En abril de 1534, el ex Lord Canciller Tomás Moro y el obispo de Rochester John Fisher se negaron a firmar el “Acta de Supremacía” aprobada por el Parlamento inglés, que convertía al rey Enrique VIII en cabeza de la Iglesia inglesa. Moro y Fisher fueron ejecutados por dicha negativa. Juan Pablo II nombró a Tomás Moro patrón de gobernantes y políticos el 31 de octubre de 2000: “De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia”, decía el Motu Proprio para su proclamación.
Mártires de la conciencia los ha habido “a través de los siglos”, también en el régimen nacionalsocialista. Siguieron los dictados de su conciencia tanto por ejemplo los estudiantes de la Rosa Blanca como otras personas que se negaron a obedecer el sistema nazi, anticristiano e inhumano, y que pagaron con su vida esa resistencia.
Mártir de la conciencia
Una forma especial de negativa consistió en el rechazo del juramento de fidelidad a Hitler. Tras el fallecimiento del Presidente del Reich, Paul von Hindenburg, el 2 de agosto de 1934, cambió la fórmula de la jura. En lugar de servir “siempre fiel y cabalmente a mi pueblo y a mi Patria”, los reclutas debían jurar “que prestaré obediencia incondicional al Führer del Reich y Pueblo Alemán, Adolf Hitler”.
De los 18 millones de soldados de la Wehrmacht, solo unos pocos se negaron a prestar este juramento, en contraste con los desertores, que se estiman en unos 30.000. Para la deserción puede haber diferentes motivos; el juramento, en cambio, fue rechazado por razones de conciencia. Al margen de los Testigos de Jehová o “Estudiantes de la Biblia” —que no rechazaban específicamente el juramento de Hitler, sino el servicio militar en general—, según los últimos estudios dieron este paso trascendental unos 20 católicos y nueve protestantes.
Junto a Franz Jägerstätter y Josef Mayr-Nusser, beatificados en 2007 y 2017, respectivamente, el más conocido de ellos es Franz Reinisch, cuyo proceso de beatificación ya ha pasado la fase diocesana. Padre palotino y de Schönstatt, fue condenado a muerte por “socavar la fuerza de defensa” (Wehrkraftzersetzung) en julio de 1942 y ejecutado el 21 de agosto del mismo año, hace ahora 80 años.
Ya en 1939 y en la casa de ejercicios espirituales de Schönstatt, Reinisch había dicho: “No se puede prestar el juramento, la jura a la bandera nacionalsocialista, al Führer. Eso es pecado, pues sería como prestar juramento a un criminal… Nuestra conciencia nos prohíbe seguir a una autoridad que solo trae al mundo crímenes y asesinatos por mor de la conquista. ¡A ese criminal no se le puede prestar juramento!”. Mantuvo su convicción hasta el final.
Vocación
Franz Reinisch había nacido el 1 de febrero de 1903 en Feldkirch-Levis (Vorarlberg). Su padre era jurista, por lo que él también comenzó a estudiar derecho en la Universidad de Innsbruck. Tras un retiro de 30 días en Wyhlen, cerca de Basilea, y en vista de la miseria moral que encontró mientras estudiaba Medicina legal en Kiel en 1923, se despertó en él el deseo de “ganar almas para Cristo”. Decide hacerse sacerdote. Tras tres años en el seminario de Brixen, Reinisch es ordenado sacerdote el 29 de junio de 1928.
Pronto entra en contacto con los padres palotinos de Salzburgo. En noviembre ingresa en el noviciado palotino de Untermerzbach, cerca de Bamberg. A través de los palotinos, Franz Reinisch conoció Schönstatt en agosto de 1934 (hasta 1964 el Movimiento de Schönstatt permaneció estrechamente ligado a los palotinos en cuanto a su organización). Finalmente había encontrado su vocación.
Fue precisamente en esta época cuando comienza su enfrentamiento con el nacionalsocialismo. Le indignaba que, en relación con el llamado “Röhm-Putsch” (“noche de los cuchillos largos”) a finales de junio de 1934, el régimen mandara asesinar a personas sin que mediara una sentencia judicial, pero también que Hitler incorporara Austria al Reich alemán violando el derecho internacional. Al igual que Dietrich Bonhoeffer, Reinisch reconoce la alternativa: “O nazi o cristiano”, no es posible ser ambas cosas.
Camino del martirio
Con el comienzo de la guerra se agudizó la persecución a la Iglesia. A Franz Reinisch se le prohibió predicar en septiembre de 1940, lo cual sellaría su destino: al no poder ocupar un puesto parroquial, podía ser llamado a filas. El 1 de marzo de 1941, el P. Reinisch recibió la orden de prepararse para el reclutamiento; la orden de acudir a filas en sí le fue enviada el martes de Pascua de 1942.
Franz Reinisch llega al cuartel de Bad Kissingen el 15 de abril de 1942, deliberadamente un día después de lo ordenado. Inmediatamente declara su negativa a prestar el juramento de fidelidad a Hitler, por lo que es llevado a la prisión de Berlín-Tegel. El juicio ante el Tribunal Militar del Reich tuvo lugar el 7 de julio; pero la sentencia de muerte ya estaba dictada con anterioridad. Fue trasladado a la prisión de Brandenburg-Görden para su ejecución.
En su alegato final, en el juicio, declara: “El condenado no es un revolucionario, un enemigo del Estado y del pueblo, que lucha con la violencia; es un sacerdote católico que utiliza las armas del espíritu y de la fe. Y sabe por lo que está luchando”. Franz Reinisch entiende su muerte como signo de expiación. Su vida terrenal termina el viernes 21 de agosto de 1942, a las 5.03 horas.
Unos padres fuertes
Franz Reinisch es el único sacerdote católico que se negó a prestar el juramento a Hitler, de lo cual era consciente: “Sé que muchos sacerdotes piensan de otra manera que yo; pero por mucho que examine mi conciencia, no puedo llegar a ninguna otra conclusión. Y contra mi conciencia —con la gracia de Dios— no puedo ni quiero actuar”. Sus padres le reafirman en su decisión; en una carta le dice su padre: “El sufrimiento es breve y se pasa pronto. Al final del sufrimiento impuesto se encuentra la alegría eterna. Finis tuus gloriosus erit! El fin del sufrimiento y el comienzo de la eternidad serán magníficos”. Y su madre: “No tengo nada más que añadir que decir que rezaré y me sacrificaré más aún; sé fuerte, Franzl; el cielo es nuestra recompensa”.
El proceso de beatificación de Franz Reinisch se clausuró, en la fase diocesana, en junio de 2019. Los expedientes y documentos se remitieron a Roma, a la Congregación para las Causas de los Santos. Como mártir (de conciencia), no es necesario ningún milagro para la beatificación. A esto alude Manfred Scheuer, obispo de Linz y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Austriaca, en el documental de una hora “Pater Franz Reinisch – Der Film” (Angela Marlier, 2016): el martirio de Franz Reinisch está “en la línea de los mártires de la Iglesia primitiva que dijeron no al emperador” y que deletrearon el credo diciendo: “Renuncio al mal”.