En el día en que la Iglesia conmemora a san Alberto Magno, sabio universal, dominico y doctor de la Iglesia, el Santo Padre Francisco ha anunciado que desea sintetizar este ciclo sobre el celo apostólico en cuatro puntos, inspirados en la exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, que este mes cumple diez años.
El primer punto, que vemos hoy, se refiere a la actitud de la que depende la sustancia del gesto evangelizador: la alegría. Y para ello ha meditado sobre las palabras que el ángel dirige a los pastores, el anuncio de “una gran alegría” (Lc 2,10).
«¿Y cuál es la razón de esta gran alegría? ¿Una buena noticia, una sorpresa, un bonito suceso? Mucho más, una persona: ¡Jesús! ¡Es Él el Dios hecho hombre que nos ama siempre, que ha dado la vida por nosotros y que desea donarnos la vida eterna! ¡Es Él nuestro Evangelio, fuente de una alegría que no pasa! La cuestión, queridos hermanos y hermanas, no es por tanto si anunciarlo, sino cómo anunciarlo, y este ‘cómo’ es la alegría».
«Por eso», ha subrayado el Papa, “un cristiano infeliz, triste, insatisfecho o, peor todavía, resentido y rencoroso no es creíble. Es esencial vigilar sobre nuestros sentimientos. Especialmente en aquellos contextos en los que la Iglesia ya no goza de ciertos reconocimientos sociales, se corre el riesgo de adoptar actitudes de desánimo o de venganza, y esto no es bueno. En la evangelización obra la gratuidad que viene de una plenitud, no la presión que viene de una falta”.
“El testigo creíble y autorizado se reconoce por su alma feliz y mansa, por el rasgo sereno y gentil que proviene de haber encontrado a Jesús, por la pasión sincera con la que ofrece a todos lo que ha recibido sin mérito”, ha manifestado.
Civilización de la incredulidad
El Papa Francisco se ha apoyado en su catequesis en el episodio de los discípulos de Emaús a los que se aparece el Señor, y ha señalado que “como los dos de Emaús, se vuelve a la vida cotidiana con el impulso de quien ha encontrado un tesoro. Y se descubre que la humanidad abunda de hermanos y hermanas que esperan una palabra de esperanza. Sí, el Evangelio es esperado también hoy: el hombre de todo tiempo lo necesita, también la civilización de la incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más, sobre todo la sociedad que deja desiertos los espacios del sentido religioso. Este es el momento favorable al anuncio de Jesús”.
Rezar por Ucrania, Tierra Santa, Sudán
El Papa ha recordado que las últimas semanas del año litúrgico nos invitan al sentido de la esperanza cristiana. En esta perspectiva, “os invito a captar siempre el sentido y el valor de las experiencias cotidianas y también de las pruebas”, pensando que «todo contribuye al bien de los que aman a Dios» (Rm 8,28).
“Recemos, hermanos y hermanas, por la paz en Ucrania, en Palestina e Israel, en Sudán y dondequiera que haya guerra”.
“Pidamos al Señor que renueve cada día nuestro encuentro con él, que haga arder nuestro corazón con su palabra, que la Eucaristía haga nacer en nosotros el impulso que animó a los discípulos a salir a evangelizar el mundo. Que Jesus los bendiga y la Virgen santa los cuide”, ha concluido Francisco, momentos después de exhortar a los jóvenes a ser “protagonistas valientes en los ambientes en que vivís, sobre todo ser testigos alegres del evangelio, constructores de puentes, y nunca de muros”.