Este año se conmemora el 50 aniversario de la muerte de Tolkien, que tuvo lugar el 2 de septiembre de 1973. Con este motivo se publicó el 2 de septiembre el libro “La fe de Tolkien”, de la investigadora y doctora en Literatura Inglesa Holly Ordway, colaboradora de Word on Fire. La historia de esta autora está ligada a la obra de Tolkien, ya que su proceso de conversión al catolicismo se apoyó también en la lectura del autor de “El señor de los anillos” y de C. S. Lewis, tal y como narra en su libro “Dios no va conmigo”.
En este libro, “Tolkien’s faith: A Spiritual Biography”, que será publicado en español en 2024, la profesora Ordway analiza una parte de la historia de Tolkien que no estaba estudiada: el proceso de su fe católica a lo largo de su vida, un tema por el que se pasa de puntillas en la conocida biografía de Humphrey Carpenter.
La fe de Tolkien: una biografía espiritual
Tolkien no fue siempre católico. Nació en Sudáfrica en el año 1892, en el seno de un matrimonio inglés y de fe anglicana, aunque su madre venía en origen de una familia unitaria. Su padre, Arthur Tolkien, enfermó y falleció repentinamente mientras su mujer e hijos se encontraban de visita en Inglaterra, y Tolkien, que entonces contaba cuatro años, nunca regresó a Sudáfrica.
Poco después, en 1900, su madre, Mabel Tolkien, se convirtió al catolicismo. A consecuencia de esto, la mayoría de sus familiares cortaron la relación con ella, así como las ayudas económicas, imprescindibles para una viuda en aquella época. Pocos años después, en las Navidades de 1903, Tolkien y su hermano Hilary ingresaron también en la Iglesia católica. La fecha exacta se desconoce, pero estas Navidades se cumplirán 120 años.
A pesar de las dificultades económicas y el rechazo de su familia, Mabel Tolkien permaneció fiel al catolicismo (no así su hermana, que se convirtió a la vez que ella pero regresó al anglicanismo debido a la presión familiar). Como comenta en sus cartas, Tolkien siempre consideró a su madre una mártir de la fe, porque pensaba que la enfermedad que la llevó a la muerte fue consecuencia directa de la presión bajo la que se encontraba y la pobreza en la que la había sumido la falta de apoyo familiar. Mabel Tolkien falleció aproximadamente un año después de que sus hijos abrazasen la fe católica, en noviembre de 1904. Tolkien tenía 12 años. Su madre nombró como tutor legal de los niños al padre Francis Morgan, un sacerdote católico del Oratorio de Birmingham, de madre española y nacido en Cádiz, donde se le conocía como “el tío Curro”. De hecho, Tolkien menciona en sus cartas que el español fue una de sus muchas inspiraciones para la creación de las lenguas de la Tierra Media: “Mi tutor era en parte español, y yo, a comienzos de mi adolescencia, cogía sus libros e intentaba aprender esa (…) lengua romance” (Carta 163).
Las cartas son una fuente fundamental para conocer la profunda fe de Tolkien. Habla en ellas sin ambages de su amor por la Eucaristía, por ejemplo, su ángel guardián (sobre este tema es especialmente interesante consultar la carta 89 a su hijo Christopher) y su fe.
Sin embargo, no existía hasta ahora un estudio metódico y académico sobre su fe y su evolución a lo largo de su vida. Enriquecido por muchas fuentes diferentes, con aportaciones de la propia Priscilla, hija del famoso escritor, “La fe de Tolkien” se ha convertido en otro imprescindible para todo el que quiera explorar este interesante tema.
La historia del catolicismo en Inglaterra no está exenta de persecuciones. ¿Qué dificultades había en la época de Tolkien para los católicos?
Tolkien nació en 1892, y su madre se hizo católica en 1900. En esa época Inglaterra era muy anticatólica, había todavía unas secuelas muy grandes de la época posterior a la Reforma, que había sido extremadamente represiva: duras leyes penales, derechos limitados, el catolicismo había sido ilegal,… y aunque la mayoría de esas cosas habían desaparecido ya antes de que Tolkien naciese, ser católico conllevaba todavía muchos inconvenientes.
Por ejemplo, no fue hasta 1871 cuando se les permitió a los católicos regresar a la Universidad de Oxford. Ni los católicos ni los “no conformistas” (con los 39 artículos anglicanos) podían entrar en Oxford. Y eso no es mucho antes de la época de Tolkien. Había otras desventajas civiles, algunas de ellas no desaparecieron hasta que Tolkien fue adulto, y la atmósfera de Inglaterra era completamente anglicana, porque era literalmente la religión establecida por el Estado. Así que ser católico significaba que estabas marginado social y económicamente, y a menudo mirado con mucho recelo por otras personas de Inglaterra. Creo que todo esto es importante para entender a Tolkien y a su madre, porque muestra que la decisión de ser católico era muy deliberada. Hacerse católico no era para Mabel un paso sentimental, en el sentido de “me gusta más”. Significaba renunciar a muchas cosas, e incluso que su lugar de culto no fuera tan atractivo, porque durante la Reforma la Iglesia de Inglaterra se hizo con todas las parroquias, así que los católicos no tenían ningún sitio para celebrar su culto, y, para cuando se les permitió construir nuevas iglesias, los católicos tenían mucho menos dinero que los anglicanos. Así que la típica iglesia católica que Tolkien conocería en su juventud era más desgastada, simple y no tan bonita como las preciosas parroquias antiguas.
Eso era algo que quería subrayar cuando escribí “La fe de Tolkien”, porque su biógrafo, Humphrey Carpenter, recalca mucho el cariño de Tolkien hacia su madre. Quería mucho a su madre, y su fe obviamente significaba mucho para él, y Carpenter básicamente sugiere que la fuente principal de la devoción de Tolkien a la fe católica era su amor por su madre, y que debido a la fe de su madre continuó siendo católico.
Creo que eso es muy inadecuado para entender toda la vida de fe de Tolkien, porque, por un lado, podría haber sido al contrario, podría haber desarrollado mucha amargura hacia su madre, porque su elección de convertirse al catolicismo les sumió en la pobreza. Él estaba muy orgulloso de ella, pero podría no haber sido así, una cosa no se sigue necesariamente de la otra. Cuando ella murió, le presionarían mucho para que regresase al anglicanismo: a sus abuelos les habría encantado, y, en años posteriores, habría hecho su carrera profesional y su vida social más sencilla, incluso su matrimonio habría sido más fácil, porque su mujer, Edith, aunque se convirtió al catolicismo, siempre tuvo cierto conflicto interno sobre ello. Así que creo que conocer ese contexto en el que era difícil y desventajoso hacerse católico nos ayuda a ver que Tolkien no era católico solo por un vínculo emocional o por hábito, sino que era una decisión, y de alguna manera tuvo que estarlo eligiendo una y otra vez durante toda su vida.
En una carta, Tolkien habla de que considera que su madre fue una mártir de la fe católica. ¿Qué influencia tuvo la fe de su madre en su vida? ¿Y la de su tutor al quedar huérfano, el padre Francis?
Su madre obviamente le dio un ejemplo muy grande, porque eligió hacerse católica por convicción, y se mantuvo firme. Tolkien era un chico muy inteligente, reflexivo y observador, tenía 8 años cuando su madre se convirtió al catolicismo y 12 cuando murió, lo suficientemente mayor para ser consciente de las decisiones de su madre, y vería todo el sacrificio que conllevaba tener esta fe, y que tuvo que pagar un precio: la pobreza y la separación de sus parientes. Vivió todos estos obstáculos porque creía que su fe era verdad. Eso dejó una gran huella en Tolkien, y él lo llama en sus cartas un asesinato (un asesinato “blanco”), y creo que esto subraya su entendimiento del precio que su madre pagó. Ella murió de diabetes, que no tenía tratamiento en esa época, no tuvo una persecución directa en la forma en que la habían tenido los católicos de épocas pasadas, pero ciertamente su salud quedó afectada por la presión bajo la que vivía, por la pobreza que vivió, que era una consecuencia directa de que sus padres desaprobaban que se hubiese convertido al catolicismo. Así que creo que Tolkien vio que ella estaba dispuesta a pagar el precio último para conservar su fe y legársela a sus hijos.
Y luego, cuando ella muere, Tolkien pasa a estar bajo la tutela del padre Francis Morgan, un sacerdote del Oratorio de Birmingham, que se convierte en lo que Tolkien llama su “segundo padre”. Tenía exactamente la misma edad que habría tenido el padre de Tolkien, que murió cuando este tenía cuatro años. El padre Francis tuvo una gran influencia en él, y le introdujo en toda la vida del Oratorio de Birmingham. Esto también es algo que cuento en el libro, porque no fue solo el padre Francis, sino toda la comunidad del Oratorio, tuvo muchos modelos diferentes, lo que creo que es importante.
Creo que una de las contribuciones que el padre Francis aportó al desarrollo de Tolkien fue que no le permitió sumirse en la amargura ni aislarse: era huérfano, su familia no aprobaba que fuese católico, ¿y qué hace? El padre Francis podría fácilmente haber apartado a los niños (Tolkien y su hermano), impedir que mantuviesen contacto con sus parientes, pero no es lo que hizo. Intenta incentivar la relación con ellos. Forma a Tolkien y su hermano Hilary en la fe católica, pero también les anima a pasar tiempo con sus abuelos, con sus tíos y tías, y Tolkien acaba teniendo bastante pronto relaciones con su familia, pasando las vacaciones del colegio con ellos, etc. Esto es muy relevante. Porque había que superar grandes dificultades para ello, no era natural que ocurriese, y creo que esto nos ayuda a entender lo que más adelante diría Tolkien: que el padre Francis le había enseñado la caridad y el perdón. Creo que parte de ello sería el perdón a su familia, por haber sido hostiles a la fe de su madre. Excepto uno, ninguno de ellos se hizo católico, siguieron siendo anglicanos, y él católico, y aprendió a tener una relación con ellos a pesar de todo.
Además, el padre Francis le permitió estudiar en King Edward’s School, que es un colegio protestante, y era muy poco común que a un chico católico de Inglaterra se le permitiese hacer esto, porque la mayoría de los padres o tutores católicos habrían temido que le adoctrinasen y le alejasen de la fe en el colegio, y era un temor razonable, porque había una atmósfera muy anticatólica en Inglaterra y la presión de grupo es muy fuerte a cualquier edad. Así que el padre Francis estaba demostrando una confianza en Tolkien dejándole estudiar allí, y también muestra que le formaba en la fe en casa además de en el Oratorio. Tolkien comentó posteriormente que creía que esta decisión le había hecho mucho bien, y que le capacitó para funcionar en un entorno profesional no católico.
El padre Francis era católico de nacimiento, pero muchos de los sacerdotes del Oratorio de Birmingham eran conversos, así que había mucha más familiaridad con el mundo protestante de lo que es común en una comunidad católica. Y creo que una de las lecciones que le enseñaron a Tolkien desde el principio fue un ecumenismo de base: “Estos son nuestros hermanos en Cristo, separados, pero aun así cristianos”. Le enseñaron a no tenerles miedo, a estar seguro de su propia fe, pero también a ser capaz de interactuar con ellos. Y es relevante también que King Edward’s School era de hecho un colegio interreligioso, había también estudiantes judíos, y creo que esto sentó las bases de las relaciones tan amistosas que mantuvo con sus colegas judíos en años posteriores.
Tolkien tuvo un papel importante en la conversión de C. S. Lewis al cristianismo, pero su amistad mutua también aportó mucho a la vivencia de la fe de Tolkien, que decía que Lewis era “un enamorado del Señor”. ¿Qué supuso para ambos esta amistad?
Sí, esta es una de las amistades literarias más famosas de todos los tiempos, pero en cierto modo no empezó con buen pie. Se conocieron en 1926, cuando Tolkien acababa de ser nombrado profesor de Anglosajón en Oxford, en una reunión del claustro de Lengua Inglesa. Lewis no pensó mucho en él, en realidad. Escribió en su diario que era un “chaval pálido y hablador… No hay nada malo en él: solo necesita una torta o algo así”. Lewis en aquella época era ateo, así que quizá lo esperado no era que se forjase una amistad entre ellos, pero ocurrió, por su amor mutuo a la literatura y los idiomas. Sabemos que Tolkien, con el tiempo, ayudó a Lewis a convertirse al cristianismo, con la famosa conversación en Addison Walk, cuando él y Hugo Dyson ayudaron a Lewis a ver el cristianismo como el mito verdadero. Pero Lewis también tuvo una influencia muy positiva en Tolkien. Cuando se conocieron, Tolkien estaba saliendo de un periodo muy árido de su fe, que duró varios años, no sabemos exactamente cuántos. Como dijo posteriormente: “Casi dejé de practicar mi religión”. Continuó practicándola, pero obviamente fue una época muy árida, y empezó a salir de ella más o menos a finales de los años 20. Creo que uno de los factores que reforzó su fe de nuevo fue el hecho de que hablaba con su amigo Lewis sobre ello. Porque Lewis era inteligente, reflexivo, y preguntaría cosas como: “Bueno, Tollers, ¿por qué crees eso?”. Y la pregunta daría lugar a que Tolkien pensase: “¿Por qué creo eso?”. Y luego tendría que dar la respuesta, quizá buscarla, leer la Biblia un poco más… Creo que el modo en que Tolkien ayudó a Lewis a convertirse al cristianismo le estaba al mismo tiempo ayudando a reforzar su propia fe. Por eso fue una amistad beneficiosa para ambos.
En muchas cartas, Tolkien habla de la Eucaristía y de lo importante que era en su vida. ¿Cómo fue su relación con este sacramento?
Tenía una devoción eucarística muy grande, decía que desde el principio se enamoró de la Eucaristía y que, por misericordia de Dios, nunca se alejó de ese amor. Y creo que esta es una de las cosas que aprendió en su juventud en el Oratorio de Birmingham, porque la congregación del Oratorio de san Felipe Neri tenía una espiritualidad eucarística muy desarrollada. Los oratonianos llevaron la devoción de las 40 horas a Inglaterra, 40 horas de continua adoración al Santísimo Sacramento, que era algo relativamente nuevo en la devoción inglesa.
Y, como sabemos, es una devoción que Tolkien menciona en sus cartas, tiene un sentimiento muy fuerte de Cristo en el Santísimo Sacramento y esa fue un poco la piedra angular de su fe, que permaneció con él toda su vida. Incluso cuando estaba en su periodo de aridez decía que podía sentir la presencia de Dios en el tabernáculo llamándole suavemente.
Usted comenta en el libro que había una diferencia al enfrentarse a la guerra entre los ingleses anglicanos y los católicos. ¿Cuáles eran las principales diferencias?
Fue una parte fascinante de mi investigación, porque conseguí encontrar informes de los capellanes escritos inmediatamente después de la guerra, en 1919, uno sobre católicos y otro de anglicanos. Así que no tuve que recurrir a análisis retrospectivos, sino a lo que dijeron in situ. Fue muy interesante, porque los capellanes anglicanos estaban muy preocupados por que sus hombres no tenían formación en la fe cristiana, y no eran capaces de lidiar con las cuestiones morales que se les ponían delante con los horrores de la guerra. No tenían recursos, no sabían cómo enfrentarse a ello, mientras que los capellanes católicos se encontraron con que, aunque sus hombres estaban sufriendo, eran capaces de enfrentarse a las grandes preguntas (el problema del mal, del sufrimiento), no diré que más fácilmente, porque sería una palabra incorrecta para tratar este tema, pero no les turbaba, porque la enseñanza católica en aquella época hablaba mucho del problema del dolor, y hacía un gran énfasis en la Cruz y el sufrimiento que todo católico tiene que sobrellevar, mientras que la enseñanza anglicana no tenía un énfasis equivalente en el sufrimiento de la vida cristiana, el significado de la Cruz, o el misterio del mal. Por tanto la mayoría de los católicos estaban más equipados para enfrentarse a la realidad de la guerra.
Ese es uno de los factores, pero el otro, muy diferente, tiene sus orígenes en lo que suponía ser católico en Inglaterra en aquella época. Nadie era católico solo por hábito, eras católico porque querías serlo. Puede que no estuvieses bien formado, los capellanes católicos notaron que muchos de sus hombres no tenían una formación muy buena, pero sabías que eras católico. Dado que el anglicanismo era la religión estatal, cualquier soldado reclutado era registrado como anglicano a menos que especificase lo contrario, así que el resultado era que alguien que era anglicano por cultura quizá ni siquiera era creyente, podía ser agnóstico o ingluso ateo, y eso les ponía las cosas mucho más difíciles a los anglicanos que realmente tenían una fe cristiana sincera, porque no había ninguna garantía de que sus correligionarios compartiesen su fe. Así que en ese sentido era más difícil ser anglicano en las trincheras que católico.
El escritor Clyde S. Kilby, que ayudó a Tolkien a recopilar los materiales del Silmarillion, comentó que Tolkien le había dicho que el “fuego secreto” (que Gandalf menciona en “El señor de los anillos”) era el Espíritu Santo. ¿Cómo se conjuga este significado tan específico con el rechazo de Tolkien a la alegoría?
Esta es una muy buena pregunta. Creo que en primer lugar hay que entender que la mayoría de la gente no conoce el significado pleno de la palabra “alegoría” tal y como Tolkien la entendía. En términos literarios, una alegoría es una historia en la que cada parte tiene un equivalente de significado: “Esto es igual a esto”, y ocurre a lo largo de toda la historia. Y este no es en absoluto el caso de “El señor de los anillos”. Por supuesto, Tolkien habla de aplicabilidad: puedes establecer relaciones entre lo que encuentras en la historia y otras cosas.
Pero cuando nos encontramos con que dijo que el “fuego secreto” es el Espíritu Santo, eso en realidad no es alegoría, porque no es parte de un sistema que se le pone al texto. En parte, es una imagen. Pero, en realidad, responde al concepto fundamental que Tolkien tenía de su mundo. Porque la Tierra Media es nuestro mundo, y el Dios de la Tierra Media es Dios. Tolkien fue muy claro a este respecto.
Se molestó mucho cuando alguien le dijo que no había Dios en la Tierra Media, y dijo: “Por supuesto que lo hay”. El que le entrevistaba preguntó: “¿Cuál?”. Y respondió: “El único”. Esto nos ayuda a entender que, aunque el mundo es imaginario, la realidad espiritual es la misma. De hecho, Aragorn dice (parafraseo) que lo que es verdad es verdad para los elfos y los hombres, no hay dos verdades diferentes para diferentes personas. Los fundamentos morales básicos del mundo son los que son. Así que Eru Ilúvatar, el Dios de la Tierra Media, es Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tal y como lo conocemos. Ahora bien, el mundo de la Tierra Media es un mundo precristiano, está ambientado en un pasado lejano, así que obviamente no hay una figura de Cristo, no hay un equivalente a Aslan, como tenemos en “Las crónicas de Narnia” de C. S. Lewis. Así que todo lo que supone una conexión con una realidad espiritual está de algún modo oculto. Por ejemplo, en este mundo, Tolkien explica que los Valar son ángeles y arcángeles. Por supuesto, la gente de la Tierra Media los llama “dioses”, porque es un mundo de teología natural, en realidad no saben lo que son, pero Tolkien lo explica, son ángeles.
Y con esto es igual: sabemos por lo que Tolkien le dijo a su amigo Kilby que concibió el fuego secreto como el Espíritu Santo, porque la Tierra Media es parte de nuestro propio mundo, así que el Espíritu Santo tiene que existir de algún modo. Pero, por supuesto, dado que es un mundo que ocurre antes de Pentecostés, los habitantes de la Tierra Media no tienen ni idea, no serían capaces de expresar quién es el Espíritu Santo, así que está todo bajo la superficie. Nosotros como lectores podemos mirarlo y decir: “Lo reconozco”. Está ahí para que lo veamos si queremos, pero es muy sutil, está muy muy en el fondo de los cimientos de la Tierra Media.
Usted ha tenido la oportunidad de hablar con Priscilla, hija de Tolkien, y con otras personas que le conocieron. ¿Qué es lo más relevante que le han comentado sobre el profesor?
Estoy muy agradecida de haberle podido preguntar a Priscilla una cosa sobre su padre y obtener una respuesta muy importante. Tenía curiosidad sobre el nombre de Confirmación de Tolkien, que fue Philippe. ¿Pero qué “Philippe”? Quería saberlo. Así que le pregunté: “¿Lo escogió por san Felipe Neri, el fundador del Oratorio?”. Y me dijo: “Sí”. Tener esa confirmación tan sólida y rotunda de que su padre escogió Philippe por san Felipe Neri fue genial, porque eso realmente nos ayuda a establecer otra relación con la espiritualidad de san Felipe Neri y los oratonianos, que es muy importante para entender la espiritualidad de Tolkien. Así que esa breve conversación fue estupenda, estoy muy agradecida de que respondiese a mi pregunta.