“El Papa está bien, todo va muy bien”, confirmó el profesor Sergio Alfieri, cirujano que operó al Papa el pasado miércoles. Como director del Departamento de Ciencias Médico-Quirúrgicas Abdominales y Endocrino-Metabólicas del Policlínico Gemelli, Alfieri explicó que “el Santo Padre ha aceptado el consejo médico y mañana (por el domingo) rezará la oración del Ángelus en privado, uniéndose espiritualmente, con afecto y gratitud, a los fieles que deseen acompañarle, estén donde estén. Le dimos una sugerencia médica, y él decidió”.
El Santo Padre pasó el fin de semana “entre el descanso y el trabajo” y “ha recibido la Eucaristía”, informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Eran las vísperas de la celebración de la solemnidad del Corpus Christi en algunas ciudades y países, aunque en otros como en el Vaticano se celebró el jueves. El Papa se recuperaba de la cirugía a la que fue sometido el jueves.
En un discurso a la treintena de premios Nobel, a reconocidos artistas mundiales, como Andrea Bocelli, Al Bano, Amara o Roberto Bolle, y a los fieles que participaron en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana, celebrado en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco apeló: “Sintámonos llamados a aplicar el bálsamo de la ternura dentro de las relaciones que se han desgastado, tanto entre las personas como entre los pueblos. No nos cansemos de gritar ‘no a la guerra’, en el nombre de Dios o en el nombre de cada hombre y cada mujer que aspira a la paz”.
“Inviolabilidad de la dignidad humana”
En un mensaje al evento vaticano, titulado #NotAlone (no solo), y que fue leído por el cardenal Mauro Gambetti, vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano y presidente de la Fundación Fratelli tutti, el Pontífice comenzó diciendo que “aunque no puedo recibirlos personalmente, quisiera darles la bienvenida y agradecerles de corazón su presencia. Me alegra poder reafirmar junto con ustedes el deseo de fraternidad y de paz para la vida del mundo”.
A continuación, el Papa manifestó: “En la Encíclica Fratelli tutti escribí que ‘la fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad’ (n. 103), porque quien ve a un hermano ve en el otro un rostro, no un número: es siempre ‘alguien’ que tiene una dignidad y merece respeto, no ‘algo’ que se puede usar, explotar o descartar”.
“En nuestro mundo, desgarrado por la violencia y por la guerra, no son suficientes los retoques y los ajustes”. añadió Francisco, apelando, como se ha informado arriba, a que “sólo una gran alianza espiritual y social que nazca de los corazones y gire alrededor de la fraternidad puede volver a poner en el centro de las relaciones la sacralidad y la inviolabilidad de la dignidad humana”.
“Por esto la fraternidad no tiene necesidad de teorías, sino de gestos concretos y de opciones compartidas que la hagan cultura de paz. La pregunta que debemos hacernos no es por tanto qué pueden darme la sociedad o el mundo, sino qué puedo dar yo a mis hermanos y a mis hermanas”, agregó.
“Volviendo a casa”, concretó el Pontífice, “pensemos qué gesto concreto de fraternidad podemos realizar: reconciliarnos con la familia, con los amigos o con los vecinos, rezar por quien nos ha hecho daño, reconocer y ayudar a quien está en necesidad, llevar una palabra de paz a la escuela, a la universidad o a la vida social, ungir con nuestra cercanía a alguien que se sienta solo”.
Al elegir fraternidad, las cosas cambian
El Papa citó también la parábola del Buen Samaritano, muy habitual en los mensajes del Pontífice. “Pienso en la parábola del Samaritano (cf. Lc 10,29-37), que se detiene con compasión ante el judío necesitado de ayuda. Sus culturas eran enemigas, sus historias diferentes, sus religiones hostiles entre sí, pero para aquel hombre la persona hallada en el camino y su necesidad estaban por encima de todo”.
Francisco subrayó: “Cuando los hombres y las sociedades eligen la fraternidad también las políticas cambian: la persona vuelve a prevalecer sobre el beneficio; la casa común que todos habitamos, sobre el ambiente que se explota para los propios intereses; el trabajo se paga con el justo salario; la acogida se convierte riqueza; la vida, en esperanza; la justicia se abre a la reparación y el recuerdo del mal causado sana en el encuentro entre las víctimas y los culpables”.
Al terminar, el Papa Francisco quiso abrazar a todos, aunque ayer no pudiera hacerlo físicamente: “De esta tarde que hemos pasado juntos les pido que custodien en el corazón y en la memoria el deseo de abrazar a las mujeres y a los hombres de todo el mundo para construir juntos una cultura de paz. La paz, efectivamente, tiene necesidad de fraternidad y la fraternidad tiene necesidad de encuentro. Que el abrazo dado y recibido hoy, simbolizado en la plaza en la que están reunidos, se convierta en compromiso de vida. Y en profecía de esperanza”.
Cardenal Parolin: mensaje de diálogo y paz
El Secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolin, en su mensaje final, se refirió al diálogo y a la negociación transparente: “Unidos con el Papa Francisco, queremos reafirmar que ‘la verdadera reconciliación no escapa del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente’ (Fratelli tutti, n. 244). Todo ello en el marco de la arquitectura de los derechos humanos”.
“Queremos gritar al mundo en nombre de la fraternidad”, prosiguió: “¡Nunca jamás guerra! Es la paz, la justicia, la igualdad lo que guía el destino de toda la humanidad. ¡No al miedo, a la violencia sexual y doméstica! No más conflictos armados. Acabemos con las armas nucleares y las minas terrestres. No más migraciones forzadas, limpiezas étnicas, dictaduras, corrupción y esclavitud. Detengamos el uso manipulador de la tecnología y de la inteligencia artificial, antepongamos el desarrollo tecnológico y abonémoslo a la fraternidad. Animamos a los países a promover esfuerzos conjuntos para crear sociedades de paz, como por ejemplo la creación de un Ministerio para la Paz”.