El cardenal Giuseppe Bertello y el obispo Fernando Vérgez Alzaga, respectivamente Presidente y Secretario General de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, han inaugurado esta tarde el pesebre y el encendido del árbol de Navidad instalados en la Plaza de San Pedro, a las 17.00 de la tarde. La ceremonia ha tenido lugar respetando las normas para contener la pandemia de Covid-19, que está llevando a modificar los habituales actos del Papa, como la reciente visita privada a Piazza di Spagna para rezar ante la Inmaculada Concepción, o la Santa Misa de Nochebuena que celebrará a las 19.30 de la tarde del día 24 de diciembre.
Han estado presentes las delegaciones oficiales de los lugares de origen del pesebre y del árbol, de Castelli en Abruzzo el pesebre y del municipio de Kočevje en el sudeste de Eslovenia el abeto.
Un pesebre singular
El monumental Nacimiento, compuesto por estatuas de cerámica de gran tamaño, ha contado en el acto con la presencia, entre otros, del obispo de Teramo-Atri, monseñor Lorenzo Leuzzi, del comisario extraordinario para la reconstrucción después del terremoto, Giovanni Legnini, del presidente de la región de los Abruzzi, Marco Marsilio, y el presidente de la provincia de Téramo, Diego Di Bonaventura.
En este pesebre de los Abruzzi hay fuertes referencias a la historia del arte antiguo, desde el arte griego al sumerio, pasando por la escultura egipcia. Llama la atención en particular una de las figuras del conjunto: se trata de un astronauta. Parece que los alumnos del Grue han querido incluir acontecimientos históricos de la humanidad, entre los cuales estaría la llegada a la Luna. Además, en los objetos que enriquecen el pesebre y en la pentacromía con la que se han decorado las obras, se encuentra la memoria del arte cerámico local.
Las estatuas fueron fabricadas con módulos de anillos que, superpuestos, forman bustos cilíndricos. En algunas figuras, especialmente en el uso del color, se perciben la experimentación y renovación del arte cerámico desarrollado en esos años en el Liceo Grue. La primera exposición pública del Nacimiento tuvo lugar en Castelli, en el parvis de la iglesia madre en diciembre de 1965, luego, en la Navidad de 1970 fue el turno de los Mercados de Trajano en Roma y, unos años más tarde, en Jerusalén, Belén y Tel Aviv.
Un abeto desde Eslovenia
En el encendido del árbol de Navidad – el majestuoso abeto (Picea abies) de 30 metros de altura y 7 toneladas de peso – han participado, entre otros, el arzobispo Mons. Alojzij Cvikl, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Eslovena, S.E. Dr. Anže Logar, Ministro de Asuntos Exteriores y S.E. Dr. Jože Podgoršek, Ministro de Agricultura, Silvicultura y Alimentación.
El abeto rojo viene de Kočevje, un pueblo en la cuenca del río Rinža. La región de Kočevsko es uno de los territorios eslovenos en los que la naturaleza está más intacta, teniendo en cuenta que los bosques cubren el 90% de su territorio. El abeto elegido para la Plaza de San Pedro creció cerca de Kočevska Reka, a 6 kilómetros en línea recta del impresionante bosque virgen de Krokar, que es uno de los bosques primordiales todavía intactos. Este bosque virgen es una de las dos reservas forestales eslovenas, la otra es Snežnik-‘drocle (en la región de Notranjska), uno de los 63 lugares de antiguos hayedos primordiales que figuran en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
La picea (abeto rojo), que se difundió ampliamente en Eslovenia en la segunda mitad del siglo XVIII, representa más del 30% de los recursos forestales y es la especie arbórea más importante desde el punto de vista económico. Desde la antigüedad ha sido un símbolo de fertilidad y en la tradición popular se utiliza a menudo para ceremonias como las fiestas del 1 de mayo o las de Navidad. En la región de Bela Krajina, para la fiesta de San Jorge, era tradición llevar en procesión una picea engalanada con flores y telas. El abeto más alto de Europa, «Sgermova smreka», mide 61,80 metros y se encuentra en el macizo de Pohorje, precisamente en Eslovenia. Tiene alrededor de 300 años, un perímetro de 3 metros y 54 centímetros, y su diámetro supera el metro.
La humildad de la Sagrada Familia
Esta mañana, las delegaciones de Castelli y Kočevje han sido recibidas en audiencia por el Papa Francisco para la presentación oficial de los regalos. El Santo Padre ha agradecido los regalos y ha recordado, refiriéndose a estos dos iconos de la Navidad, que “ayudan a crear una atmósfera navideña favorable para vivir con fe el misterio del nacimiento del Redentor”, el Papa habló de “la pobreza evangélica” de la que nos habla el pesebre, es decir, una pobreza – dijo- que nos hace “bienaventurados”. Y se detuvo a contemplar idealmente a los personajes:
“Al contemplar la Sagrada Familia y los diversos personajes, nos atrae su desarmante humildad. Nuestra Señora y San José van desde Nazaret hasta Belén. No hay lugar para ellos, ni siquiera una pequeña habitación (cf. Lc 2,7); María escucha, observa y guarda todo en su corazón (cf. Lc 2,19.51). José busca un lugar para ella y el niño que está a punto de nacer. Los pastores son protagonistas en el pesebre, como en el Evangelio. Viven a cielo abierto. Vigilan. El anuncio de los ángeles es para ellos, y van inmediatamente a buscar al Salvador que ha nacido (cf. Lc 2,8-16)”.
Un signo admirable
El Papa aprovechó la ocasión para animarnos a releer la carta que firmó hace un año en Greccio sobre el pesebre: “También esta Navidad, en medio del sufrimiento de la pandemia, Jesús, pequeño e inerme, es el «Signo» que Dios dona al mundo (cf. Lc 2,12). Un signo admirable, como la carta del pesebre que firmé hace un año en Greccio. Nos hará bien volver a leerla en estos días”.
Agradeciendo finalmente, desde lo profundo de su corazón estos obsequios, el Santo Padre expresó a todos, sus deseos de una celebración navideña llena de esperanza, extendiéndola a los familiares y conciudadanos. “Que el Señor – expresó – les recompense por su disponibilidad y generosidad”.
El conjunto navideño -el pesebre italiano y el abeto esloveno- permanecerá en la plaza hasta el 10 de enero de 2021, Fiesta del Bautismo del Señor, día que concluye el tiempo de Navidad.