El día tan anunciado por el Papa Francisco finalmente llegó, y la Iglesia abrió sus puertas para el Año Jubilar de la Esperanza. La espera por la apertura y la Misa de Navidad estuvo marcada por el frío y los fuertes vientos en la Plaza de San Pedro. Aun así, esto no impidió que unas 25 mil personas asistieran a la ceremonia desde el exterior (mientras 6 mil estaban dentro). En este primer día del Jubileo, fue posible encontrar rostros e historias que transmiten esperanza.
Cuando faltaba aproximadamente una hora y media para el inicio de la Misa y el frío se hacía más intenso, un grupo de estudiantes internacionales del coro Nuova Voce comenzó a cantar canciones típicas navideñas para animar el ambiente. Cantaron en diferentes idiomas: inglés, español e incluso polaco.
“La espera se hacía larga y el frío también, así que decidimos empezar a cantar para que el tiempo pasara más rápido”, cuenta la directora del coro, Ana Serrano. “Fue un momento bonito para compartir la belleza de la Navidad. Al final, los italianos pidieron que cantáramos Tu scendi dalle Stelle, la canción navideña italiana más conocida, y muchos se unieron.”
Aunque muchos se retiraron después de la Apertura de la Puerta Santa, las integrantes del coro quedaron impresionadas con la participación activa de los fieles durante la Misa. El pueblo seguía los cantos, se arrodillaba sobre el concreto y guardaba largos momentos de silencio, en oración. Quedarán en la memoria de los presentes las filas de cientos de sacerdotes distribuyendo la comunión a la multitud que seguía la ceremonia a través de las pantallas gigantes de la plaza.
Caminos que se cruzan
La programadora de software Balita Díaz fue testigo de un encuentro poco convencional. Una brasileña explicaba en inglés a un surcoreano cada paso de la Misa. Al finalizar la ceremonia, descubrió que la joven se había convertido al catolicismo hace solo tres años y había venido sola para participar en la apertura del Jubileo. Nunca se habían visto antes, y lo único que los unía era el banco cerca del Altar de la Confesión, dentro de la Basílica de San Pedro.
Durante los dos días que estuvo en Roma, la brasileña contó que rezaba para poder entrar en la Basílica el día de la Misa, ya que había un estricto control de entradas. Cuando llegó el día, finalmente logró pasar por las filas (quizás con un poco de “jeitinho brasileiro”, como se dice en su país).
El surcoreano, por su parte, no es católico, pero comentó que desde hacía tiempo deseaba cruzar una Puerta Santa. “Estando aquí, realmente me siento como un hombre de fe”, dijo. La joven lo animó a acercarse a la fe, y, quién sabe, tal vez podrían encontrarse en la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Seúl en 2027, ya convertido.
La realización de un sueño
Llegar a Roma es para muchos un gran sueño, especialmente para quienes vienen de lejos. Las brasileñas Sofia Valadares y Ana Cecília, las dos de 22 años, comparten su ilusión por participar de la apertura de la Puerta Santa.
“Mi sueño siempre fue visitar Roma y conocer el Vaticano. Alimenté este deseo durante muchos años y finalmente lo logré en 2024. Al final, como Dios siempre tiene planes mejores que los nuestros, ¡pude estar en Roma en Navidad y, adivinen, justo el día que comenzaba el Jubileo! No podría estar más feliz con las ‘coincidencias’ que ocurrieron en este viaje”, cuenta Sofía, que tiene 22 años y es psicóloga.
“Venir a Roma siempre fue un sueño desde mi infancia. Crecí en un hogar donde la decoración central de la sala era una miniatura de la Pietà. Así, no solo los objetos, sino también todos mis principios y valores se formaron y maduraron en la fe católica”, dice Ana Cecilia, estudiante de Medicina.”Conocer este lugar, cuna de tantas decisiones importantes, donde está nuestro querido Papa, y manifestarle nuestro cariño, significa mucho para mí.”
Cuando preguntadas sobre lo que significa el Jubileo para cada una, dicen que se quedaron impactadas con la universalidad de la Iglesia.
“Es muy hermoso ver el significado de la palabra católico ante mis ojos. Ver a tantas personas unidas por la misma fe me llenó de esperanza”, dice Sofia. “No es sorpresa para nadie que el mundo necesita desesperadamente fe. Ver tantas guerras y desgracias todos los días puede entristecer cualquier corazón. El Jubileo es importante precisamente por eso: representa una luz que brilla, es la vela puesta sobre el altar que se consume de amor. El mundo necesita esto. Yo necesito esto. Ese amor alimenta la esperanza que tanto necesitamos en el mundo de hoy.”
Ana Cecilia complementa: “Aunque no soy italiana, al llegar aquí me sentí en casa. Las primeras impresiones del Jubileo llenaron mi corazón de alegría. Este es el primero de mi vida, ya que no había nacido en el anterior. Veo el Jubileo como una oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos, con los demás y con Jesús. Vine a Roma para conocer los pilares que sostienen mi fe, y he recibido muchas otras bendiciones de Dios”.
Al salir de la Basílica, el viento era frío, pero se sentía el calor de las sonrisas en los rostros acogedores de los voluntarios, muchos de los cuales sacrificaron parte de la noche de Navidad para apoyar la ceremonia. Esta fue la primera noche del Jubileo de 2025. La plaza refuerza su papel de lugar de encuentro de caminos e historias. Esperamos muchos más testimonios de esperanza llegando a la Ciudad Eterna.
Periodista en Roma