Felicitación de la Navidad 2020 del Papa Francisco a la Curia Romana
Se trata de una reflexión con un trasfondo eminentemente espiritual la que el Papa Francisco expresó este año a los Cardenales y miembros de la Curia Romana con motivo del intercambio de felicitaciones navideñas, el 21 de diciembre. Sobre esta base construyó una amplia reflexión en torno al «significado de la crisis» que el mundo está experimentando a causa de la pandemia, pero que engloba todas las esferas de la historia al mismo tiempo, incluyendo evidentemente la Iglesia y sus miembros.
Como nos tiene acostumbrado desde su inauguración, con los primeros años en los que comenzó a enumerar las famosas «enfermedades» de la Curia Romana, invitando a ampliar el horizonte a aquellos que prestan un servicio operativo a la difusión del Evangelio a través de los órganos vaticanos, también este año el Pontífice no escatimó en su consejo paternal, orientado esta vez a superar cualquier forma de conflicto, o más bien a extraer de las numerosas situaciones de crisis las mejores semillas para la evangelización.
Las crisis en la historia de la salvación
Hablábamos del trasfondo espiritual, con amplia referencia a las crisis vividas por tantos personajes bíblicos que, con su capacidad de reconocer los signos de los tiempos, fueron entonces grandes protagonistas de la historia de la salvación. Desde Abraham, que estaba en crisis por tener que abandonar su tierra; o Moisés, que había perdido la confianza en sí mismo, pasando por Elías, atenazado por la duda sobre la identidad mesiánica de Jesús; hasta el emblemático Pablo de Tarso, que estaba en crisis por su seguridad y se transformó en el que luego empujó a la Iglesia más allá del recinto de Israel. Hasta el mismo Cristo, a través de las muchas experiencias de crisis vividas en las tentaciones, en Getsemaní en soledad, o en la Cruz sintiéndose abandonado.
La clave de la esperanza
Hay un elemento que el Papa ve en la enseñanza de todas estas experiencias, y es el de la esperanza, que muestra cómo no podemos detenernos en un análisis superficial de situaciones, incluso trágicas, porque esto no sería realista. Dios, de hecho, «sigue haciendo crecer las semillas de su Reino entre nosotros«, como lo demuestran los numerosos testimonios de trabajo «humilde, discreto, silencioso, leal, profesional, honesto» que muchos hacen en la propia Curia Romana.
A la luz del Evangelio
Las crisis, por lo tanto, deben ser vistas a la luz del Evangelio – que entre otras cosas «es el primero en ponernos en crisis» -, es decir, como un tiempo del Espíritu, en el que aprendemos a alimentar «una íntima confianza de que las cosas están a punto de tomar una nueva forma, que surge exclusivamente de la experiencia de una Gracia escondida en la oscuridad«. Porque como dice el Sirácide, «el oro se prueba con el fuego, y los hombres son bienvenidos en el crisol del dolor«.
Las situaciones críticas son entonces bienvenidas, incluyendo «escándalos, caídas, pecados, contradicciones, cortocircuitos en el testimonio«, siempre que se tomen como algo que nos hace «morir a un cierto modo de ser, de razonar y de actuar que no refleja el Evangelio«. La crisis, de hecho, «es movimiento, es parte del viaje«.
Aquí el Papa recuerda, por ejemplo, la reforma de la Curia Romana, advirtiendo que no debe entenderse como «un remiendo de un vestido viejo» o la simple redacción de un nuevo Documento, sino más bien para asegurar que «nuestra fragilidad no se convierta en un obstáculo para la proclamación del Evangelio«.
Uno de los obstáculos, para este actuar en gracia y bajo la guía del Espíritu Santo que el Papa Francisco advierte en su discurso, está representado por los «conflictos» que siempre crean contraste, competencia y antagonismo: los culpables de un lado y los justos del otro, además de dividir a la Iglesia en categorías, traicionando su verdadera naturaleza, «un Cuerpo perpetuamente en crisis precisamente porque está vivo«.
¿Qué hacer durante la crisis?
Además de aceptarlo como un tiempo de gracia -sugiere el Papa-, no debemos cansarnos de rezar con confianza, con gran paz y serenidad, aguardando con esperanza, tal como nos recuerda el Apóstol de los Gentiles, y manteniéndonos alejados de los conflictos (habladurías, chismes, autorreferencias).
La última invitación del Papa Francisco a todos los miembros de la Curia Romana y sus colaboradores es que en esta Navidad asuman un interés generoso por los pobres, porque «para conocer verdaderamente a Dios sólo se necesita conocer a los que acogen a los pobres que vienen de abajo con su miseria«.