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Gregorio Luri: «Se ha dejado de respetar la dignidad del alumno»

Alguien ha calificado la tecnología como “la madre de todas las batallas”, Pero todos saben que en el orden social, es la educación. El filósofo y pedagogo Gregorio Luri acaba de lanzar su libro "Prohibido repetir", con “una propuesta apasionada para salvar la escuela”. “Nadie está condenado a la mediocridad”, asegura.

Francisco Otamendi·21 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
Gregorio Luri

Gregorio Luri, filósofo y pedagogo (Cristina Pascual)

Hace casi tres años, Omnes entrevistó a Gregorio Luri (Navarra, España, 1955), residente en El Masnou (Barcelona), con motivo de la presentación del Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea que lanzó la Universidad de Navarra en el Campus de Madrid.

Ahora, conversamos de nuevo con este pedagogo, uno de los referentes de la educación en España y activo en redes sociales (@GregorioLuri en X), con ocasión de su libro ‘Prohibido repetir. Una propuesta apasionada para salvar la escuela’, de editorial Rosamerón. Va ya por la tercera edición en menos de dos meses.

Prohibido repetir. Una propuesta apasionada para salvar la escuela

Autor: Gregorio Luri
Editorial: Rosamerón
Longitud de impresión: 303 páginas
Idioma: Castellano

Uno de sus mensajes principales: “Nadie está condenado a la mediocridad por un designio del destino. La pobreza condiciona, y condiciona mucho, pero no determina. Y este es el mensaje que debemos darles a los alumnos de los medios más desfavorecidos. Si no los tratamos como personas libres y responsables, estamos faltando el respeto a su dignidad, porque, seamos conscientes o no de ello, los consideramos amorales”.

Conversamos con el experto cuando aterriza de una estancia en un país latinoamericano, y el domingo 27 podrán escucharle en Encuentro Madrid 24. Ahora hablamos de mediocridad, de calidad, de la discriminación a la educación privada y concertada…

El subtítulo de su libro ‘Prohibido repetir’ es ‘Una propuesta apasionada para salvar la escuela’. No dice usted mejorar, sino “salvar”. ¿Se refiere a nuestro país y/o a los varios que analiza en el libro?

La mediocridad es difícilmente mejorable, porque carece de una representación fiel de su propia mediocridad. No sabe lo que no sabe. Por eso hay que salvarla. Hay que salvarla del cultivo de lo fácil (comenzando por el de las bellezas fáciles) y de la tendencia que nos empuja al mismo tiempo a exigir menos y a mejorar los resultados.

En su breve presentación, usted se pregunta ¿qué está pasando? Usted es filósofo y pedagogo, con larga experiencia. Díganoslo.

– Está pasando que se ha dejado de respetar la dignidad del alumno. Por eso comienzo el libro contando las dos experiencias que me empujaron a escribirlo. Primero, la de un colegio muy humilde de Cúcuta, en Colombia, que al invitarme a dar una charla me añadieron: “Respete a nuestros alumnos; no se lo ponga muy fácil”. Segundo, la de los maestros de la sección de oncología pediátrica del Hospital Montepríncipe, cuyo contenido dejo a disposición de la curiosidad del lector.

Expone usted que, entre nosotros, “repetición” (de curso) evoca inmediatamente “potenciales daños emocionales en el repetidor”, y no está de acuerdo. Y se refiere también a la comprensión lectora de un texto mínimamente complejo. Hable un poco de ello.

– Lo que menos necesita un pobre con dificultades de aprendizaje es una palmadita en la espalda que le diga que, sea lo que sea lo que ha hecho, lo ha hecho muy bien. Si el resultado no importa, entonces el esfuerzo (la voluntad) y la atención tampoco. Sabemos bien dónde están las líneas de fractura de nuestro sistema escolar (3º/4º de primaria), así que o dedicamos recursos a evitar la fractura o los dedicamos a compensar sus consecuencias.

¿Cuál fue el denominado ‘milagro de Misisipi’ que narra en su libro? Alguna pista.

– Nadie está condenado a la mediocridad por un designio del destino. La pobreza condiciona, y condiciona mucho, pero no determina. Y este es el mensaje que debemos darles a los alumnos de los medios más desfavorecidos. Si no los tratamos como personas libres y responsables, estamos faltando el respeto a su dignidad, porque, seamos conscientes o no de ello, los consideramos amorales.

El presidente de CECE, Alfonso Aguiló, ha reconocido un “trato discriminatorio a la educación privada y concertada” en nuestro país. Cuatro cuestiones muy breves: 1) ¿Comparte el diagnóstico? 2) Enuncie una razón. 3)¿Pasa lo mismo en algún país que analiza en su libro? Suecia, Finlandia, Países Bajos, Escocia, Francia… 4) La discriminación, si existe, es un hecho alarmante. ¿Está en juego la libertad de las familias?

– 1) Sí. 2) Una incomprensión de lo que significa libertad de elección. 3) El único país que se tomó en serio esta cuestión fue Suecia con el cheque escolar, pero, para ser honestos, hemos de decir que sus resultados son menos satisfactorios de lo esperado. 4) Obviamente. Lo que debería hacer el Estado no es poner palos en las ruedas de la educación privada y concertada, sino hacer la escuela pública tan atractiva que sus resultados fueran superiores a los de la concertada y privada.

Un profesor catalanista de Girona, Damiá Bardera, ha desmontado el “disparate educativo” de Cataluña, al declarar: «La escuela ha abdicado de enseñar», y «se parte de la mentira de que existen atajos al esfuerzo”. ¿Lo comparte?

 – Sí. Pero lo importante no es que sea catalanista, sino que se atreve a decir lo obvio.

Una última cosa. Su epílogo se titula ‘Escolarización no es instrucción’, no es aprendizaje. ¿Hay alternativas? ¿Cuál es su mensaje?

– Hoy sabemos que el aprendizaje de los alumnos no depende del número de horas de clase, sino de la calidad de las mismas. Y claro que hay alternativa: comencemos aprendiendo algo de las comunidades españolas que lo hacen mejor.

El autorFrancisco Otamendi

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