El 14 de marzo es el día internacional de las matemáticas y no es por mera casualidad. Muchos países de tradición anglosajona escriben la fecha siguiendo el esquema mes-día-año, o sencillamente mes-día. Esto significa que una fecha se escriba 3-14… Y en esos dígitos está la clave del día conmemorativo de las matemáticas: 3,14 es el principio de uno de los números más famosos, el número Pi.
Las matemáticas, amadas y odiadas por igual, son importantes también para los católicos. Un ejemplo de ello es la vida del sacerdote, matemático, astrónomo y físico Georges Lemaître, que además de pasar por el seminario desarrolló una intensa actividad académica e investigadora. Tanto es así, que es uno de los padres de la Teoría del Big Bang y de la Ley de Hubble-Lemaître.
Dos vocaciones
Georges Lemaître nació en Bélgica el 17 de julio de 1894. Hijo de padres católicos, estudió en un colegio de jesuitas. Allí destacó en varias asignaturas, pero especialmente en matemáticas y física. Mientras estudiaba, llegó a la conclusión de que tenía dos vocaciones, que en un principio podrían parecer incompatibles: el sacerdocio y la ciencia.
Tras pasar por la Escuela de Ingenieros de Minas y ser voluntario en el ejército durante la Primera Guerra Mundial, Georges comenzó sus estudios en Física y Matemáticas. En 1920 obtuvo el doctorado gracias a su tesis “La aproximación de funciones de varias variables reales”. Apenas sin mediar descanso, después de defender su tesis Lemaître ingresó en el seminario.
Sin embargo, la preparación al sacerdocio no era obstáculo para continuar aprendiendo sobre Física y Matemáticas. Por ello, el joven seminarista siguió profundizando en la ciencia, tomando un especial interés por la Teoría de la Relatividad de Einstein. A lo largo de su vida, Georges Lemaître se encontró con el físico alemán hasta en cuatro ocasiones, quien reconoció sus importantes aportaciones al progreso científico.
La Teoría de la Relatividad acompañó al sacerdote durante varios años. Profundizó en ella a lo largo de su labor de investigación, la cual le llevó tanto a la Universidad de Cambridge en Inglaterra como al famoso MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) en Estados Unidos.
Aportaciones científicas
Con el tiempo, Georges Lemaître obtuvo la cátedra en la Universidad Católica de Lovaina, en su país de origen, por lo que regresó a Bélgica. Allí desarrolló una de sus grandes aportaciones, antes mencionada: la Teoría del Big Bang.
También durante esa época publicó su trabajo acerca de la conocida hoy como Ley de Hubble-Lemaître. Sin embargo, su aportación a esta ley tardó años en reconocerse, pues la comunidad científica atribuyó el mérito casi por completo al astrónomo Edwin Hubble.
Ciencia y fe
Había quienes dudaban del trabajo de Lemaître como matemático y físico. Para algunos, su condición como sacerdote y sus creencias católicas le impedían desarrollar bien su trabajo. Pero el científico no dudaba en aclarar que su fe no era un impedimento para la labor que hacía. Aseguró en diversas ocasiones que no necesitaba mezclar los dos ámbitos cuando tenían que mantenerse separados.
A pesar de esto, también afirmaba que la ventaja de ser un científico católico es que uno tiene la seguridad de que la realidad está creada por un ser inteligente, por lo que se pueden encontrar las respuestas a las preguntas acerca del universo, ya que siguen una lógica.
El Papa de aquel entonces, Pío XII, no tenía los mismos prejuicios que algunos científicos de la época. Por ello, nombró a Lemaître miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias. Si bien es cierto que el Pontífice y el sacerdote tenían algunas diferencias, Lemaître nunca entró en conflicto directo con el Papa, asegurando que sus teorías científicas no estaban relacionadas con la Teología.
Últimos años
En 1960, Georges Lemaître comenzó a ejercer el cargo de presidente de la Academia Pontificia. Durante su mandato facilitó el diálogo entre científicos creyentes y ateos, logrando una apertura nunca antes vista en la institución.
El sacerdote continuó toda su vida investigando y ejerciendo su ministerio sacerdotal, hasta que falleció, enfermo de leucemia, en 1966 a los 71 años.