Experiencias

Gustavo Ron,“enamorado de la labor de los voluntarios de Nadiesolo”

Tras una vida de emprendimiento profesional en hostelería, Gustavo Ron se embarcó en 2010 en Nadiesolo, cuyos dos mil voluntarios acompañan a cuarenta mil personas, con nombre y apellidos, que sufren soledad no deseada por enfermedad, dependencia, discapacidad o en riesgo de exclusión. “Cada vez hay más demanda social de acompañamiento”, asegura.

Francisco Otamendi·30 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

“Sí, soy el padre de Gustavo Ron”, comenta con buen humor este empresario hostelero, reconvertido a la gestión de voluntarios para acompañar a personas vulnerables y tantas veces solas. Porque su hijo Gustavo es un conocido guionista y director de cine español. Tampoco Gustavo Ron senior (Zaragoza, 1945), es un desconocido. Preside el patronato de Nadiesolo Voluntariado, la cuarta del sector en Madrid tras Cáritas, Cruz Roja y Manos Unidas, y antes fue, por ejemplo, consejero delegado de Hoteles Husa y fundó Café y Té.

A este Gustavo Ron, el padre, le conocimos hace poco.“Estoy haciendo una ‘tournée’ voluntaria, para eso soy de Nadiesolo, que es una ONG de voluntarios, con dos objetivos. Que la gente conozca iniciativas existentes; y la captación, no digo inmediata, a medio plazo, de voluntarios, porque nos hacen falta”. “Tenemos dos mil”, añade Ron, “pero antes de la pandemia teníamos 2.300, y pasamos a 1.500. Ahora estamos subiendo. Cada vez hay más demanda social de acompañamiento, ésa es la realidad.”.

Sobre los inicios, Gustavo Ron lo cuenta así: “Ésta es una fundación laica, que no pertenece a ningún credo, pero sí hay que decir que esta fundación la sacó adelante en 1995 un grupo de supernumerarios del Opus Dei, y la siguen impulsando. Nuestro patronato está compuesto por mayoría de supernumerarios, sin que se persiga este hecho, porque hay patronos que no pertenecen a la Obra, y son gente preocupada por lo que significa acompañar a la gente que está sola”.

“Gracias a Dios, nazco en una familia católica”, explica este aragonés. “Mi padre había pertenecido a los Luises, era malagueño, y mi madre, nacida en Zaragoza, era fundamentalmente pilarista, como corresponde a una buena maña. Fuimos al colegio cardenal Xavierre de los dominicos en Zaragoza, a los que sigo teniendo un tremendo respeto y aprecio. Mi padre murió cuando tenía 15 años. Esto sirvió para dirigir mi futuro profesional, y termino en la Escuela de Hostelería, que me situó en el mundo de los servicios, que tiene mucho que ver con mi dedicación actual en Nadiesolo. Es decir, estamos aquí para servir, y si servimos y nos enamoramos de ello, nos lo pasamos pipa trabajando”. 

Gustavo Ron explica que conoció Nadiesolo (Desarrollo y Asistencia), a través de su presidente entonces, Rafael Izquierdo, ingeniero de Caminos. “Era una persona absolutamente entrañable. Nos conocimos en Fátima, y un día me dijo: ‘vente conmigo’. Más adelante, con Rafael ya fallecido, las mujeres, que eran mayoría en el patronato, me dicen que tenía que ser yo presidente”. Ron desvela que “he acompañado a voluntarios a visitar a los usuarios, a excursiones, a lugares de ocio, etc., y me he enamorado absolutamente de la tarea. Defiendo la labor de los voluntarios de Nadiesolo, porque son gente enormemente disponible, y al mismo tiempo enormemente agradecida. Y lo que ocurre con el tiempo, y no mucho, es que el voluntario pasa a ser amigo del usuario, y viceversa, un amigo disponible”. 

El año pasado, los voluntarios de la organización dedicaron 83.000 horas de acompañamiento a través de sus programas (ver nadiesolo.org). “Hay un programa que es quizá el más bonito y más fácil de comprender, que es sacar a pasear a los niños discapacitados. A estos chavales, menores de 13 años, porque los mayores tienen otro programa distinto, les saca a pasear un sábado al mes un matrimonio con sus hijos. Es el ‘Voluntariado familiar’, beneficioso para todos, y también formativo”.

Charlamos sobre el denominado ‘Apoyo a personas sin hogar’.“La gente que vive en la calle tiene dependencias, casi todos, y son personas de difícil convivencia. El Ayuntamiento de Madrid tiene tres residencias, albergues. Conozco los dos albergues a los que prestamos servicio, y allí vamos a hacer acompañamiento con estas personas: jugar a las cartas, charlar con el que quiere, y con algunos llegamos a tener un trato de amistad. Recuerdo una excursión a Ávila con un grupo de 50. Yo he vivido lo que significó el viaje, el hotel, la visita a la catedral, las murallas…., también hemos ido a Segovia, a Toledo, etc.”.

“Esto es importante para esta gente porque se siente querida, porque les damos cariño, porque yo le di la mano a 50 personas a las que habitualmente no doy la mano, y en ese momento me arrepentí de no hacerlo con frecuencia”. ¡Lo pasan tan bien!, y al menos provisionalmente se sienten incluidos en la sociedad”, afirma Gustavo Ron.

El autorFrancisco Otamendi

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