Con mucha oración y contemplación, las Hermanas de la Caridad de Nueva York han decidido cerrar sus puertas. Vamos a «pasar la antorcha a nuestros colegas laicos», dijo la hermana Donna Dodge, presidenta de las Hermanas de la Caridad de Nueva York.
Una votación unánime en su reciente reunión evocó un sentimiento de tristeza, nostalgia y esperanza. Cuando se leyeron los nombres de sus predecesoras, no faltaron las lágrimas ni el agradecimiento por el legado que iban a dejar. «La facilitadora de la sala de reuniones nos hizo cantar: ‘Donde hay caridad y amor, allí está Dios'», recuerda la hermana Dodge.
Pasado y presente
Las Hermanas de la Caridad han sido una presencia destacada en Nueva York desde sus humildes comienzos. Elizabeth Ann Seton, fundadora de la orden, fue una viuda católica conversa y la primera ciudadana estadounidense canonizada.
En 1817, la Madre Seton envió a tres hermanas a Nueva York para ayudar a los más vulnerables y fundar un orfanato. Su orden creció exponencialmente en los años siguientes. Llegó a tener más de 1.300 hermanas. Y su llamada a «responder a los signos de los tiempos» permanece en su ADN.
Sin embargo, están cerrando sus puertas lentamente y seguirán buscando nuevos ministerios, dijo la hermana Dodge, que habló de su misión de 200 años. «Creo que se nos conoce por responder a los signos de los tiempos a medida que surgen nuevas necesidades, y así, cuando hubo necesidades únicas de servicios sociales, respondimos de diferentes maneras para llevar a cabo la misión de Jesucristo. «
Además de atender a las víctimas de la Guerra Civil, las Hermanas participaron en manifestaciones por los derechos civiles, enseñaron a innumerables niños y cuidaron de huérfanos.
Continuar el legado
Su misión continuará, y esperan «mantener el espíritu de caridad y continuar su legado «más allá de nosotras», declaró la Hermana Dodge.
También expresó su confianza en los laicos y laicas «que hacen un trabajo fantástico y tienen un gran sentido del carisma y del espíritu de las Hermanas de la Caridad”.
A lo largo de los años, abrieron escuelas, colegios y hospitales y lanzaron misiones en el extranjero, en las Bahamas y Guatemala. Y nada ha cambiado: este formidable e impactante grupo de mujeres sigue sirviendo a personas marginadas de la sociedad, como inmigrantes, personas sin hogar y ancianos.
La hermana Dodge compartió que la decisión, aunque no fue fácil, fue «liberadora» porque sabemos que todo está en «manos de Dios».