“Muy buenos días a los madrugadores del fin de semana, muy buenos días a la gente-gente, en este domingo 8 de diciembre, en el que vamos a tener mucho frío. Atención a los avisos por lluvia, por agua, por nieve”.
“Desde las 6 de la mañana te estamos contando la noticia de la caída del régimen de Bashar al Asad en Siria. Bashar al Asad ya no es el presidente”. Así comenzaba el pasado 8 diciembre su programa ‘La Mañana del Fin de Semana’ en la cadena Cope, Fernando de Haro, periodista experimentado, al que pueden escuchar los fines de semana de 6 a 8,30 de la mañana.
Como pueden comprobar, en dos horas y media se puede hablar de muchas cosas. Ese día comenzó por Siria. De Haro, además, ha sido, y es, reportero internacional, con varios libros y documentales. También ha escrito ensayos, entrevistas, una biografía sobre Luigi Giussani (El ímpetu de una vida), y es editor de paginasdigital.es
Ahora acaba de publicar “La foto de las siete menos cinco”, editado por Renacimiento, y sobre el libro y algunos asuntos de actualidad, conversamos. Entre ellos, el islam, Tierra Santa, Nigeria y el fundamentalismo islámico, el Líbano o el buen periodismo.
¿Por qué ‘La foto de las siete menos cinco’? Fernando de Haro se reconvierte en novelista, pensé a vuelapluma.
– El título corresponde a la hora en la que durante el período 2018-2024 trabajé en ‘La Tarde’ de Cope. En ese momento se emitía esta mini-sección. Ahora ha vuelto a ser la foto de las 8.25 porque he vuelto a mi programa de origen: ‘La Mañana del Fin de Semana’.
¿Y la dedicatoria al donostiarra Mikel Azurmendi, uno de los fundadores y portavoz del Foro de Ermua?
– Mikel Azurmendi era un forofo de mi comentario/descripción de una foto para cerrar el programa. De hecho, esos comentarios fueron la ocasión para iniciar una relación preciosa. Mikel durante sus últimos años de vida fue un gran amigo, sigue siéndolo y la relación continúa ahora que ha muerto. Nos acompañamos en el camino de la vida, con nuestras preguntas y nuestras búsquedas, con las certezas que íbamos adquiriendo. Nos acompañamos en el análisis político, social, histórico, pero sobre todo en el amor y la fe.
Como director de ‘La Mañana del fin de semana’ de Cope, descubres que sábados y domingos a esa hora “hay oyentes, muchos oyentes”. ¿Son los mismos que a otras horas, o diferentes? ¿Les gustan tus ‘fotos sonoras’ de las 8,25 de la mañana como las de las 7 menos cinco de la tarde?
– Cuando empecé a hacer el programa ahora ya hace 14 años todos pensábamos que ese momento de radio era un momento menor en la programación. Pero después nos fuimos dando cuenta que había muchos “madrugadores del fin de semana”. Muchos más que en otros espacios más tradicionales y más conocidos de la radio. De hecho, en esta temporada compito en algunos tramos, con grandes estrellas de la radio. No hay datos del EGM sobre los minutos de la foto. Pero hay mucha gente que me dice que le gusta ese cierre.
Te interesan las fotos, porque son ‘la profecía de una victoria’. Esto merece una explicación, aunque sea breve.
– Una foto fija el presente. Es a lo que todos aspiramos. Aspiramos a que el presente no desaparezca y se convierta en un mero recuerdo. El pasado solo tiene valor si sigue siendo presente. Una fotografía es una profecía, solo una profecía, y por eso incompleta, abierta, de ese pasado que está siempre presente. En realidad el presente, este instante en el que me estás leyendo, es lo único sólido. Y el pasado no es nada si no está ahora. Esa es la diferencia entre tradición y tradicionalismo. Hay demasiado tradicionalismo.
Reconozco que no he leído todas las fotos sonoras del libro, pero sí puedo decir que están magníficamente escritas, sobre todo al pensar que las escribes en medio de unas cuñas de publicidad del programa. No aprecio un hilo conductor, son muy variopintas.
– Es verdad que la temática es muy variada. Pero es que las fotografías de los periódicos o de las web informativas de donde las tomo son muy variadas. La realidad es compleja, rica, está hecha de niños que lloran y ríen, de vagabundos, de devastaciones, de esperanzas deseadas, de gestos sorprendentes y cotidianos… El hilo conductor es la mirada del escritor y la mirada del oyente que ve a través de lo que escucha.
La foto de las siete menos cinco
Has tocado muchas teclas en la profesión periodística. Pero parece que los viajes y el reporterismo internacional te han atrapado…
– Afortunadamente, he podido viajar en los últimos diez años por muchos rincones del planeta para rodar algunos documentales. Me parece que para hacer buen periodismo hay que estar en el sitio en el que pasan las cosas, no importa que ese sitio sea un pueblo del norte de Nigeria, o una calle de Algeciras en la que se está llevando a cabo una operación contra el narcotráfico.
Me gusta estar en el sitio para poder comprender y poder contar. Yo lo que quiero es comprender y para eso necesito dejarme tocar, conmoverme, enfadarme, tener miedo, sentir satisfacción, alegría, mirar a los ojos a la gente…
Por tus libros, se advierte que no te van los temas pacíficos. Además de ‘El islam en el siglo XXI’, has escrito sobre los mártires de Egipto, ‘Cristianos y leones’: los cien mil cristianos asesinados cada año en el mundo, los terroristas de Boko Haram…
– Me parece que comprender el islam es decisivo, es una religión emergente con un peso creciente en Europa. Hay que distinguir el islam del islamismo y del yihadismo. He visto en Irak y en Siria pintadas del Daesh escritas en alemán y en otros idiomas europeos de jóvenes del mundo occidental que se fueron a combatir con “el Califato”. El caso de los coptos, los cristianos de Egipto, es diferente. Es el caso de una importante minoría. No todo lo que hacen los cristianos egipcios es inteligente. Pero han aprendido después de siglos que el sueño de la hegemonía los puede destruir.
En paralelo, tu preocupación por la gente que sufre y por contar historias que ayudan a estas personas, es manifiesta. Hemos escuchado en tu programa alguna entrevista sobre los desplazados en el sur del Líbano, por ejemplo.
– Tú y yo podemos perder en cualquier momento nuestra casa, nuestra tierra. Vivimos en la ingenuidad de que las cosas malas son las que le pasan a los otros. La compasión, el padecer con otros, no es un sentimiento, es una forma de usar la razón que nos hace humanos. El primer impulso de cualquier persona es hacer de la necesidad de los demás su propia necesidad. No conviene censurar este primer impulso.
También has reflexionado sobre los cristianos en Tierra Santa o la educación en Gaza. Estamos en Navidad. Para concluir, unas palabras sobre los cristianos en Tierra Santa…
– El cristianismo en Tierra Santa es esencial para comprender la naturaleza del cristianismo. El cristianismo, como han señalado los dos últimos Papas, no es solo una doctrina o una ética. El cristianismo es un acontecimiento que sucedió en la historia, en un lugar concreto y en un momento preciso. Si no sigue sucediendo se convierte en un sistema de ideas. El cristianismo en Tierra Santa nos recuerda esta naturaleza de acontecimiento.