Vaticano

Francisco preside la Misa del domingo de la Divina Misericordia

El segundo domingo de Pascua se conoce como el Domingo de la Divina Misericordia. Es una devoción vivamente recomendada por los últimos Papas.

David Fernández Alonso·8 de abril de 2021·Tiempo de lectura: < 1 minuto
el papa preside la misa Divina Misericordia

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

El domingo 11 de abril, el papa Francisco ha presidido, por segunda vez, la Misa de la fiesta de la Divina Misericordia, en la iglesia del Santo Spirito in Sassia de Roma. La Santa Misa se celebró en privado a las 10:30 horas y, al final, desde la misma iglesia, el Papa dirigió el rezo del Regina Coeli, desde allí, y no desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, como está haciendo los últimos domingos, a causa de las restricciones sanitarias.

Tanto la Santa Misa y como el rezo del Regina Coeli del Papa del domingo 11 de abril han sido retransmitidos en directo por televisión por Vatican Media y transmitidos por Vatican News con comentarios en italiano, francés, inglés, alemán, español, portugués y árabe.

La fiesta de la Divina Misericordia procede del mensaje de la misericordia de Dios que recibió Sor M. Faustina Kowalska (1905-1938), que pide por la confianza en Dios y la actitud de misericordia hacia el prójimo. Llama a proclamar y orar por la Divina Misericordia para el mundo, incluyendo la práctica de nuevas formas del culto. 

La devoción a la Divina Misericordia creció muy rápidamente después de la beatificación (18 de abril de 1993) y canonización (30 de abril de 2000) de Sor Faustina y también debido a las peregrinaciones del Papa Juan Pablo II a Lagiewniki (1997 y 2002).

En el año 2000 el Papa Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina y durante la ceremonia declaró: “Así pues, es importante que acojamos íntegramente el mensaje que nos transmite la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que a partir de ahora en toda la Iglesia se designará con el nombre de ‘Domingo de la Divina Misericordia’”. (Homilía, 30 de abril, 2000). Tanto Benedicto XVI como el Papa Francisco han recomendado esta devoción.

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