Vaticano

Iglesia e ideología de género, las razones del no (y cómo se combate)

Recientemente, el Papa Francisco ha calificado la ideología de género como "el peor peligro de hoy". En este artículo se repasan algunos momentos clave en que la Iglesia ha expuesto los peligros de esta ideología.

Andrea Gagliarducci·5 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

Pareja frente a la basílica de san Pedro ©OSV

¿El peor peligro de hoy? La ideología de género. Son palabras del Papa Francisco, que hizo hincapié en ello en su intervención en el congreso “Hombre y mujer. Imagen de Dios” el 1 de marzo. El Papa añadió que ha pedido un estudio sobre el tema del género, pero esto no es nada nuevo, ya que el cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio de la Doctrina de la Fe, también ha anunciado en varias entrevistas que habrá un documento sobre este tema.

Pero la preocupación de la Iglesia católica por la cuestión de la ideología de género no es solo de ahora. Entre otras cosas, porque desde hace años la cuestión de la orientación sexual se incluye, de forma más o menos directa, en convenios internacionales que no deberían tener nada que ver con la cuestión de la orientación sexual o de género. Porque así es como se introduce un lenguaje, un punto de vista, un precedente que luego se utilizará en otros documentos, hasta el punto de cambiar por completo el significado de los derechos y del bien común.

La Iglesia contra la ideología de género en la diplomacia

Por ello, la batalla diplomática de la Santa Sede se centra sobre todo en los detalles, con el fin de evitar que en los documentos aparezcan categorizaciones que dejen de lado al ser humano y su dignidad, que le viene de ser imagen de Dios.

Parece mentira, pero este asunto salió a la palestra durante el debate del Pacto Mundial sobre los Refugiados. Corría el año 2018. En los debates del Comité Permanente, integrado en el seno del Comité Ejecutivo del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, se incluyó un documento titulado “Actualización sobre edad, género y diversidad”, que calcaba la terminología encontrada en el borrador del Pacto Mundial sobre los Refugiados. La preocupación de la Santa Sede era que la terminología pudiera incorporarse al Pacto, creando así una subcategoría de refugiados definida por su orientación sexual.

No sería la primera vez. En 2008, la Santa Sede consiguió que se incluyera el derecho a la asistencia a las víctimas en la Convención Internacional sobre Municiones de Racimo. Pero inmediatamente surgió un grupo de presión que quería que la asistencia a las víctimas se definiera respetando su orientación sexual. Algo que, al fin y al cabo, no tenía nada que ver con la asistencia, que se presta sin discriminación y sin categorías.

Sin embargo, esta es la situación general. La Santa Sede ha reclamado en varias ocasiones un enfoque “holístico” de la persona humana, señalando que las categorías de “orientación sexual” e “identidad de género” no tienen una definición clara y consensuada en el derecho internacional.

Ya en 1995, en la Conferencia Mundial sobre la Mujer, de la ONU, celebrada en Pekín, la Santa Sede tuvo que librar una importante batalla diplomática, reiterando que la palabra “género” sólo podía interpretarse en el sentido de “identidad sexual biológica, hombre o mujer”, mientras que se descartaba cualquier interpretación dudosa que fuera a satisfacer lo que entonces se calificaba de “propósitos nuevos y diferentes”.

Se trata también de una cuestión humanitaria. Cuando se definen nuevas categorías del ser humano, incluso cuando no hay acuerdo sobre los términos y no hay necesidad, se socava el trabajo de las numerosas organizaciones católicas o inspiradas por otras confesiones que trabajan sobre el terreno, simplemente porque las reglas de juego se dan en un lenguaje ambiguo que no tiene consenso compartido a nivel internacional, y que no puede ser compartido por estas asociaciones.

Por tanto, las cuestiones filosóficas y teológicas recaen, como siempre, en las cuestiones diplomáticas y, por tanto, en la ayuda humanitaria concreta.

Católicos en política e ideología de género

Por cierto, la posición doctrinal sobre el género fue reiterada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe en 2021, cuando se debatía en Italia un proyecto de ley que pretendía conseguir una pena mayor para la llamada discriminación de género.

En aquella ocasión, la Asociación ProVida y Familia había recogido varias dudas sobre el tema, planteando tres preguntas: si las leyes y propuestas contra la homotransfobia contradecían la fe, la Sagrada Escritura o la doctrina católica; si los fieles católicos debían oponerse sistemáticamente a la aprobación de estas leyes; si los políticos católicos debían votar en contra de estas leyes y posicionarse públicamente en contra.

Y la entonces Congregación (ahora Dicasterio) para la Doctrina de la Fe respondió a las preguntas con una respuesta clara, fechada el 1 de octubre de 2021: el no a la ideología de género ha sido reiterado varias veces por el Papa Francisco, y los católicos que trabajan en la política están llamados a oponerse a los proyectos de ley que van en contra de las convicciones cristianas.

ProVida y Familia señala también que, en los países donde se han aprobado leyes similares, la libertad de los cristianos corre peligro. En particular, citó el caso del pastor John Sherwood, detenido en Gran Bretaña acusado de declaraciones homófobas, y el del arzobispo Fernando Sebastián Aguilar, investigado en España por homofobia tras una entrevista que concedió sobre sexualidad y procreación.

En su respuesta, Doctrina de la Fe recordó que el Papa había definido ya en 2017 ante la Pontificia Academia para la Vida como “no correcta” la propuesta de promover la dignidad de las personas eliminando radicalmente “las diferencias sexuales», porque esta propuesta iría “simplemente a eliminar” la diferencia “proponiendo procedimientos y prácticas que la hacen irrelevante para el desarrollo de la persona y de las relaciones humanas”.

En 2016, el Papa Francisco denunció junto a los obispos polacos la “colonización ideológica” promovida también por la ideología de género, por la que “se enseña a los niños que cada uno puede elegir su sexo”, mientras que en 2015, Francisco subrayó, al dirigirse a los Equipes Notre-Dame, un movimiento francés de espiritualidad conyugal, que la identidad misionera de las familias es tanto más importante en un mundo en el que “la imagen de la familia como Dios la quiere, compuesta por un hombre y una mujer para el bien de los cónyuges y para la procreación y el crecimiento de los hijos, está deformada por poderosos proyectos adversos apoyados por tendencias ideológicas”.

También en la audiencia general del 15 de abril de 2015, el Papa Francisco se refirió a este tema preguntándose si “la llamada teoría de género no es una expresión de frustración y resignación que busca borrar la diferencia sexual porque ya no sabe cómo tratarla”, e incluso, en 2016, durante su viaje a Georgia, dijo en su encuentro con sacerdotes que había “una guerra mundial para destruir la familia”.

El no a la ideología de género, un compromiso entre religiones

En definitiva, el compromiso de la Iglesia contra la ideología de género viene de lejos. Y es un tema tan central que fue citado por Benedicto XVI en su último discurso de saludo a la curia romana, el 12 de diciembre de 2012, cuando habló de la crisis de la familia y explicó que se remontaba al rechazo de la dualidad originaria de la criatura humana. Porque -denunció Benedicto XVI- “en nombre de la filosofía de género” ser varón y mujer se convierte en producto de una decisión individual, pero “si la dualidad varón y mujer no existe como dato de la creación, entonces la familia ya no existe como realidad preestablecida de la creación. En la lucha por la familia está en juego el hombre mismo. Y queda claro que allí donde se niega a Dios, también se disuelve la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios, defiende al hombre”.

Ahí está la raíz filosófica y teológica de la respuesta a la ideología de género. La Iglesia no está sola en esta batalla. Es una batalla de todos los credos. Tanto es así que Benedicto XVI, en su momento, estuvo de acuerdo con lo escrito por el Gran Rabino de Francia Gilles Bernheim, que había entregado al presidente y al primer ministro franceses un ensayo contra el proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo el 17 de octubre de 2012.

Un documento sobre el género sólo puede partir de aquí. Y será una cuestión dirimente.

El autorAndrea Gagliarducci

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