Isabel Fernández Abad es historiadora del arte. Su vida profesional y su formación han discurrido entre la gestión cultural y la docencia. Actualmente es presidenta de Nártex, una asociación que «desarrolla iniciativas orientadas a profundizar en el auténtico sentido del arte cristiano, descubriendo al público su entidad artística y su valor teológico y devocional». Además, es profesora de secundaria y madre de 5 hijos.
¿Cómo y por qué nace Nártex?
-Nártex nace de la inquietud compartida con algunos compañeros de formación por contar todo lo que verdaderamente hay detrás de una obra de arte de temática religiosa, todo eso que habitualmente desaparece entre fechas, técnicas, curiosidades y otros datos históricos que, sin dejar de ser importantes, ocultan el auténtico mensaje y finalidad de la obra. Los que hoy configuramos el equipo directivo fuimos providencialmente coincidiendo en distintos entornos y poco a poco fuimos trabajando y ampliando las distintas áreas que abarca hoy nuestra asociación.
La primera de todas y la que define la identidad de Nártex fue el área de los proyectos de verano: se trata de pequeñas comunidades de guías voluntarios que durante el verano se ponen a disposición de los visitantes en distintos templos para ofrecer una acogida cristiana viva y una visita guiada desde la fe. Estos proyectos se realizan hoy por toda Europa y se organizan en el marco de la federación europea Ars et Fides y de las asociaciones jóvenes A.R.C., entre las que nos encontramos.
Cada vez más, la falta de formación en humanidades hace que muchas personas visiten templos y «no entiendan» lo que ven. ¿Cómo recuperar el sentido catequético del arte?
-Es cierto que cada vez el desconocimiento de nuestra fe y de todo lo que la rodea es mayor, no solo cuando hablamos de Historia Sagrada, sino también cuando ignoramos todos los avatares de la historia en los que la fe ha tenido un papel esencial y definitorio. Pero si bien esto podría ser un hándicap, en realidad no hace sino más interesante y sorprendente lo que desde Nártex ofrecemos, un auténtico acercamiento a la fe vivido a través de una de las manifestaciones más bellas de esta: el arte.
Al mismo tiempo, con este panorama ¿tiene más sentido que nunca fomentar la «via pulchritudinis»?
-Es cierto que hoy más que nunca el hombre se ha hecho inmune a lo feo, lo grotesco, lo absurdo, parece que desde pequeño es entrenado para ello. Pero también es verdad que, en el fondo de su corazón, aún el que ha tomado el camino más torcido, reconoce la belleza y la verdad de las cosas de Dios, de la creación misma y siente alivio y disfruta ante la realidad de la belleza de una iglesia, una catedral o contemplando una obra de arte en el Museo del Prado. No es que tenga sentido fomentar esta vía, sino que «es la vía». La misma que usa el Señor para abrirse paso hasta nuestro corazón.
¿Qué diferencia a un guía de Nártex de un guía turístico habitual? ¿Cómo se forma a los guías de Nártex?
-Un guía Nártex es aquel que no solo tiene unos conocimientos histórico-artísticos oportunos del lugar o la obra que explica, sino que ha sido capaz de trascender su significado, profundizar y hacerlo propio hasta el punto de vivir su fe en él, a través de él, y así ilumina su discurso. Estoy segura de que muchos guías de turismo con fe también hacen esto.
Desde Nártex estudiamos y proporcionamos las herramientas adecuadas para llegar a esta comprensión profunda: el sentido simbólico del templo, la liturgia como elemento ordenador, la oración a través del arte… Son algunos de los temas en los que formamos a nuestros guías y voluntarios para que, delante de cualquier espacio u obra, independientemente de su estilo o época, sean capaces de llegar a ese sentido profundo, esa vivencia de la que hablamos, y transmitirla. No se trata de catequizar, se trata sencillamente de iluminar, de lo demás ya se encarga Él.
¿Cuáles son las claves de vuestra manera de acercar el arte a las personas?
-Yo diría que la acogida, el conocimiento y un componente personal profundo y testimonial es lo más característico de nuestros guías y voluntarios. Trabajamos habitualmente itinerarios y discursos que intentan un acercamiento a la obra tan sencillo como verdadero, y ayudan al visitante a hacer un recorrido personal por el monumento. Buscamos que sea algo más que un montón de información que le viene dada y que recibe de forma pasiva, que sea algo que pueda llevar a su vida.
Durante el año, hacéis muchísimas actividades. ¿Cómo se desarrollan y cómo se financian?
En Nártex a lo largo del año se puede participar en conferencias, visitas guiadas, excursiones, horas de arte y oración, de manera casi gratuita. Nos financiamos con donativos y cuotas de socio. También recibimos en ocasiones peticiones para atender grupos y organizar alguna visita específica, que nos deja un pequeño beneficio. Nártex es una asociación cultural civil sin ánimo de lucro que no depende de ninguna realidad o movimiento concreto. Nuestra financiación es escasa, pero eso nunca ha sido un obstáculo para poder seguir realizando nuestra labor.
En verano, no es raro encontrar en las principales catedrales y templos europeos voluntarios de Nártex. ¿Cuál es el feedback de estas actividades?
-Como decíamos al principio, este es uno de los proyectos más atractivos de la asociación, cada año enviamos voluntarios a más de 30 iglesias y catedrales europeas, entre las que podemos encontrar San Marcos de Venecia, Notre Dame de París, catedral de Bourges, Bourdeaux… y tantas otras. Las experiencias suelen ser inolvidables para ellos: amistad, fe, cultura, experiencia personal y profesional para algunos… Nos encanta oírles hablar de sus destinos a la vuelta y todas las anécdotas que cuentan de cómo reciben los turistas el servicio o de cómo ha sido su vida en comunidad esos días.
Es verdad que el componente personal y el discurso es esencial, pero el mero hecho de estar de viaje en Münster, Alemania, por ejemplo, y encontrarte a la puerta de la catedral un español que te acoge como en su casa es sencillamente maravilloso y muy bien recibido por los visitantes, que dejan preciosas observaciones y testimonios en nuestros cuadernos de visita. Incluso cuando en los proyectos ha habido dificultades o cosas que no han ido tan bien como esperábamos, los voluntarios traen un balance positivo de la experiencia.