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La Inquisición española: entre fe, poder y error teológico

Como defiende Mercedes Temboury Redondo, el error teológico de la Inquisición consistió en intentar forzar la conversión del reo mediante un proceso jurídico.

José Carlos Martín de la Hoz·5 de febrero de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos
Inquisición

Un tribunal de la Inquisición (Flickr)

Mercedes Temboury Redondo, doctora en Historia moderna de España e investigadora incansable de la Suprema Inquisición española y de sus tribunales sufragáneos en los reinos de Castilla y Aragón, en los fondos del Archivo Histórico Nacional de España, nos presenta en este extenso volumen que ahora comentamos una síntesis de su investigación.

La inquisición desconocida: El Imperio español y el Santo Oficio

Autora: Mercedes Temboury Redondo
Editorial: Arzalia
Idioma: Español
Número de páginas: 496

El ángulo de visión de este trabajo y el objetivo del mismo coinciden en ofrecer una síntesis de la Inquisición desde la perspectiva y los intereses del Imperio español en Europa, Asia y América durante los siglos XVI y XVII.

La leyenda negra

Esta visión intenta iluminar los puntos oscuros de la leyenda negra que fabricó especialmente Juan Antonio Llorente, el último Secretario de la Suprema Inquisición que se exilió a Francia en el siglo XIX y vivió de la publicación de los papeles “secretos” que se había llevado de los archivos.

En realidad, hace muchos años que el Papa san Juan Pablo II aportó la luz necesaria para entender el origen y los errores teológicos de la Inquisición española. El 12 de marzo del año 2000 en una impresionante ceremonia en el Vaticano delante de un crucifijo del siglo XII, el santo Padre rodeado de sus cardenales de Curia pidió perdón por todos los pecados de todos los cristianos de todos los tiempos y, especialmente, por el uso de la violencia para defender la fe.

Efectivamente, el derecho romano afirmaba, y como tal pasó a la Iglesia el principio: “de internis neque Ecclesia iudicat”. De las cosas internas ni la Iglesia puede juzgar, solo Dios conoce el interior del hombre.

Error teológico de la Inquisición

El error teológico de la Inquisición consistió, por tanto, en intentar forzar la conversión del reo mediante un proceso jurídico. Como es doctrina común de la Iglesia y está recogido en el Nuevo Testamento y en la Tradición, sólo la gracia de Dios puede abrir el alma a la conversión: “Nadie viene a Mí si el Padre no le atrae” (Jn 6, 40). Por tanto, sólo la persuasión y la oración y la penitencia y el buen ejemplo puede remover las almas al arrepentimiento y la rectificación.

Como saben bien todas las personas que han ejercido la dirección espiritual o el acompañamiento espiritual, cuando una persona se sincera en el Sacramento de la Penitencia, con ese don viene el don de la contrición y el alma puede recuperar la paz de la misericordia de Dios. Sorprender a una persona en la falta de coherencia de fe y vida e intentar el arrepentimiento solo conduce al endurecimiento del corazón y al orgullo herido.

Efectivamente, los estudios que hemos realizado al respecto y que hemos publicado en muchos artículos y monografías sobre el “error teológico de la Inquisición”, arrojan esa luz: el objetivo del proceso inquisitorial fue objetivar el error teológico en que había caído el reo y seguidamente buscar la conversión bajo presión: la herejía judaizante, la apostasía y regreso al islam del neo converso, la negación de los pecados establecidos por la ley divino positiva. Los inquisidores, habitualmente tenían buen corazón y sabían que debían dar cuentas a la Suprema de su rectitud de intención y a Dios que es el Señor de las conciencias, por eso se conservan tantos expedientes y tan prolijos.

Finura espiritual y finura jurídica

Evidentemente, esto fue un error del que hemos de pedir perdón pues, aunque sólo hubiera tenido lugar un solo proceso, ya deberíamos arrepentirnos y rectificar. Es necesario volver a la confianza en Dios que moverá el alma a la conversión y en el hombre que puede arrepentirse y rectificar ante el buen ejemplo y la felicidad de los demás católicos: “Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no escucha, toma entonces contigo a uno o dos, para que cualquier asunto quede firme por la palabra de dos o tres testigos Pero si no quiere escucharlos, díselo a la Iglesia. Si tampoco quiere escuchar a la Iglesia, tenlo por pagano y publicano” (Mt 18, 15-17).

Por otra parte, el análisis de nuestra autora está lleno de finura jurídica, gracias a la cual demuestra que el sistema procesual de la Inquisición protegió a los reos de la tentación de incautar los bienes de los encausados o de ser condenados por falsas denuncias o para resolver problemas de enemistad o litigios en los pueblos. De hecho, como demuestra la autora el complejo sistema jurídico arrojó resultados impresionantes: la mayoría de los procesos terminaron en la absolución del reo pues en realidad no eran herejes sino personas con falta de formación cristiana elemental. Unos pocos fueron efectivamente condenados por herejía, pero, al arrepentirse se les impuso penas medicinales. Y solo poquísimos fueron condenados a muerte. Como ya demostró Jaime Contreras en su banco de datos de la Inquisición solo un 1,8 % fueron entregados al brazo secular.

Evidentemente, solo un proceso inquisitorial sería suficiente para pedir perdón por haber violentado la conciencia, aunque se argumente, como hace la autora que el proceso inquisitorial nos salvó de sucesos como:  los 50.000 hugonotes asesinados en Francia en la noche de san Bartolomé 23-24 de agosto de 1572;  las 500.000 brujas quemadas en Alemania en los procesos luteranos sin papeles; la muerte de Miguel Servet por Calvino simplemente para resarcir la justicia divina ofendida y el martirio del jesuita Edmund Campion y otros tantos sacerdotes católicos en Inglaterra pues el tribunal inquisitorial anglicano los consideró reos de muerte por celebrar la Misa católica pues eso sería alta traición a la reina Isabel, cabeza de la Iglesia anglicana.

Una nueva visión

En realidad, este trabajo es una nueva visión de la Inquisición tomada de la lectura e investigación de muchos expedientes tomados del Archivo Histórico Nacional y de otros archivos consultados. La autora se ha detenido especialmente en la segunda vida del proceso inquisitorial. Es decir, de 1511 a 1833. En este periodo, la Inquisición debía haber desaparecido pues había sido creada para los procesos contra judaizantes y estos prácticamente desaparecieron en este tiempo.

Efectivamente, se entiende que el objetivo de este libro sea demostrar que la Inquisición sobre todo trabajó al servicio de las autoridades civiles y eclesiásticas del Imperio español en una época de estrecha unión entre el poder civil y eclesiástico cuando la unidad de la fe era capital para la renovación de la Iglesia después de Trento y la expansión del imperio español en América y Asia.

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