Con un tono de voz más recuperado, y en algunas ocasiones de pie, el Santo Padre ha presidido esta mañana, fiesta de santa Lucía, virgen y mártir, en el Aula Pablo VI del Vaticano la sesión número 30 y última del ciclo de catequesis sobre la pasión de evangelizar, el celo apostólico del creyente. El tema de la Audiencia ha sido “Effatá, Iglesia abierta!», basado en el fragmento evangélico de la curación de un sordomudo por Jesús (Mc 7,31-35).
Numerosos cánticos mexicanos a la Virgen de Guadalupe, cuya festividad se celebró ayer, han precedido la catequesis, junto a gritos de ¡Viva el Papa!.
El Pontífice ha insistido una vez más en que “no olvidemos pedir el don de la paz para los pueblos que sufren de la guerra, especialmente para Israel, Palestina y la atormentada Ucrania”. Ha recordado el dolor y el sufrimiento de estos pueblos, y ha pedido un alto el fuego humanitario, porque es urgente una ayuda humanitaria en Gaza. También ha solicitado que se liberen todos los rehenes, y ha vuelto a clamar: “No a la guerra, sí a la paz”.
“Lanzarnos al mar del mundo”
En la meditación, el Pontífice ha recordado que “Effatá” es una expresión que dice el celebrante en el momento del bautismo, al mismo tiempo que toca los oídos y los labios del bautizado. “Es una llamada a abrir y expandir toda la persona para recibir el anuncio de Jesús y salir a la misión”.
“Dejemos que el Señor toque nuestra lengua y nuestros oídos, que los abra, que los desate para anunciar su presencia que libera y conforta a todos, especialmente a los que más sufren”, ha manifestado el Papa. “Que nos colme con la efusión del Espíritu Santo para avivar la llama del amor divino en los corazones de todos, sin miedo, con valentía. Abandonar las seguridades personales y confiar en la llamada de Jesús nos hará lanzarnos al mar del mundo, dispuestos a ir y anunciar a todos los pueblos lo que hemos visto y oído”.
“No olvidemos”, ha proseguido el Santo Padre, “que el Señor nos llama a abrirnos al soplo del Espíritu Santo para escuchar su voz y dejarnos impulsar por la pasión de evangelizar; esa es una tarea que concierne a todo cristiano. (…) “También nosotros, que hemos recibido la effetá del Espíritu en el bautismo, estamos llamados a abrirnos. “Ábrete”, dice Jesús a cada creyente y a su Iglesia: ¡ábrete porque el mensaje del evangelio te necesita para ser testimoniado y anunciado! Ábrete, no te cierres en tus comodidades religiosas y en el “siempre se ha hecho así”! ¡Ábrete Iglesia, al soplo del Espíritu Santo, que te impulsa a ser misionera, evangelizadora!”.
“El amor que damos”
El “Effatá (Ábrete)” de Jesús, “es una invitación a redescubrir la alegría de la misión en el fuego del Espíritu. El celo misionero, en efecto, no es propaganda para ganar consenso, no es proselitismo, ni es llenarse la cabeza de nociones, sino encender en el corazón la chispa del amor de Dios. Parafraseando una bella expresión, podríamos decir que el corazón de aquellos a quienes anunciamos no es un vaso que hay que llenar, sino un fuego que hay que encender», ha explicado el Papa.
Por lo tanto, “el celo apostólico no depende de la organización, sino del ardor; no se mide por el consentimiento que recibimos sino por el amor que damos. (…). El mensaje es claro: para ser pastores del pueblo de Dios, hay que ser pescadores de hombres, dispuestos a dejar las orillas de las propias seguridades para hacerse a la mar con el Evangelio en el mar del mundo”.
Francisco ha invitado también a hacer examen con estas preguntas: “Preguntémonos también nosotros: ¿Amo realmente al Señor, hasta el punto de querer anunciarlo? ¿Quiero convertirme en su testigo o me contento con ser su discípulo? ¿Me tomo a pecho a las personas que conozco? ¿Las llevo a Jesús en oración? ¿Quiero hacer algo para que la alegría del Evangelio, que ha transformado mi vida, haga más bella también la de ellos?
“Celebrar en Navidad la venida del Niño Jesús”
En su saludo a los peregrinos en diversas lenguas, el Santo Padre ha invitado “a todos, como cristianos bautizados, a dar testimonio de Jesús y a anunciarlo. Pidamos también la gracia, como Iglesia, de realizar la conversión pastoral y misionera” (lengua francesa). A los de lengua inglesa ha recordado el Adviento y la Navidad: “Doy la bienvenida a todos los peregrinos anglófonos, especialmente a los grupos de Malasia y de los Estados Unidos de América. A cada uno de vosotros, y a vuestras familias, os deseo un fructífero camino de Adviento para poder celebrar en Navidad la venida del Niño Jesús, el Salvador del mundo. Que Dios os bendiga”.
A los de lengua alemana ha recordado “que santa Lucía, Virgen y Mártir, cuya memoria litúrgica cae hoy memoria litúrgica, nos ayude a hacer resplandecer a Cristo, con nuestro testimonio de fe, luz de los pueblos”.
El Papa ha manifestado a los árabes que “en virtud del bautismo, todo cristiano está llamado a ser profeta, testigo y misionero del Señor, por la fuerza del Espíritu Santo y hasta los confines de la tierra. Que el Señor os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal.
A los polacos les ha subrayado que “un modo especial de vivir el Adviento en vuestra Patria es la participación en las Misas Rorate caeli. Que esta hermosa tradición, que expresa la espera junto con María de la venida del Salvador, se convierta en una oportunidad para dar testimonio de vuestra fe viva”.
Y a los de lengua española ha animado a “no olvidar que el Señor nos llama a abrirnos al soplo del Espíritu Santo para escuchar su voz y dejarnos impulsar por la pasión de evangelizar; esa es una tarea que concierne a todo cristiano. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.
Finalmente, en italiano, Francisco ha recordado a santa Lucía, y ha señalado que “en algunas partes de Italia y Europa es costumbre intercambiar regalos en esta fiesta por la proximidad de la Navidad. Quisiera invitaros a todos a intercambiar el don de la amistad y del testimonio cristiano, que es un precioso don”.