiere usted investigar dónde pueden estar enterrados alumnos que no tienen nombre? El informe de la CVR utiliza una metodología defectuosa para contar las muertes.
Todo esto forma parte de la historia francocanadiense, porque misioneros del Canadá francés fueron al oeste. Y son acusados de un acto criminal que sería el peor crimen colectivo de la historia canadiense. Es imposible que comunidades religiosas hayan cometido un crimen así. No tiene ningún sentido. Los medios no están manifestando un sentido crítico.
¿Es verosímil que esos niños de Kamloops hayan muerto y hayan sido enterrados sin avisar a sus padres y sin registro de defunción?
–No. Esa historia es literalmente inverosímil. Los jefes de la banda o los padres se habrían quejado. No son gente que se calla. Habrían ido al Ministerio de Asuntos Indios, a la policía, son familias tan interesadas en la suerte de sus niños como cualquier otra familia. Esta idea de fosas comunes de niños desconocidos muertos sin que sus padres hubieran reaccionado me parece del todo descabellada: tout à fait farfelu.
Un escritor y archivista de la provincia de Alberta, Éloi DeGrâce, me envió el siguiente email:
“Trabajé como archivista de los Oblatos de María Inmaculada, de las Hermanas de la Providencia, y del Arzobispo, en Edmonton, Alberta. La CVR nunca consultó esos archivos. Sin embargo, están llenos de documentos importantes. En las crónicas que copié en mi ordenador pude escribir todos los nombres de los alumnos fallecidos en la escuela, en la casa o en el hospital de cinco escuelas para indígenas de la provincia de Alberta. Hasta anoté los nombres de los antiguos alumnos fallecidos; las Hermanas estaban muy ligadas a sus antiguos alumnos y cercanas a las familias en el duelo. Es un tema importante porque se dice que los niños ‘desaparecieron’ sin dejar rastros. Las cinco escuelas de Alberta de las que yo tengo crónicas, estaban en las reservas y los padres llevaban sus niños ahí. Cuando un niño enfermaba gravemente, los padres eran a menudo informados. Las crónicas demuestran bien que los muertos eran llevados al cementerio de la misión. Nada de secretos. Las cinco escuelas que yo estudié no tenían un cementerio particular. Como esas escuelas estaban en las reservas, nunca fue cuestión de ‘arrancar’ a los niños de sus familias. No creo en los niños desaparecidos ni en las fosas comunes. Creo que era imposible que un niño desapareciera. Había un registro. El gobierno sabía quién iba a la escuela. El médico y el ‘agente de la reserva’ debían autorizar la admisión de un nuevo alumno. Y había mucha inspección de todo tipo durante el año: inspector de escuela, médicos, enfermeras, agente de la reserva, funcionarios de Ottawa. Si hubiera faltado un solo alumno, se hubiera sabido. Y en Alberta, los padres tenían libertad para enviar a sus hijos o no. Los padres sabían lo que sucedía en la escuela. Los padres de los alumnos que iban a las escuelas se habían graduado de ellas. Si ellos hubieran recibido malos tratos, ¿por qué habrían enviado a sus propios hijos a esas instituciones?”
Usted es un historiador profesional: ¿qué medios piensa que se deberían utilizar para aclarar este tema?
–Primero, la comunidad indígena de Kamloops debería ir a la policía para que encuentren los culpables de ese crimen horrible; si un crimen semejante hubiera sucedido en cualquier otro lugar de Canadá, se habría ido a la policía para verificar quiénes son los culpables y llevarlos a juicio si hace falta. Por tanto en este drama de los internados habrá que identificar a los culpables con una investigación policial.
En el caso del pensionado de la Primera Nación Cowenesess en Marieval, provincia de Saskatchewan, fundado en 1899, ¿de quiénes son las tumbas de 751 personas enterradas ahí?
–Ese cementerio católico es conocido por la gente de la zona. No se debería insinuar que niños han desaparecido y están enterrados ahí, sin desenterrar los restos primero, e investigar. Se sabe que en esas tumbas hay muchos adultos enterrados. Yo consulté las actas de matrimonios, bautismos y defunciones durante un período de esa misión católica. Están disponibles. No se puede insinuar que hay niños “desaparecidos” enterrados en ese cementerio. Es inexacto. Es posible que algunos alumnos estén enterrados ahí, así como adultos de todo tipo, incluyendo a religiosas y sacerdotes, y bebés. Parece ser que las cruces de madera que antes existían en ese cementerio fueron quitadas en los años 1960 por estar muy deterioradas.
En Williams Lake, British Columbia, 93 sepulturas no identificadas habrían sido descubiertas cerca de un antiguo internado, Saint Joseph’s Mission (1891-1981). Whitney Spearing, que dirige la investigación, y el jefe de banda Willie Sellars hacen gravísimas acusaciones a los antiguos sacerdotes y religiosas…
–Se trata de misioneros salidos de Québec en su mayor parte. Es el cementerio de esa misión católica. Pero una vez más se trata de investigaciones preliminares. Que llamen a la policía, para descubrir a los autores de ese crimen, y que excaven. Los indígenas ahí han llegado a sus propias conclusiones. Mais en soi, que comunidades religiosas sean responsables de crímenes tan horribles como de tirar a niños muertos en fosas comunes, esa matanza es inimaginable. No tiene sentido. Que lo prueben. No hay ninguna prueba. Nadie ha sido inculpado. No hay nombres de chicos. No hay nombres de padres de niños presuntamente desaparecidos. Todo es muy vago. Me parece que con todas estas historias existe un anticatolicismo primario.
En su informe de 2015, la CVR identificó tres mil doscientos fallecimientos de estudiantes en los internados en casi siglo y medio. Pero esa Comisión no pudo hallar los nombres de un tercio de esos alumnos; y no pudo averiguar la causa de defunción de la mitad de ellos (o sea de 1600). ¿Por qué hubo alumnos fallecidos sin nombre?
–Hubo un error metodológico. Contaron dos veces a los niños difuntos. Yo lo explico en mis artículos: Où sont les restes des enfants inhumés au pensionnat autochtone de Kamloops? ((DOC) Kamloops pensionnat | Jacques Rouillard – Academia.edu) y In Kamloops, Not One Body Has Been Found – The Dorchester Review)
El número de niños fallecidos está por lo tanto inflado. Es por eso que la Comisión sólo pudo encontrar los nombres de 32 % de esos niños difuntos: porque están contados dos veces. Ahora buscan a esos niños “desaparecidos” en los cementerios cercanos a los internados. Es una hipótesis falsa desde el principio. El objetivo de la CVR no era propiamente histórico científico, sino que era demostrar que las quejas indígenas estaban sustanciadas, que los abusos habían tenido lugar. No es historia objetiva de los internados. La CVR presenta una imagen ultra crítica de la historia de los internados, y del rol de las comunidades religiosas, del rol del gobierno canadiense.
Hay que tener en cuenta que en el Canadá inglés de fines del siglo XIX se había legislado la obligatoriedad escolar y que por tanto las autoridades quisieron extender esa obligatoriedad a los nativos de entre 6 y 15 años de edad. El gobierno canadiense a partir de 1890 creó los internados porque había indígenas muy dispersos que no podían asistir a clase en escuelas normales, y estableció la obligatoriedad de asistir a ellos. No era quizás la mejor manera de educarlos. Los chicos que deben ir tienen entre 6 y 15 años. Parece algo inhumano. Tendrían que haber dejado a los padres la libertad de enviar a sus hijos o no. Hubiera quizás sido la mejor solución. El objetivo del gobierno era asimilarlos a la sociedad canadiense. Hoy se le reprocha eso, y los líderes indígenas piden y obtienen del gobierno federal compensaciones financieras más que millonarias por esa razón, y por haber perdido sus culturas y modos de vida. Y piden cada vez más dinero en compensación, también a la Iglesia católica. Van a pedir compensación financiera también al Papa. Sugiero la consulta de un documento sobre las reivindicaciones legales indígenas. Miles de millones de dólares están en juego, y hay un gran beneficio para algunos abogados canadiense: Tom Flanagan, FISCAL EXPLOSION – Federal Spending on Indigenous Programs, 2015–2022.
¿Encuentra usted en sus investigaciones que las autoridades y los misioneros quisieron sofocar las culturas autóctonas?
–Sí. Pero de ahí a hablar de “genocidio cultural”, como hace la CVR, es discutible. Prefiero utilizar las expresiones “asimilación” e “integración”. Se intentó la asimilación del indígena a la cultura de origen europeo, al idioma inglés o francés, a enseñarles a fin de cuentas a hablar y a escribir en esos idiomas, a contar. Ese era el papel de las escuelas. Pero tuvieron como efecto el de sofocar las culturas y lenguas autóctonas. No los querían excluir, como quisieron los estadounidenses blancos con los negros. Tuvo como consecuencia el de sofocar sus modos de vida, sus culturas, sus lenguas. Hoy en día, cuando la educación está en manos de los indígenas, los alumnos también aprenden a escribir en inglés, a contar, etc., y se añaden, y está muy bien, materias de historia y lengua indígenas. Pero realísticamente no pueden volver a sus lenguas originales. Porque no pueden funcionar en el mundo moderno así. Es imposible.
Perdieron, entonces, una parte de sus culturas. Pero, ¿podría haber sido de otro modo? ¿Podrían habérseles enseñado también sus lenguas y sus historias? Sí. Hubiera sido más respetuoso. Pero hay una gran diferencia con el tratamiento en Estados Unidos durante mucho tiempo de la colectividad negra: ahí intentaron excluirla. En Canadá desde el siglo XIX no se intenta excluir sino integrar a los indígenas lo más rápidamente, con los valores y las lenguas dominantes. Se concentraron en los jóvenes. Los misioneros tenían como objetivo instruirlos y convertirlos.
Hasta la década de los 1990 la mayoría de los indígenas tenían una opinión favorable de los internados. Pienso que un “complotista” que puede haber contribuido a la situación actual es Kevin Annett, un ex-pastor protestante canadiense, denunciado por la Iglesia Unida de Canadá (ver Kevin Annett and the United Church).