En su segunda jornada con actividad pública en el inmenso país de los mongoles, pues el primer día descansó debido al largo viaje al corazón de Asia, el Papa Francisco ha mantenido un encuentro ecuménico e interreligioso en el Teatro Hun de Ulán Bator, capital de Mongolia, en el que ha lanzado al mundo un mensaje en defensa de las religiones.
Ayer, el Santo Padre se reunió con las autoridades, y por la tarde con obispos, sacerdotes y religiosos, y agentes de pastoral, en un viaje que efectúa como «peregrino de la amistad».
En el encuentro ha estado presente el prefecto apostólico de Ulán Bator, cardenal Giorgio Marengo, I.M.C., su eminencia Khamba Lama Gabju Demberel Choijamts, abad del monasterio de Gandan Tegchenling, y 11 líderes de diferentes religiones, entre los que ha destacado la tradición mayoritaria, el budismo, y que han leído un mensaje de salutación.
En un bello discurso, en el que han destacado las palabras armonía y sabiduría, el Papa Francisco ha aludido en primer lugar a que “el cielo, tan claro y, tan azul, abraza aquí la vasta e imponente tierra, evocando las dos dimensiones fundamentales de la vida humana: la terrenal, constituida por las relaciones con los demás, y la celestial, constituida por la búsqueda del Otro, que nos trasciende”.
“Mongolia nos recuerda la necesidad, para todos nosotros, peregrinos y peregrinos y caminantes, de volver la mirada hacia lo alto para encontrar nuestro camino en la tierra”, ha añadido.
A continuación, el Romano Pontífice ha valorado de manera muy positiva la contribución de las religiones al mundo, y ha apelado a los gobernantes del mundo al diálogo y al encuentro. “El hecho de que estemos juntos en el mismo lugar ya es un mensaje: las tradiciones religiosas, en su originalidad y diversidad, representan un formidable potencial de bien al servicio de la sociedad. Si los responsables de las naciones eligieran el camino del encuentro y del diálogo con los demás, contribuirían sin duda de manera decisiva a poner fin a los conflictos que siguen infligiendo sufrimiento a tantos pueblos”.
La armonía es el termómetro
“El querido pueblo mongol nos brinda la oportunidad de reunirnos para conocernos y enriquecernos mutuamente, pues puede presumir de una historia de coexistencia entre exponentes de diversas tradiciones religiosas”, ha señalado el Papa, para introducir enseguida el término sobre el que han girado sus palabras: armonía.
“Armonía: me gustaría subrayar esta palabra con un sabor típicamente asiático. Es esa particular relación que se crea entre realidades diferentes, sin solaparlas ni uniformizarlas, sino respetando las diferencias y en beneficio de la vida en común”.
Y se ha preguntado Francisco: “¿Quién, más que los creyentes, está llamado a trabajar por la armonía de todos? Hermanos, hermanas, por lo bien que consigamos armonizarnos con los demás peregrinos de la tierra y por cómo conseguimos difundir la armonía allí donde vivimos, se mide el valor social de nuestra religiosidad”.
Éste es el termómetro de la vida y de cada religión: “Toda vida humana, de hecho, y a fortiori toda religión, debe ‘medirse’ por altruismo: no un altruismo abstracto, sino un altruismo concreto, que se traduce en la búsqueda del otro y en la colaboración generosa con el otro, porque ‘el sabio se regocija en dar, y sólo así se vuelve feliz’”, ha señalado.
“El fundamentalismo arruina la fraternidad”
El Papa se ha apoyado en sus palabras en “una oración inspirada en Francisco de Asís”, que dice: ‘Donde haya odio, que yo lleve el amor; donde haya ofensa, que yo lleve el perdón; donde haya discordia, que yo lleve la unión”. Y ha resaltado que “el altruismo construye la armonía y donde hay armonía hay comprensión. La imposición unilateral, el fundamentalismo y el forzamiento ideológico arruinan la fraternidad, alimentan las tensiones y comprometen la paz”.
En este punto, el Papa ha citado al líder espiritual y pacifista hindú, Mahatma
Gandhi, para hilar belleza y armonía. “La belleza de la vida es fruto de la armonía: es comunitaria, crece con amabilidad, con escucha y con humildad. Y es el corazón puro el que la capta, porque ‘la verdadera belleza, al fin y al cabo, reside en la pureza del corazón’ (M.K. Gandhi, Il mio credo, il mio pensiero, Roma 2019, 94)”.
“Las religiones están llamadas a ofrecer al mundo esta armonía, que el progreso técnico por sí solo porque, al apuntar a la dimensión terrenal y horizontal del hombre, corre el riesgo de olvidar el cielo para el que hemos sido creados”, ha manifestado el Santo Padre.
En su discurso, en el que el Papa ha vuelto a citar a la vivienda tradicional mongola, el ger, que constituye “un espacio humano” y que “ evoca la apertura esencial a lo divino”, el líder de los católicos ha subrayado que “estamos hoy aquí reunidos como humildes herederos de antiguas escuelas de sabiduría”, y que “nos comprometemos a compartir el mucho bien que hemos recibido, para enriquecer a una humanidad que en su camino se desorienta a menudo por la búsqueda miope del beneficio y del bienestar”.
Diez aspectos del patrimonio de sabiduría mongol
“Asia tiene mucho que ofrecer a este respecto, y Mongolia, que se encuentra
en el corazón de este continente, alberga un gran patrimonio de sabiduría, que las religiones aquí extendidas han contribuido a crear y que me gustaría invitar a todos a descubrir y valorar.”, ha dicho el Papa, quien ha querido mencionar “diez aspectos de este patrimonio de sabiduría”.
Estos aspectos son los siguientes, según Francisco:
– “una buena relación con la tradición, a pesar de las tentaciones del consumismo”;
– “el respeto a los mayores y a los antepasados –¡cuánta necesidad tenemos hoy de una alianza generacional entre ellos y los más jóvenes, de un diálogo entre abuelos y nietos!”;
– “el cuidado del medio ambiente, nuestra casa común, otra necesidad tremendamente actual”;
– “Y de nuevo: el valor del silencio y de la vida interior, antídoto espiritual contra tantos males del mundo de hoy”;
– “un sano sentido de la frugalidad”;
– “el valor de la acogida”;
– “la capacidad de resistirse al apego a las cosas”;
– “la solidaridad, que nace de la cultura de los vínculos entre las personas”;
– “el aprecio por la sencillez”;
– “y, por último, un cierto pragmatismo existencial, que tiende a buscar con tenacidad el bien del individuo y de la comunidad. Estos diez son algunos elementos del patrimonio de sabiduría que este país puede ofrecer al mundo”.
No a la violencia y al sectarismo: libertad
Finalmente, el Papa ha vuelto a destacar la responsabilidad de los líderes religiosos. “Queridos hermanos y hermanas, nuestra responsabilidad es grande, especialmente en esta hora de la historia, porque nuestro comportamiento está llamado a confirmar en los hechos las enseñanzas que profesamos; no puede contradecirlas, convirtiéndose en motivo de escándalo. Ninguna confusión, pues, entre creencia y violencia, entre sacralidad e imposición, entre camino religioso y sectarismo”.
“En las sociedades pluralistas que creen en valores democráticos, como Mongolia, toda institución religiosa, debidamente reconocida por la autoridad civil, tiene el deber y ante todo el derecho de ofrecer lo que es y lo que cree, respetando la conciencia de los demás y teniendo como objetivo el bien mayor de todos”, ha resaltado.
El Papa ha revelado en este sentido que desea “confirmaros que la Iglesia católica quiere caminar así, creyendo firmemente en el diálogo ecuménico, en el diálogo interreligioso y en el diálogo cultural. Su fe se funda en el diálogo eterno entre Dios y la humanidad, encarnado en la persona de Jesucristo”. “La Iglesia ofrece hoy a toda persona y cultura el tesoro que ha recibido, permaneciendo en actitud de apertura y escucha a lo que otras tradiciones religiosas tienen que ofrecer”.
Dialogar y construir un mundo mejor
Al concluir, Francisco ha reafirmado que “el diálogo, de hecho, no es antitético a la proclamación: no aplana las diferencias, sino que ayuda a comprenderlas, las preserva en su originalidad y les permite confrontarse para un enriquecimiento franco y mutuo. Así se puede encontrar en la humanidad bendecida por el Cielo la clave para caminar sobre la tierra”.
“Hermanos y hermanas, que estemos hoy aquí es señal de que esperar es posible. En un mundo desgarrado por la lucha y la discordia, esto puede parecer utópico; sin embargo, las mayores empresas, las grandes hazañas comienzan en la ocultación, a una escala casi imperceptible. El gran árbol nace de la pequeña semilla, escondida en la tierra”, ha añadido el Santo Padre.
“Que florezca esta certeza, que nuestros esfuerzos comunes por dialogar y construir un mundo mejor no son en vano. Cultivemos la esperanza”, ha reiterado el Papa. “Que las oraciones que elevamos al cielo y la fraternidad que vivimos en la tierra alimenten la esperanza; que sean el testimonio sencillo y creíble de nuestra religiosidad, de caminar juntos con la mirada hacia arriba, de habitar el mundo en armonía, no olvidemos la palabra ‘armonía’, como peregrinos llamados a cuidar la atmósfera del hogar, para todos. Gracias”.
Al concluir esta crónica, el Papa Francisco terminaba la celebración Eucarística en el Steppe Arena, un pabellón cubierto de hockey sobre hielo situado en Ulán Bator, capital de Mongolia, una Misa que se ha celebrado a primera hora de la tarde. En breve les informamos de la homilía del Santo Padre y las palabras del cardenal Giorgio Marengo.