El mensaje del Papa Francisco –en proceso postoperatorio en el Policlínico Gemelli de Roma–, fue leído durante la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, que se compone de 15 Estados miembros, por el secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Santa Sede, arzobispo británico Paul Richard Gallagher.
En el encabezamiento, el Papa se ha dirigido al secretario general y también al gran imán de Al-Azhar.
Ante los representantes de cinco de los países más poderosos del planeta (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos de América), miembros permanentes del Consejo, y de los diez países no permanentes, entre los que se encuentran los Emiratos Árabes Unidos, Brasil, Japón y Suiza, el Papa Francisco se ha referido al “momento crucial” que atraviesa la humanidad”.
“La paz parece sucumbir ante la guerra”, y “estamos retrocediendo de nuevo en la historia, con el auge de nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos, que han encendido conflictos no sólo anacrónicos y caducos, sino aún más violentos”, ha denunciado el Papa.
“Tercera guerra mundial en pedazos”
“Los conflictos aumentan y la estabilidad está cada vez más en peligro. Vivimos una tercera guerra mundial en pedazos que, cuanto más tiempo pasa, más parece expandirse”, ha manifestado en su discurso el Santo Padre. El propio Consejo de Seguridad de la ONU, cuyo mandato es velar por la seguridad y la paz en el mundo, “a los ojos de los pueblos parece a veces impotente y paralizado”, diagnostica Francisco.
“Pero su trabajo, apreciado por la Santa Sede, es esencial para promover la paz, y precisamente por eso quisiera invitarlos, de corazón, a afrontar los problemas comunes alejándose de ideologías y particularismos, de visiones e intereses partidistas”, alienta el Pontífice, porque “una única intención debe mover todo este trabajo: trabajar por el bien de toda la humanidad”.
De hecho, añade el Papa Francisco, «se espera que el Consejo respete y aplique la Carta de las Naciones Unidas con transparencia y sinceridad, sin segundas intenciones, como punto de referencia obligado para la justicia y no como instrumento para enmascarar intenciones ambiguas”.
“La paz, sueño de Dios para la humanidad”
A continuación, Francisco ha denunciado que “en el mundo globalizado de hoy, todos estamos más cerca, pero no por eso somos más hermanos. Es más, sufrimos una falta de fraternidad que se hace visible en las abundantes situaciones de injusticia, pobreza y desigualdad, y por la falta de una cultura de la solidaridad. Pero el peor efecto de esta carestía de fraternidad son los conflictos armados y las guerras, que no sólo enemistan a las personas, sino también a pueblos enteros, cuyas consecuencias negativas repercuten por generaciones”.
“Como hombre de fe”, ha proseguido, “creo que la paz es el sueño de Dios para la humanidad. Sin embargo, constato lastimosamente que por culpa de la guerra este sueño maravilloso se esté convirtiendo en una pesadilla”. “Es verdad, desde el punto de vista económico, la guerra atrae más que la paz, en cuanto favorece la ganancia, pero siempre de unos pocos y en detrimento del bienestar de enteras poblaciones”, ha criticado.
“No a la guerra”, notas de la paz
En el mismo tono de apremio empleado en el discurso, y que puede revelar la soledad de un Papa ante la guerra ruso-ucraniana y sus dramáticas consecuencias, y ante otros conflictos en el mundo, el Santo Padre ha sido tajante: “Ha llegado el tiempo de decir seriamente “no” a la guerra, para afirmar que las guerras no son justas, sólo la paz es justa; una paz estable y duradera, no construida sobre el equilibrio tambaleante de la disuasión, sino sobre la fraternidad que nos une”.
“¡La paz es posible, si se busca verdaderamente!”, ha añadido. “Ésta debería encontrar en el Consejo de Seguridad sus características fundamentales, que una errónea concepción de la paz hace olvidar fácilmente”, ha manifestado, citando a san Pablo VI: “la paz debe ser racional, no pasional; magnánima, no egoísta; la paz debe ser no inerte y pasiva, sino dinámica, activa y progresiva a medida que justas exigencias de los declarados y ecuánimes derechos del hombre reclamen de ella nuevas y mejores expresiones; la paz no debe ser débil, inútil y servil, sino fuerte, tanto por las razones morales que la justifican como por el consentimiento compacto de las naciones que la deben sostener”,
“Todavía estamos a tiempo”
En sus palabras finales, el Papa Francisco ha abierto un rayo de esperanza: “Todavía estamos a tiempo para escribir un capítulo de paz en la historia. Podemos lograrlo haciendo que la guerra pertenezca al pasado y no al futuro. Los debates en el seno de este Consejo de Seguridad están ordenados y sirven a este propósito. Quisiera insistir una vez más en una palabra que me gusta repetir porque la considero decisiva: fraternidad. Esta no puede quedarse como una idea abstracta, sino convertirse en un punto de partida concreto”.
“Por la paz, por toda iniciativa de paz y proceso de paz les aseguro mi apoyo, mi oración y la de todos los fieles católicos”, ha concluido Francisco. “Hago votos para que no sólo este Consejo de Seguridad, sino toda la Organización de las Naciones Unidas, todos sus Estados miembros y cada uno de sus funcionarios, puedan prestar un servicio eficaz a la humanidad, asumiendo la responsabilidad de custodiar no sólo el propio futuro, sino el de todos, con la audacia de renovar ahora, sin miedo, todo lo que sea necesario para promover la fraternidad y la paz del entero planeta. ‘Felices los que trabajan por la paz’ (Mt 5,9)”.