En la undécima catequesis sobre la pasión de evangelizar y el celo apostólico, que comenzó en enero, el Santo Padre Francisco ha reflexionado esta mañana en la Plaza de San Pedro “sobre los mártires como testigos del Evangelio”. Y ha puesto especial intensidad en las religiosas Misioneras de la Caridad asesinadas en Yemen en 1998 y en 2016 junto a algunos laicos, “fieles musulmanes que trabajaban con las hermanas”.
El Papa se ha referido a las religiosas en primer lugar, llamándoles “mártires de nuestro tiempo”, y luego a todos los cristianos, al señalar que “los mártires nos muestran que todo cristiano está llamado al testimonio de la vida, también cuando nos llega el derramamiento de la sangre, haciendo de sí mismo un don a Dios y a los hermanos, imitando a Jesús”.
“Si bien son sólo algunos a los que se les pide el martirio”, ha añadido el Papa en la Audiencia, “todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres, y a seguirle por el camino de la Cruz, en medio de las persecuciones, que nunca faltan a la Iglesia”.
Más persecuciones hoy que en los primeros siglos
Unas “persecuciones” que “no son cosas de entonces, hoy hay persecuciones a los cristianos en el mundo. Tantas, ¿eh? Son más los mártires de hoy que los de los primeros tiempos”, ha señalado como en otras ocasiones.
Así lo ha manifestado al comienzo de la catequesis: “Quisiera recordar que también hoy en diversas partes del mundo sigue habiendo numerosos mártires que a imitación de Jesús, y con su gracia, aun en medio de la violencia y de la persecución, dan la mayor prueba de amor, ofreciendo su vida y llegando a perdonar a sus propios enemigos”.
“Son los mártires que han acompañado la vida de la Iglesia. Hoy hay tantos mártires en la Iglesia, tantos, porque por confesar la fe cristiana son desterrados de las sociedades, o van a la cárcel. Son tantos, ¿eh?”
Luego, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa pidió que “por intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre, pidamos al Señor que no nos cansemos de ser sus testigos, sobre todo en los momentos de tribulación”.
Francisco, que comentó el texto evangélico de san Mateo 10, 16-18, había explicado que “la palabra martirio proviene del griego y significa dar testimonio. El primer mártir fue Esteban, que murió apedreado por confesar su fe en Cristo. Los mártires son hijos e hijas de la Iglesia, de diversas ciudades, lugares, lenguas, naciones, que han dado la vida por amor a Jesús. Y este dinamismo espiritual que impulsaba a los mártires se va configurando en la celebración de la Eucaristía. Así como Cristo nos amó y se entregó por todos, quienes participan en la Misa sienten el deseo de responder gratuitamente a este amor con la oblación de la propia vida”.
El testimonio de sangre une a las religiones
Antes de iniciar una larga referencia a las religiosas y laicos asesinados en Yemen, país situado en la península arábiga, al sur de Arabia Saudí, el Pontífice señaló expresamente que quería referirse al “testimonio cristiano presente en cada rincón de la tierra: “Pienso por ejemplo, en Yemen, una tierra desde hace muchos años herida por una guerra terrible, olvidada, que ha dejado tantos muertos, y que todavía hace sufrir a tanta gente, especialmente a los niños”.
“Precisamente en esta tierra ha habido testimonios luminosos de fe, como el de las hermanas Misioneras de la Caridad, que han dado su vida allí. Todavía hoy están presentes en Yemen donde ofrecen asistencia a ancianos enfermos y a personas con discapacidad. Algunas de ellas han sufrido el martirio, pero otras continúan arriesgando su vida, pero siguen adelante”, prosiguió el Papa.
A continuación, Francisco se refirió a su espíritu de acogida y caridad. “Acogen a todos estas hermanas de cualquier religión, porque la caridad y la fraternidad no tienen confines. En julio de 1998, sor Aletta, sor Zelia y sor Michael, mientras volvía a su casa después de la Misa, fueron asesinadas por un fanático, porque eran cristianas. Más recientemente, poco después del inicio del conflicto todavía en curso, en marzo de 2016, sor Anselm, sor Margherite, sor Reginetet y sor Judith fueron asesinadas junto a algunos laicos que las ayudaban en la obra de caridad”.
“Son los mártires de nuestro tiempo”, ha dicho el Papa, con las mismas palabras que pronunció en un Ángelus de entonces, cuando manifestó: ““Estas son las mártires de hoy. No son portada de los periódicos, no son noticia. Son quienes dan la sangre por la Iglesia”.
“Entre estos laicos asesinados, además de cristianos, había fieles musulmanes que trabajaban con las hermanas. Nos conmueve ver cómo el testimonio de sangre puede unir personas de religiones diferentes. No se debe nunca asesinar en nombre de Dios, porque para Él somos todos hermanos y hermanas. Pero juntos se puede dar la vida por otros”.
Y dirigiéndose a todos, el Santo Padre ha alentado: “Recemos entonces para que no nos cansemos de testimoniar el Evangelio. también en tiempo de tribulación. Todos los santos y las santas mártires sean semillas de paz y de reconciliación entre los pueblos, por un mundo más humano y fraterno, esperando que se manifieste en plenitud el Reino de los cielos, cuando Dios será todo en todos”.