Vaticano

La felicidad es el cielo, recuerda el Papa en vísperas de la Ascensión

Nuestra felicidad es el cielo y la vida eterna, ha subrayado el Papa Francisco en la audiencia de hoy, celebrada junto a la imagen de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, cuya festividad se celebra este día 8 de mayo. Además, el Pontífice ha recordado la solemnidad de la Ascensión del Señor, que se celebra mañana en Roma, y en muchos países este domingo.    

Francisco Otamendi·8 de mayo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
papa virgen luján

El Papa reza ante la imagen de Nuestra Señora de Luján en la Audiencia del 8 de marzo de 2024 @OSV

En la fiesta de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, el Papa Francisco ha reflexionado en la Audiencia de esta mañana, en el ciclo sobre los vicios y las virtudes, sobre la virtud teologal de la esperanza, teniendo al lado una imagen de la Virgen de Luján, patrona de Argentina, cuya fiesta es hoy 8 de mayo.

Las referencias a la Virgen María, al mes de mayo, y al rezo del rosario han sido numerosas esta mañana, en una Audiencia celebrada en vísperas de la solemnidad de la Ascensión del Señor y de la Bula de convocatoria del Jubileo de 2025, que leerá el Santo Padre mañana jueves día 9, a las 17,30 horas en la Basílica de San Pedro.

Rezar a la Virgen por la paz, valorar el rosario

Por ejemplo, al dirigirse a los peregrinos en lengua española, el Pontífice ha mencionado la fiesta de Nuestra Señora de Luján, a la que ha pedido por Argentina, “para que el Señor le ayude en su camino”. Más tarde, ha manifestado que “hoy la Iglesia eleva la oración de súplica a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya. Invito a todos a invocar la intercesión de María, para que el Señor conceda la paz al mundo entero, especialmente a la querida y atormentada Ucrania, a Palestina y a Israel, a Myanmar”.

“Confío en particular a nuestra Madre a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados que están hoy aquí presentes, y exhorto a todos a valorar el rezo del Santo Rosario en este mes de mayo”, ha señalado.

Ascensión del Señor: levantar los ojos al cielo 

Antes, el Papa ha recordado la fiesta de la Ascensión del Señor a los peregrinos de lengua inglesa: “Saludo a todos los peregrinos y visitantes de lengua inglesa que participan en la Audiencia de hoy, especialmente a los de Camerún, India, Filipinas y Estados Unidos de América. Mientras nos preparamos para celebrar la solemnidad de la Ascensión, invoco sobre vosotros y vuestras familias la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo, resucitado y ascendido al cielo. Que el Señor os bendiga a todos”.

A los de habla germana, ha dicho: “Queridos hermanos y hermanas, la inminente solemnidad de la Ascensión nos exhorta a levantar los ojos hacia el cielo, donde Cristo está sentado a la derecha del Padre y ha preparado un lugar para cada uno de nosotros. Vivamos, pues, el Evangelio y dirijamos nuestro pensamiento a las cosas de arriba (cf. Col 3, 2)”.

San Estanislao, intercesor por la paz

Francisco ha mencionado también, en este caso a los peregrinos polacos, que “hoy celebráis la solemnidad de San Estanislao, obispo y mártir, patrono de vuestra patria. San Juan Pablo II escribió de él que desde las alturas del cielo participó en los sufrimientos y esperanzas de vuestra nación, sosteniendo su supervivencia especialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Que la intercesión de san Estanislao obtenga también hoy el don de la paz en Europa y en todo el mundo, especialmente en Ucrania y en Oriente Medio.”.

Esperanza: la respuesta que Cristo nos da

La lectura que ha servido de base a la meditación del Pontífice ha sido un fragmento de la Carta del apóstol san Pablo a los Romanos, 8, 18, 23 y 24, en el que san Pablo escribe que “en esperanza fuimos salvados”.

El Papa ha comenzado su meditación de este modo: “Hoy reflexionamos sobre la virtud de la esperanza. El Catecismo de la Iglesia Católica la define así: ‘La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo’ (n. 1817). Estas palabras nos confirman que la esperanza es la respuesta que se ofrece a nuestro corazón cuando surge en nosotros la pregunta absoluta: ‘¿Qué será de mí? ¿Cuál es el destino del viaje? ¿Cuál es el destino del mundo?’”. 

Después, Francisco ha sintetizado que frente a estas preguntas trascendentales “sobre el destino de nuestra vida y del mundo, la esperanza es la respuesta que Cristo nos da. Con ella, podemos vivir con alegría y serenidad nuestro presente, pues Jesús nos asegura un futuro confiable y un horizonte luminoso. Sin esperanza, en cambio, el hombre vive en la tristeza y cae en la desesperación”. 

No olvidemos que Dios es misericordioso

“Todos nos damos cuenta de que una respuesta negativa a estas preguntas produce tristeza. Si no hay un sentido en el viaje de la vida, si no hay nada ni al principio ni al final, entonces nos preguntamos por qué debemos caminar: de ahí surge la desesperación humana, el sentimiento de inutilidad de todo. Y muchos podrían rebelarse: ‘Me he esforzado por ser virtuoso, por ser prudente, justo, fuerte, templado. También he sido un hombre o una mujer de fe…. ¿De qué ha servido mi lucha?’”. 

A continuación, ha citado a Benedicto XVI en su encíclica Spe salvi. “Si falta la esperanza, todas las demás virtudes corren el riesgo de desmoronarse y acabar en cenizas. Si no hubiera un mañana fiable, un horizonte luminoso, sólo quedaría concluir que la virtud es un esfuerzo inútil. ‘Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente’”, escribió su predecesor. 

“Pecamos contra la esperanza cuando nos quedamos anclados en el pasado, olvidando que Dios nos ama, que es misericordioso y más grande que nuestro corazón; pecamos cuando no tenemos el valor de tomar decisiones que nos comprometan de por vida”, ha subrayado el Santo Padre.

“Nuestras nostalgias malas, nuestras melancolías”

“La esperanza es una virtud contra la que pecamos a menudo”, ha reiterado el Papa. “En nuestras nostalgias malas, en nuestras melancolías, cuando pensamos que las felicidades pasadas están enterradas para siempre. Pecamos contra la esperanza cuando nos abatimos por nuestros pecados, olvidando que Dios es misericordioso y más grande que nuestros corazones. Pecamos contra la esperanza cuando en nosotros el otoño anula la primavera; cuando el amor de Dios deja de ser un fuego eterno y nos falta la valentía de tomar decisiones que nos comprometen para toda la vida”. 

El mundo necesita esta virtud cristiana

“¡El mundo de hoy tiene tanta necesidad de esta virtud cristiana!”, ha exclamado. “Como también necesita tanto la paciencia, virtud que camina de la mano de la esperanza. Los seres humanos pacientes son tejedores de bien. Desean obstinadamente la paz, y aunque algunos tienen prisa y quisieran todo y todo ya, la paciencia tiene capacidad de espera. Incluso cuando muchos a su alrededor han sucumbido a la desilusión, quien está animado por la esperanza y es paciente es capaz de atravesar las noches más oscuras”.

Que el Señor haga crecer nuestra esperanza y nuestra paciencia, “para ser artesanos de paz y de bien en un mundo que tiene mucha necesidad de esta virtud. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”, ha concluido el Papa.

El autorFrancisco Otamendi

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