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Gabriel Pérez: “López Bravo actuó con libertad, sin representar al Opus Dei”

Gregorio López Bravo fue uno de los hombres de Estado españoles más destacados del siglo XX. Político y empresario, casado y con nueve hijos, fue supernumerario del Opus Dei desde 1952 hasta su fallecimiento en un trágico accidente aéreo en 1985. El periodista y doctor Gabriel Pérez Gómez acaba de presentar una biografía sobre el personaje.  

Francisco Otamendi·13 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos
López Bravo

López Bravo, presidiendo un Consejo de Seguridad de la ONU, en 1970, con el secretario general, U Thant (UN Press Service)

Si hubiera nacido en otra época histórica, quizá Gregorio López Bravo (1923-1985), hubiera estado al margen de la política, o no tan involucrado en la economía de su país. Pero crecer y madurar a mediados y finales del siglo XX le empujó a ello. Con una sólida formación de Ingeniero naval, fue ministro de Industria a los 39 años, en 1962; de Asuntos Exteriores (1969-1973); y diputado del Congreso en democracia (77-79).

“Sus decisivas contribuciones a la modernización del país, a su proyección internacional y en definitiva a su prestigio, son incontestables”, escribe en el prólogo Alberto Horcajo, presidente de Impactun, de la que López Bravo fue promotor. En efecto, en 1981, abandonada la política, promovió la creación del Instituto de Educación e Investigación para el apoyo a la Universidad de Navarra, que posteriormente se convertiría en la actual Fundación Impactun. 

El autor de la biografía, Gabriel Pérez Gómez, es doctor en Ciencias de la Información y periodista. Ha sido director de Televisión Española en Navarra y presidente de la Asociación de la Prensa de Pamplona, y este tiempo se ha sumergido en miles de páginas de diversos archivos. Considera “de excepcional importancia” el memorándum de López Bravo redactado en el avión que le traía de vuelta a España tras la tensa entrevista que tuvo que mantener con el Papa San Pablo VI en 1973.

Omnes ha entrevistado a numerosos miembros de carismas e instituciones de la Iglesia. También a fieles del Opus Dei, o sobre ellos. Por ejemplo, ha conversado con la milanesa Marta Risari o la joven madre supernumeraria lituana Judita Velziene, Y hace unos días publicó una entrevista sobre el banquero y filántropo español Luis Valls, cuya fe le hizo convertirse en un banquero social. Ahora, al hilo de la actualidad, conversa con Gabriel Pérez sobre López Bravo sobre esta biografía que edita Rialp.

López Bravo. Una biografía

Autor: Gabriel Pérez Gómez
Editorial: Rialp
Longitud de impresión: 334 páginas
Idioma: Castellano

Para empezar, una pregunta habitual. ¿Qué le llevó a investigar la vida de Gregorio López Bravo?

 -Pues fue una carambola. No me tengo por biógrafo, sobre todo cuando leo biografías apasionantes y escritas magistralmente. Hace ya unos años, prejubilado en TVE y con tiempo disponible, me embarqué en la biografía de mi suegro, Álvaro d’Ors, porque tenía una deuda de gratitud con él por tantas cosas como me había enseñado. Se ve que ese libro inspiró a alguien de la Fundación Impactun y me propusieron escribir esta biografía de López Bravo, coincidiendo con el centenario de su nacimiento.

En esta biografía, usted se refiere a asuntos de interés histórico, porque López Bravo, su biografiado, jugó un papel preciso en ellos. El Plan de Estabilización, la modernización de España, ¿Cómo lo ha enfocado? Porque el desafío era importante.

En primer lugar, con un gran respeto por los hechos históricos y, después, tratando de ver el papel que, en lo personal, jugó el protagonista. Dejo para los historiadores tantos antecedentes y consecuencias como tuvieron las actuaciones de mi biografiado, de donde pueden salir monografías muy interesantes, pero que llevarían al lector a perderse en una maraña de datos.

Por la condición de supernumerario del Opus Dei de López Bravo, fue integrado por los clichés políticos entre los denominados “tecnócratas”, los “Lópeces”. Pero en su libro consta que no hubo más de tres miembros del Opus Dei en dos o tres gabinetes ministeriales. Además, hubo divergencias entre ellos, sin contar a intelectuales opositores como Calvo Serer, también del Opus Dei.

Claro. Me parece que había un interés político muy definido en presentar a la Obra como una oscura organización que pretendía hacerse con todos los resortes del poder. Lo que hago es dar las cifras de los miembros de la Obra que estuvieron al frente de algún ministerio y, al mismo tiempo, me hago eco de la insistente predicación de san Josemaría, en el sentido de que cada cual actúa en la esfera profesional, social o política, de acuerdo con sus propias convicciones, de las que es responsable personalmente y que, en ningún caso, esas actuaciones representan al Opus Dei ni a la Iglesia. Este extremo explica lo que usted apunta de que, en el seno mismo de la Obra, hubiera posturas políticas divergentes.

Combina información de numerosos archivos con reportajes documentados sobre el accidente aéreo en el que falleció, o sobre la tensa entrevista del entonces ministro López Bravo con el Papa San Pablo VI, en 1973. ¿No tuvo problemas de conciencia López Bravo? De hecho, fue cesado en la crisis de ese año.

– He leído miles de páginas de los archivos que cita. Conocía lo que se había publicado de la entrevista de López Bravo con san Pablo VI y ya tenía prácticamente redactado ese capítulo cuando, en uno de los últimos días de consulta de su archivo personal (más de 120 cajas llenas de papeles), cuando ya pensaba que no iba a aparecer nada de interés, me encontré con un memorándum de López Bravo redactado en el mismo avión que le traía de vuelta a España en el que se relata en síntesis el contenido de aquella entrevista. 

Es un documento de excepcional importancia. Por lo que se refiere a la repercusión personal de esa entrevista, no he encontrado nada escrito por López Bravo que cuente cómo le influyó, aunque supongo que tuvo que hacerse una cierta violencia interior: tenía que hacer su trabajo como ministro, al mismo tiempo que sabía que estaba tratando con el Vicario de Cristo.

Tiene un capítulo dedicado a su perfil humano, a las amistades… Habla de su austeridad, de su familia numerosa, de sus ayudas a tanta gente, hasta el punto de quedarse casi con necesidad tras sus años en política, cuando suele suceder lo contrario.

 – Gregorio López Bravo se entregó al ejercicio de la amistad por encima de muchas cosas. Los testimonios de sus amigos son abrumadores. Incluso en estos días, con la biografía recién salida, estoy recibiendo cartas y llamadas de personas que le conocieron y que me cuentan detalles de su relación con él. Y tenía amigos de todo tipo; hasta me parece que era más amigo de quienes pensaban distinto.

También se recoge en el libro la importancia que daba a la formación espiritual y doctrinal religiosa. Por ejemplo, en las charlas de formación que albergó en su casa durante años, fueran tres personas o doce, o su actitud el día del golpe de Estado del 23-F. 

– Es un caso clarísimo de una persona que actúa como piensa, lo que le lleva a hacer partícipe a sus amigos de sus mismas inquietudes espirituales. Algunos de ellos se llegaban a preguntar si su presencia en un retiro o en una meditación a la que le había invitado Gregorio se debía a su interés por acercarse a Dios o al hecho de corresponder a la invitación del amigo.

“Su mayor pasión siempre fue la política”, le dijo su mujer, Marián, a usted. ¿Cómo llevó López Bravo su cese en el gobierno por una decisión se supone de Carrero Blanco? Usted cuenta que le atendió antes de fallecer en un brutal atentado. Habían coincidido en Misa de 9 por la mañana.

Pienso que tuvo que reciclarse. La política y, por tanto, el servicio público, le habían ocupado los años centrales de su vida y, cuando no se esperaba, en pleno éxito, presidiendo un plenario de la OCDE en el Château de la Muette, en Paris, se enteró de que Carrero Blanco no contaba con él en el Gobierno que acababa de formar. Vivía al día, sin una cuenta corriente que le asegurara una cierta estabilidad, porque nunca se aprovechó de sus cargos para obtener ingresos “extras”, como vemos en tantos casos del pasado y del presente. Sus amigos le echaron una mano y enseguida salió a flote en el mundo empresarial, al que dedicó su perspicacia hasta el momento del fatal accidente que le costó la vida.

El autorFrancisco Otamendi

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