España

“El cristiano se interesa por su sociedad porque forma parte de ella”

El lanzamiento del Máster en Cristianismo y Cultura contemporánea por la Universidad de Navarra pone el foco en la necesidad de una formación humanística que impulse la presencia de la propuesta cristiana en los principales debates culturales y sociales de la actualidad. 

Maria José Atienza·28 de marzo de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos
cristiano cristiana

En noviembre de 2020, un artículo del periodista Diego Garrocho ponía sobre la mesa la pregunta acerca de dónde se encontraban, en el panorama socio cultural español, los que él llamaba “intelectuales católicos”. 

Este artículo dio lugar a una interesante cascada de respuestas y nuevas cuestiones, publicadas desde distintos ámbitos por parte de filósofos, periodistas, profesores…, que, desde diferentes posiciones ideológicas y existenciales planteaban la incomparecencia o no, de la propuesta cultural cristiana en los debates de pensamiento en la actualidad y del que la web de Omnes se hizo amplio eco. 

Más allá de que hay quienes piensan que este debate, cuyos momentos más encendidos se alargaron hasta enero de 2021, no ha ido más allá de una somera exposición de motivos, culpabilidades o quejas, la realidad es que la manifestación y reflexión pública acerca de esta cuestión demuestra que la propuesta intelectual y vital cristiana no sólo ha de ser ofertada sino que es más que nunca necesaria en el debate cultural, social y antropológico actual. 

De manera paralela a este debate mediático y más o menos conocido, la Universidad de Navarra perfilaba ya lo que sería el nuevo Máster en Cristianismo y Cultura contemporánea que comenzará, de manera online y presencial el próximo septiembre en el campus de Madrid. 

El Máster nace de la experiencia del Instituto Core Curriculum, una enseñanza humanística dirigida a alumnos de cualquier grado que, desde hace años, se desarrolla en esta universidad con una excelente acogida entre los alumnos y que supone una balsa de conocimiento y formación intelectual alejada del utilitarismo. En este sentido, el director académico de este Máster en Cristianismo y Cultura contemporánea, Mariano Crespo, señala, en una conversación con Omnes, cómo “en un mundo que lo que busca es la utilidad inmediata, también en lo académico plantear unos estudios de este tipo recupera algo importante que quizás estamos perdiendo: la formación en preguntarse a uno mismo sobre esas cuestiones eternas que son, al mismo tiempo, acuciantes en la sociedad actual”.

Una sociedad fragmentada 

Cada día constatamos que nos encontramos inmersos en una sociedad que parece haber olvidado el razonamiento para sustituirlo por el sentimiento. Sin embargo, en este maremágnum de opiniones inestables el anhelo de razones fundadas se hace cada vez más patente y necesario. Una necesidad de la que hemos hablado también con Julia Pavón, decana de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Navarra y Ricardo Piñero, catedrático de Estética. en este sentido, Pavón señala que “la sociedad sí que piensa. Lo que ocurre es que los instrumentos que tiene para desarrollar ese pensamiento son demasiado emotivos o demasiado inmediatos. No hay un planteamiento racional o coherente de determinadas cuestiones. Tenemos pequeños fragmentos, posts, noticias, flashes…que no se acaban hilvanando entre sí porque no hay tiempo de reposo para articularlos en un mismo mensaje. De ahí el triunfo de los ‘contenidos de un día’. Hay que buscar los caminos para que estos contenidos se articulen intelectualmente y dar respuestas a las cuestiones claves”. Estos flashes, como destaca Pavón, forman parte de una cultura fragmentada como la nuestra, en la que destaca el “tertuliano, ese que sabe de todo: política, religión, deporte, economía… y esto es imposible. Podemos tener opiniones de todo, pero no podemos saber de todo. Esto demuestra que, en realidad, queremos estar en muchos frentes pero, en el fondo, no somos capaces de articular un relato, una alternativa coherente a las opiniones diferentes. Para ello es necesario tener argumentos racionales”. 

Aquí radica, en esa formación del pensamiento, la propuesta que se lanza en estos momentos. No se trata de dar las respuestas unívocas sino de suscitar las cuestiones, encontrar las repuestas y sobre todo, entrar en el debate cultural actual con una propuesta que muestre la verdad de las cosas. “El cristianismo en su forma mas pura no adoctrina, sino que muestra”, defiende Julia Pavón. 

Argumentación racional y fe

“Precisamente, en debates que se han suscitado en los últimos años en la opinión pública, como por ejemplo, el del aborto”, observa Crespo, “me llamó la atención cómo se planteaba que una persona está en contra del aborto porque es cristiana y, por tanto, tenía unas razones de orden religioso –que se consideran preferencias emocionales subjetivas– para estar a favor de la vida. Es decir, se quería presentar su postura anti aborto como una cuestión emotiva. Y no es así. Desde el punto de vista emocional hay cosas que me gustan y cosas que no me gustan; si se me preguntan las razones de por qué me gusta o no, puedo terminar en un momento de ‘porque es así y punto’. Algo parecido pasaba con esos debates, se consideraba que llegado un punto no se podía argumentar y ése es un planteamiento que ciega la exposición. La realidad no es esta. Los cristianos no están en contra del aborto o la eutanasia por razones subjetivas. Tenemos auténticas razones. Es una postura racional, con argumentos racionales, biológicos, naturales… que pueden y deben aportar en este debate”

Por su parte, Julia Pavón señala que “para dialogar verdaderamente hay que conocer los temas que se abordan, sus bases y sus argumentos, las razones de su éxito o no pero no hemos de tener miedo y encerrarnos en un gueto de los ‘anti’ pensando que el resto de la sociedad está mal. La seguridad no se gana en el grupo cerrado. La seguridad se gana a través de la autonomía del pensamiento, teniendo argumentos razonables”.

Propuesta cristiana, ¿desaparecida?

 ¿Existe, pues, una incomparecencia real de la propuesta cristiana en el debate cultural actual? ¿Quiénes son los culpables de este silenciamiento? ¿Faltan católicos o más bien faltan intelectuales? 

“Personalmente huyo de la etiqueta de intelectual cristiano”, destaca Ricardo Piñero. “No escucho eso de ‘debate de intelectuales ateos’…. de ‘intelectuales musulmanes’. Creo que los que somos cristianos, no somos tan buenos cristianos si tenemos que decirlo. En el momento que uno tiene que explicar quién es, es porque no se le nota y, en esta vida hay un ejercicio muy interesante que se llama coherencia”. 

Por esa coherencia, que habría de ser propia de la vida, continúa Piñero, “el cristiano se interesa por su sociedad porque forma parte de ella. Nunca el cristianismo ha estado fuera de su mundo”. 

Para este catedrático de Estética y Teoría de las Artes, la realidad con la que nos encontramos no es que el mundo silencie la propuesta cristiana. Esta voz cristiana existe, señala Ricardo Piñero, puesto que “damos conferencias, asistimos a congresos… pero existe, eso sí, un ‘cortocircuito’ entre lo que el mercado mueve y el impacto que eso tiene. Quizás, el problema es que los intelectuales nos limitamos a ejercer, en muchas ocasiones, el oficio del profesor y las preocupaciones se centrar en acreditarse, pasar al siguiente escalón de la carrera profesional”. 

Una concepción de la docencia que, aunque en temporadas vitales sea necesario, como reconoce el propio Piñero, hay que superar en ese ejercicio de coherencia que “tiene un precio, pero también tiene un premio, y es sentirse libre de hacer lo que realmente uno quiere y esta convencido”.  

Coherencia y soberbia doctrinal

“La gran cuestión es si quienes nos consideramos cristianos hemos hecho, o no, ese ejercicio de coherencia”, apunta Piñero. “Me parece muy triste que el debate de los intelectuales ‘cristianos’ se termine en sobre si es posible el debate o no. Los intelectuales debemos pensar sobre los grandes problemas, no sobre nosotros mismos. Si nosotros mismos somos parte del problema entonces sí, hay que pensarlo. Pero eso tiene un alcance limitado”.

Una realidad que, para Piñero, en parte, es resultado de encerrarse en un círculo concreto, sin permeabilidad alguna con el resto del mundo. Quizás provocado por el miedo, la pereza o la reacción defensiva llevada al extremo, la presencia cristiana se ha visto afectada por lo que Piñero califica de “soberbia doctrinal: “Hemos ido siempre a imponer una serie de criterios porque pensábamos que estábamos mas allá de cualquier otra posición. Y eso es un error de bulto porque es imposible dialogar con alguien si no se le escucha. Parte del fracaso de nuestra falta de presencia es que nos hemos dedicado a hablar, y sólo hemos hablado de cuestiones que nos interesaban a nosotros mismos. No hemos escuchado las preguntas de la sociedad. Los ‘intelectuales cristianos’ tenemos que dedicar tiempo a dos cosas: a aprender de los otros y estudiar los signos de los tiempos y a proponer nuestro mensaje, para salir de esa soberbia doctrinal. Salir del texto previo y escuchar al otro. Es antiestadístico considerar que todo lo que dice el de enfrente está en contra de mi pensamiento”. 

En esta línea se sitúa también Mariano Crespo cuando señala que “tal y como está planteado el currículo de la enseñanza media en España hay una cierta contradicción. Por un lado, se insiste en la adquisición de habilidades, destrezas, cómo hacer las cosas y por otro lado en la necesidad de fomentar el pensamiento crítico. Es una lástima el papel minoritario en que va a quedar la Filosofía y es una pena porque, si se quiere fomentar el pensamiento critico es necesario conocer la Filosofía. No niego que, a veces, los profesores de filosofía hemos hecho un planteamiento algo historicista de la materia abrumando abrumando a los alumnos con respuestas que no se han hecho previamente. La idea es sin embargo plantear las preguntas y ofrecer, que no imponer, las respuestas desde una óptica cristiana. Cualquier enseñanza está condenada al fracaso cuando da respuestas a preguntas que los alumnos no se han planteado”

Apertura al diálogo 

Una de las claves del máster lanzado por la Universidad de Navarra es su apuesta por el diálogo: conocer a fondo las propuestas y ejes culturales de la actualidad con una mentalidad abierta para formar parte del debate cultural actual. 

“El diálogo supone ser consciente de que parte de lo que tienes consolidado puede ser mejorado. Considerar que la posición propia no está perfectamente acabada, aunque sí que tiene mucho que aportar”, destaca Ricardo Piñero. “El cristianismo tiene una potencia extraordinaria para diseñar la vida buena del ser humano en cosas concretísimas: qué es la vida, qué es la muerte, qué es un matrimonio y qué no. Esa es nuestra propuesta. Los cristianos no somos tontos, no razonamos menos por tener fe. Una de las formas mas cualificadas de entender el mundo es hacerlo con fe, junto a las ciencias naturales. La intelectualidad no está reñida con el sentido común ni con otras realidades que le aportan información cualificada como la fe. Cualquiera que aborde un diálogo con clichés no ha probado el sabor que tiene la libertad: esa capacidad de cuestionar las cosas y tomar una decisión en virtud de un conocimiento riguroso y libre”

“Los cristianos tenemos mucho que decir en esos debates que existen en nuestra sociedad porque nuestras respuestas son profundamente racionales”, apunta en esta línea Mariano Crespo,“mucha gente hace una distinción entre lo que piensa como ser racional y lo que piensa como cristiano. Eso es un planteamiento equivocado. La fe cristiana perfecciona y eleva la propia naturaleza”.De hecho, Crespo considera que “estamos en un momento privilegiado para mostrar que las respuestas cristianas son iluminadoras, profundamente racionales y son respuestas que hay que tener en cuenta en los debates de los temas centrales, no solo de naturaleza ética, como pueden ser el aborto, la eutanasia o la dignidad de la vida… sino también en la estética, en la literatura, en el arte”.

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica