Los días 19 y 20 de noviembre se ha celebrado en Berlín la asamblea plenaria del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK por su abreviatura en alemán), el órgano que junto con la Conferencia Episcopal de Alemania (DBK) dirige el Camino Sinodal. Al margen de la elección de la nueva presidenta Irme Stetter-Karp, de 65 años, como sucesora de Thomas Sternberg (que había presidido el ZdK desde 2015), y de otros cargos, los aspectos más destacados fueron dos: la presentación de los resultados provisionales de un nuevo estudio sobre abusos sexuales -en este caso en la Iglesia de Münster, elaborado por un grupo de historiadores, y la conferencia pronunciada por la “arzobispa” de la iglesia luterana sueca.
El proyecto sobre los abusos sexuales en Münster, que comenzó hace dos años bajo la dirección de Thomas Grossbölting y Klaus Grosse Kracht y tiene previsto finalizar en la primavera de 2022, los resultados coinciden hasta ahora, grosso modo, con los que arrojó el informe denominado MHG (por participar en él profesores de las universidades de Mannheim, Heidelberg y Giessen): aproximadamente el cuatro por ciento de los clérigos de esa diócesis han sido acusados, desde 1945, de haber cometido abusos.
En general, estas cifras -según Grossbölting y Grosse Kracht- corresponden a la cuota de abusadores en la población de Alemania, que se calcula entre el tres y el cinco por ciento. “Es decir, los sacerdotes católicos no son ni más ni menos propensos a cometer abusos sexuales. Ni su formación ni la ordenación sacerdotal les protegió de ello”.
Sorprendentemente, los directores de este proyecto no extraen de estos resultados ninguna conclusión para la prevención durante el periodo de formación de los sacerdotes. Y tampoco lo hacen de un hecho de especial relevancia: según mencionan, tres cuartas partes de las víctimas son chicos, lo cual está en crasa contraposición con la estructura de las víctimas en la población general, donde se estima que las chicas se ven afectadas tres o cuatro veces más que los chicos; es decir, justo lo contrario. Parece que la relación entre abusos y homosexualidad sigue siendo un tema tabú.
En lugar de ello, concluyen: “Es posible que la Iglesia católica no tenga un problema cuantitativo con los abusos sexuales, pero sí uno cualitativo. Porque los hechos, pero también el encubrimiento de los abusos, tienen un carácter profundamente católico en muchas facetas”. En otras palabras: según Grossbölting y Grosse Kracht, los abusos tienen “causas sistémicas”: en la moral sexual de la Iglesia (también esto resulta sorprendente: ¿no prohíbe precisamente la moral sexual católica los abusos sexuales?), así como en la “concepción de la Iglesia sobre el ministerio en general”, en cuanto en ella “el sacerdote no solo es superior a los laicos en la dirección de la comunidad, sino también en su naturaleza” pues, con la ordenación, adquiere una parte de la autoridad de Jesucristo y lo representa “in persona”.
“Esta es la base trascendente del poder pastoral que el ‘hombre santo’ tiene sobre sus víctimas. De este contexto resulta el fracaso del liderazgo de los obispos”.
En su interpretación de los resultados del estudio, Grossbölting y Grosse Kracht abogan por una Iglesia diferente: “Nos referimos a algo fundamental, la comprensión del ministerio sacerdotal, la relación entre los sacerdotes y los laicos y entre las mujeres y los hombres, nos referimos al control desde el exterior de los obispos y los responsables del personal y, esencialmente, a la limitación del poder pastoral”. De este modo, los abusos sexuales ofrecen la ocasión para cuestionar los fundamentos de la Iglesia católica. En este sentido, resulta sorprendente que Thomas Söding, teólogo y miembro de la presidencia de la ZdK, se sintiera obligado a calificar como “palabra emponzoñada” la expresión “abuso de los abusos”.
En este contexto es asimismo comprensible el entusiasmo con que los participantes en la asamblea del ZdK acogieron la conferencia pronunciada por la “arzobispa” luterana Antje Jackelén, de Uppsala (Suecia). Originaria de Alemania, vive desde hace 40 años en Suecia; y desde 2014 se encuentra a la cabeza de la Iglesia luterana sueca. La presidencia del ZdK le había pedido que proporcionara una “visión desde el exterior” del camino sinodal en Alemania.
Aunque considera que sería “insolente” indicar un objetivo para el camino sinodal, porque “la iglesia de Suecia no tiene la solución”, Antje Jackelén esbozó cómo se entiende la sinodalidad en esta iglesia luterana: “Existe lo que llamamos dos ‘líneas de responsabilidad’: por un lado, la ‘línea episcopal’, con los obispos, presbíteros y diáconos: los obispos son elegidos en cada diócesis por presbíteros y diáconos, así como por el mismo número de laicos; por otro lado, la ‘línea sinodal’, cuyos representantes son elegidos en votaciones directas y democráticas. El concepto clave es la responsabilidad común”.
Que en Suecia esté “ampliamente aceptado que se puedan ordenar tanto a hombres como a mujeres” es otro aspecto que cayó en terreno abonado en la asamblea del ZdK. Irme Stetter-Karp, su presidenta recién elegida -que es también vicepresidente de Cáritas en Alemania- dijo al respecto tras su elección: “Como mujer, para mí esta exclusión [de las mujeres de la ordenación sacerdotal] no es aceptable, pero no solo desde los años 2000, sino desde siempre. No me parece argumentable que mi Iglesia ordene, por decreto o en función del sexo, a unos sí y a otros no.
Esta es una perspectiva como mujer, pero que comparten también muchos hombres. Un motivo igualmente decisivo me parece la cuestión pastoral. Para esto suelo utilizar un símil: uno no puede extender indefinidamente una masa cuando quiere hacer un pastel; en algún momento se rompe. Este es un riesgo que veo en muchas comunidades. Para mí, la fe es tan importante que me lleva a decir: estaría bien que lo reconsiderásemos”.
No sorprende, pues, que al terminar esta su exposición Irme Stetter-Karp invitara a Antje Jackelén a la Convención de los Católicos Alemanes de 2022; pero también otras participantes en la Asamblea se apresuraron a invitarla a participar en deliberaciones del camino sinodal. Parece que al menos algunos miembros de la Asamblea del ZdK consideran a la iglesia luterana sueca como un modelo para el camino sinodal alemán.