Cultura

Mons. Fernando Ocáriz. Doctor honoris causa por la Pontificia Facultad Teológica de Breslavia

El miércoles 22 de junio del año 2022 la Pontificia Facultad Teológica de Breslavia, heredera lejana de la antigua universidad Leopoldina, otorga a Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei, el Doctorado Honoris Causa.

Ignacy Soler·21 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 8 minutos
ocariz honoris causa

Foto: Sede de la Facultad ©Papieski Wydział Teologiczny we Wrocławiu

Es una buena ocasión para redescubrir un poco la historia de esta ciudad, de su universidad. También para exponer brevemente, en qué consiste un doctorado honoris causa y cuáles son los motivos teológicos que han llevado al senado de esta Facultad polaca a dar a monseñor Ocáriz ese título. También quiero sucintamente comentar la aportación teológica del profesor Ocáriz.

Un poco de historia

Uno de los primeros documentos que tenemos de Breslavia (Wrocław en polaco y Breslau en alemán) data del siglo X. El príncipe checo Vratislav levantó un castillo que dio nombre a la ciudad de Vratislavia.

En el año 1112 la Crónica Polaca de Galla el Anónimo escribe que las principales sedes del reino de Polonia son Cracovia, Sandomierz y Vratislavia.

En el año 1335 después de trescientos años de pertenencia a los príncipes y reyes polacos, Wrocław cayó bajo el dominio de los reyes checos y más tarde bajo la dinastía de los Habsburgo. En 1741, durante las guerras de Silesia, Federico II anexionó esta ciudad a Prusia.

Su universidad fue fundada en 1702 por el emperador Leopoldo I de Habsburgo como una Escuela de Filosofía y Teología Católica con el nombre de ´Leopoldina´. Este instituto católico en la protestante Breslau fue un importante instrumento de la contrarreforma en la Silesia. En 1811, con la reorganización del estado prusiano, se fusionó esta universidad con otras, llamándose Universidad de Silesia Friedrich Wilhelms (Federico Guillermo).

Se crearon cinco nuevas facultades: filosofía, derecho, medicina, teología protestante y teología católica. Medio siglo después seguía creciendo con química, tecnología, física, veterinaria, etc. Diez estudiantes de esta universidad han recibido el premio Nobel, entre ellos mencionamos a Max Born y Erwin Schrödinger.

La nueva universidad de Wrocław

Al acabarse la segunda guerra mundial, con el cambio de no pocas fronteras y habitantes, Breslau se convirtió en Wrocław, con cambio total de habitantes e instituciones. Se creó la actual Universidad de Wrocław con profesores venidos del este polaco (de Leópolis y Vilna).

Actualmente se distinguen sus facultades de matemáticas, física y la escuela politécnica. La famosa escuela matemática de Leópolis (Lwów en polaco, Lviv en ucraino), con figuras tan insignes como Stefan Banach o Hugo Steinhaus, pasó a esta Universidad de Wrocław.

En la nueva Universidad de Breslavia no hubo lugar para las facultades de teología protestante y católicas que existían en la antigua Universidad de Silesia Federico Guillermo. En 1968 se creó la Pontificia Facultad Teológica de Breslavia – Pontificia Facultas Theologica Wratislaviensis, que no pertenece a la Universidad de Wrocław.

Entre sus alumnos, Edith Stein

Merece también la pena mencionar a Edith Stein, que estudió en la Universidad de Breslau (1911 – 1918) germanística, historia y psicología bajo la tutela del profesor William Stern, pionero en el campo de la psicología de la personalidad y de la inteligencia. Edith Stein obtuvo el grado de doctor y la habilitación en esta universidad.

Sus estudios la llevaron a la universidad de Göttingen colaborando con Edmund Husserl, fundador de la fenomenología. También tuvo contactos académicos con Max Scheler y Martin Heidegger, exponiendo una antropología propiamente dicha en la que resalta algunas características propias del hombre como la libertad, la conciencia y la capacidad reflexiva.

La futura santa mártir carmelita, Teresa Benedicta de la Cruz, patrona de Europa, fue el décimo primero hijo de una familia judía acomodada de Breslau. Se convirtió al catolicismo en un proceso en donde la gracia, los estudios y su inquietud intelectual le llevaron al descubrimiento de la Verdad. Merece la pena citar dos frases de su experiencia religiosa.

La primera, al entrar en una iglesia católica: «Para mí fue algo bastante nuevo. En las sinagogas y templos que yo conocía, íbamos allí para la celebración de un oficio. Aquí, en medio de los asuntos diarios, alguien entró en una iglesia como para un intercambio confidencial. Esto no lo podré olvidar jamás».

La segunda, al leer durante toda una noche la autobiografía de santa Teresa de Ávila, un libro que había tomado al azar de la biblioteca en la casa de un matrimonio amigo, convertido al catolicismo: «Cuando cerré el libro, me dije: esta es la Verdad». Más tarde escribiría: «Mi anhelo por la verdad era ya una oración».

La ciudad de Wrocław

Breslavia tuvo un gran desarrollo urbanístico, industrial y cultural en el siglo XIX y principios de los años veinte. Durante la segunda guerra mundial fue destruida en un setenta por ciento. Fue la última ciudad en capitular después de Berlín, el 6 de mayo de 1945. Meses antes los nazis habían hecho de Breslau un Festung, una Fortaleza inexpugnable, y para mejor defenderse construyeron en el centro de la ciudad, en la plaza más grande, un aeropuerto.

Después de la guerra Breslavia pasó a ser una ciudad polaca, con el nombre de Wrocław. Fue reconstruida y renovada, sobre todo en los últimos treinta años de democracia. Esta ciudad de uno ochocientos mil habitantes merece la pena ser visitada. Todavía conserva mucho de su grandeza.

De manera especial, la parte más antigua, la Isla de la Catedral (Ostrów Tumski), que siempre a través de los siglos ha conservado su identidad católica y respeto hacia la minoría polaca. De hecho el último obispo católico alemán de Breslau, Adolf Bertram (1945), exigía a los sacerdotes alemanes de su diócesis que vivían en la Silesia de habla polaca, que aprendieran ese idioma para explicar la fe en la lengua original de los fieles.

El Doctorado Honoris Causa

Hablemos ahora un poco de lo que es un Doctorado honoris causa. Es un título honorífico que da una universidad o institución académica concede a personas eminentes. 

El nombre latino honoris causa – por causa de honor- , hace referencia a una cualidad que conduce a una persona al cumplimiento de sus deberes, respeto a sus semejantes y a sí mismo, es la buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones de servicio, las cuales trascienden a las familias, personas, instituciones y las acciones mismas que se reconocen.

La concesión, en la ceremonia ritual de investidura, de distintos objetos relacionados con la universidad clásica encierra toda una exaltación de la docencia y la sabiduría.

Como a un caballero de la enseñanza, al doctorando se le impone, de modo sucesivo: el birrete — «…para que no solo deslumbres a la gente, sino que además, como con el yelmo de Minerva, estés preparado para la lucha»; el anillo — «La Sabiduría con este anillo se te ofrece voluntariamente como cónyuge en perpetua alianza»; los guantes — «Estos guantes blancos, símbolo de la pureza que deben conservar tus manos en tu trabajo y en tu escritura, sean distintivo también de tu singular honor y valía»; el libro — «He aquí el libro abierto para que descubras los secretos de la Ciencia (…) he aquí cerrado para que dichos secretos, según convenga, los guardes en lo profundo del corazón».

Tras la ceremonia, y con la concesión al nuevo doctor de las facultades de leer, comprender e interpretar, se le indica: «Toma asiento en la cátedra de la Sabiduría, y desde ella, descollando por tu ciencia, enseña, orienta, juzga y muestra tu magnificencia en la universidad, en el foro y en la sociedad». 

La Pontificia Facultad Teológica de Wrocław ha otorgado el Doctorado honoris causa a reconocidos teólogos, entre otros, los cardenales Joachim Meisner (nacido en Breslau), Joseph Ratzinger, Marian Jaworski o Gerhard Ludwig Müller

Perfil académico de Mons. Ocáriz

Para comprender mejor los motivos que han llevado a la Pontificia Facultad Teológica de Breslavia a otorgar al profesor Ocáriz este título, es bueno saber un poco de la biografía del hombre homenajeado. Físico, teólogo y profesor universitario.

Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe (desde 1986) y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (desde 2011). Fue consultor de la Congregación para el Clero de 2003 a 2017.

En 1989 ingresó en la Pontificia Academia Teológica. En la década de los ochenta, fue uno de los profesores que iniciaron la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma), donde fue profesor ordinario (ahora emérito) de Teología Fundamental.

Sus numerosos artículos y libros giran en torno a la Cristología, Eclesiología y la comprensión del mundo desde la fe y la filosofía del ser. Entre sus publicaciones teológicas destacan libros sobre cristología, como «El misterio de Jesucristo»; «Hijos de Dios en Cristo. Introducción a una teología de la participación sobrenatural». 

Merece la pena mencionar también su formación filosófica tomista, lo que se aprecia en su libro «Naturaleza, gracia y gloria», y su crítica al marxismo desde la filosofía del ser en su estudio: «El marxismo: teoría y práctica de una revolución». También tiene libros teológicos ascéticos como «Amar con obras: a Dios y a los hombres».

Hay tres puntos que el profesor Ocáriz comenta expresamente en su lección magistral. En primer lugar la centralidad de Cristo. En relación con la Cristología merece la pena recordar las palabras de san Agustín en su comentario al Evangelio de san Juan: Qui enim tam tuum quam tu? Et quid tam non tuum quam tu? – Qué cosa tan tuya como tu propio tú? Y que cosa tan no tuya como tu propio tú? La realidad de la persona como relación nos habla ya de un misterio que solamente la Encarnación Redentora en su relación filial con el Padre puede esclarecer algo.

Ocáriz honoris causa
Mons. Fernando Ocáriz

Nos dice el profesor Ocáriz: «La unión entre la humanidad y la divinidad en Cristo exige que, de algún modo, haya algo en común entre la Persona divina y la naturaleza humana; si no, en vez de encarnación habría que hablar simplemente de inhabitación de Dios en el hombre. Este algo en común es precisamente el Ser del Verbo que, sin embargo, no entra a formar parte de la naturaleza humana, por no pertenecer al nivel formal: es la energía (acto) que la hace existir (…) por eso podemos afirmar con fundamento que la humanidad de Jesucristo es un modo de ser de Dios: el modo de ser no divino que el Hijo de Dios ha asumido en Sí. Un modo de ser humano de Dios, que es la plenitud de la revelación del mismo Dios, de manera que “toda obra de Cristo tiene un valor trascendente: nos da a conocer el modo de ser de Dios” (S. Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 109)».

En segundo lugar, al profesor Ocáriz se le atribuyen importantes aportaciones eclesiológicas, sobre todo en relación con dos documentos de la Congregación de la Doctrina de la Fe. En primer lugar, la «Communionis notio» que es una carta a los obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión (1992). En segundo lugar, la declaración «Dominus Iesus» sobre la unicidad y universalidad salvífica de Jesucristo y de su Iglesia (2000).

Escribe el nuevo Doctor honoris causa de la Pontificia Facultad Teológica de Breslavia: «En su trabajo, el teólogo procede racionalmente, entrando en diálogo con los más diversos saberes y, por tanto, con rigor intelectual, con libertad y creatividad. A la vez, con el convencimiento de que la verdad sobre la que estudia no le pertenece; es más, que él está en comunión con esta verdad solamente por la Iglesia y en la Iglesia. Teniendo en cuenta que estar en comunión con la Iglesia comporta también la comunión con quienes en ella tienen la función de Magisterio».

Nuevo marxismo, ideología del género y ateísmo científico

Por último, su visión del mundo actual desde la perspectiva teológica y filosófica es sugerente y precisa. En concreto tres temas relacionados entre sí: el nuevo marxismo, la ideología del género y el ateísmo científico.

El nuevo marxismo vuelve a la continua tentación del hombre de reducir todo a lo material, es el «materialismo histórico y dialéctico como explicación última de la naturaleza del hombre y del mundo, y, por otra, la negación de la existencia de Dios y de cualquier realidad trascendente, implicación necesaria del materialismo».

Por lo que se refiere a la ideología de género, el profesor Ocáriz lo entiende como «una derivación, quizá última, de la concepción filosófica especialmente formulada por Hegel, según la cual la verdad no es un presupuesto sino un resultado de la acción».

Y el nuevo ateísmo científico «surge en una situación cultural y social compleja, en la que el método propio de las ciencias físico-matemáticas se presenta frecuentemente como el único método propiamente científico».

En la concesión de un título honorífico de Doctor honoris causa tiene que haber afinidades de pensamiento y cercanía en el ámbito de la investigación entre la institución y la persona nombrada. Así ocurre con las líneas académicas de la Pontificia Facultad Teológica de Breslavia.

Lógicamente, además del mérito científico está siempre el factor humano tan importante a la hora de tomar decisiones. El profesor de teológica sistemática Włodzimierz  Wołyniec, rector de la Pontificia Facultad Teológica de Wrocław entre los años 2014 a 2022, propuso por propia iniciativa al senado de esta Facultad este nombramiento.

Włodzimierz Wołyniec tuvo como promotor de su tesis doctoral al profesor Ocáriz. Y de allí surgió una continuidad en el campo teológico de la Cristología bajo la luz de la metafísica de santo Tomas de Aquino.

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