El Papa Francisco ha reunido a humoristas conocidos de distintos países durante un encuentro en el Vaticano. Entre los asistentes más reconocidos han estado Jimmy Fallon, Belén Cuesta o Lino Banfi.
El Santo Padre ha afirmado al inicio de su discurso que mira “con admiración a los artistas que se expresan en el lenguaje de la comedia, el humor, la ironía”. En su opinión, son los profesionales “más queridos, buscados, aplaudidos” porque “tienen y cultivan el don de hacer reír”.
Francisco ha querido resaltar la labor de los profesionales del humor y su “poder de difundir serenidad y sonrisas”. Ellos, a través de su trabajo, llegan “a personas muy diferentes, de distintas generaciones y procedencias culturales”.
Esta es una labor importante, ha asegurado el Pontífice. “La alegría permite compartir y es el mejor antídoto contra el egoísmo y el individualismo”, ha dicho el Papa. No solo eso, sino que los humoristas son un recuerdo para todos de que “la diversión lúdica y la risa son fundamentales en la vida humana, para expresarnos, para aprender, para dar sentido a las situaciones”.
Humoristas como promotores de unidad
En este sentido, el Papa ha agradecido el “don precioso” del talento de estos profesionales. Su trabajo, ha explicado, “difunde la paz”. Y, dejando ver una faceta personal, Francisco ha confesado que él reza “cada día con las palabras de santo Tomás Moro: ‘Dame, Señor, sentido del humor’”.
El obispo de Roma también ha declarado que los humoristas “consiguen otro milagro: logran hacer sonreír a la gente incluso cuando tratan problemas, pequeños y grandes hechos de la historia”. Algo que no hacen a través “de la alarma o el terror, la ansiedad o el miedo”, sino con “sentido crítico haciendo reír y sonreír”.
Pero este efecto no solo lo logran en las personas. El Papa ha dicho a los humoristas que “cuando consiguen hacer brotar sonrisas inteligentes de los labios de un solo espectador, hacen sonreír también a Dios”.
Los límites del humor
Francisco también ha reflexionado sobre el humor como herramienta “para comprender y ‘sentir’ la naturaleza humana”. A través de él, se pueden “reunir realidades diferentes y a veces incluso opuestas”.
Por último, el Pontífice ha respondido una pregunta que muchos se hacen: “¿Se puede también reír de Dios?”. Su respuesta ha sido clara: “Por supuesto, como jugamos y bromeamos con las personas que queremos”. Sin embargo, hay un límite, hay que evitar “ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, sobre todo de los pobres”.
El Papa ha finalizado su discurso animando a los humoristas a seguir con su trabajo. “Ayúdennos, con una sonrisa, a ver la realidad con sus contradicciones, y a soñar con un mundo mejor”.