Cultura

Director de la Farmacia Vaticana: «Es un lugar donde se escucha a los enfermos y se dan consejos»

Binish Mulackal, hermano de san Juan de Dios, es el director de la Farmacia Vaticana, una institución que data de 1874.

Hernan Sergio Mora·15 de noviembre de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

Foto: El hermano Binish Mulackal

En 2024 se cumplirán 150 años de la fundación de la Farmacia Vaticana, la más concurrida del mundo, con más de dos mil clientes al día. Sin embargo, gracias a la modernización conseguida con la robotización y la informatización, la farmacia consigue atender a todo el mundo sin que se formen colas.

Gracias también a sus 23 farmacéuticos profesionales que atienden los mostradores con gran amabilidad y dedicación y que forman parte de la plantilla de casi 70 empleados de la farmacia.

Al acercarse el 150 aniversario de esta institución con sede entre los muros del Estado de la Ciudad del Vaticano, Omnes ha podido entrevistar al director de la farmacia, el Hermano Binish Mulackal, prior de la comunidad de los Hermanos de San Juan de Dios y natural de Kerala, India.

Hermano Binish, cuéntenos un poco cómo surgió la Farmacia Vaticana, si no me equivoco fue cuando el Papa Pío IX estaba «prisionero» en el Vaticano, ¿no es así?

–Tras la toma de Roma en 1870, el Vaticano buscó la autonomía del Santo Padre y, por tanto, un servicio farmacéutico y sanitario. El Estado se puso en contacto con el hospital Fattebenefratelli, de la orden de san Juan de Dios de Roma en nombre de Pío IX en 1874, y así se fundó la farmacia durante la llamada «Cuestión romana», inicialmente como ambulatorio.

La farmacia se fundó el 4 de marzo de 1874, cuando en Fattebenefratelli los hospitalarios nos pusimos a disposición del Papa y los primeros farmacéuticos comenzaron a prestar servicio en el patio de San Dámaso, llegando por la mañana y regresando por la tarde.

¿Y cuándo se instalaron en el Vaticano?

–Fue en 1890, cuando solicitaron la presencia de la comunidad dentro de la Ciudad del Vaticano. Sin embargo, la Farmacia pertenece al Estado, al Governatorato, y estamos obligados a gestionarla en virtud de un convenio como Orden Hospitalaria.

¿Es usted religioso? ¿Cómo llegó aquí, a la Farmacia?

–Sí, soy religioso de la Orden de San Juan de Dios. Muchos hermanos han trabajado durante estos 150 años para dirigirla. En 2007, como parte de la renovación de la comunidad, pidieron a la Provincia de la India que enviara hermanos para dirigirla.

¿Por qué una farmacia dentro del Vaticano con tantas que existen en Roma?

–Nació como un servicio a la gente que vive en el estado vaticano y también para los que vienen de fuera. Es un lugar donde se escucha a los enfermos y necesitados, y se dan consejos. Hoy, con las grandes cadenas de farmacias, los precios de los medicamentos se han abaratado, así que nuestro objetivo no es necesariamente ser asequibles, aunque el aspecto económico tiene su importancia.

Cuando el Papa Francisco le recibió en el Palacio Apostólico, ¿qué le pidió?

–En su discurso, el Santo Padre nos pidió que diéramos «un suplemento de caridad», que escucháramos y escucháramos a todos los que vienen. «Los enfermos a menudo necesitan ser escuchados. A veces parece aburrido -nos dijo-, pero la persona que habla siente una caricia de Dios a través de ti».

¿Cuántas personas pasan cada día por la farmacia?

–La media es de más de mil personas al día, hemos recuperado un número de clientes similar al que teníamos antes del covid. En comparación con Italia, el precio de los medicamentos es un 12% más bajo, y varía para otros productos. También hay cosméticos y perfumes que los que vienen pueden comprar.

¿Tienen servicio de venta online?

–No, no tenemos como tal un servicio online, pero llevamos más de 20 años haciendo un servicio de envíos a distancia, también por teléfono. Lo que es imprescindible es que el paciente nos envíe siempre la receta. Y sólo enviamos medicamentos que no se pueden encontrar en Italia. Por supuesto cumplimos con la normativa europea EMA y americana FDA.

Aparte de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, ¿quién trabaja aquí?

–Llevamos trabajando en el ámbito sanitario desde 1550, así que no sólo con farmacias, sino también con hospitales y diversas instalaciones. Actualmente, una comunidad de nosotros vive aquí desde 1892, y en este edificio desde 1932, tras los Pactos de Letrán. Hoy somos aquí siete hermanos, dos de ellos enfermeros, que asistimos también a las audiencias y visitas del Santo Padre a Roma. También cubrimos el turno de noche de la Farmacia.

Como orden religiosa mendicante, es decir, que no vive en reclusión monástica, ¿tienen vida comunitaria?

–Tenemos toda la actividad espiritual y empieza con la misa por la mañana, y luego está el trabajo diario. Por encima de todo, somos religiosos, vivimos en comunidad y nuestra misión es servir a la Iglesia.

Durante la pandemia de Covid desempeñaste un papel especial…

–Sí, y mucho trabajo, empezando por la escasez de suministros médicos, al tener que abastecer a todo el estado. La Santa Sede también recibió varias donaciones y también tuvimos que gestionarlas externamente. Incluso para las vacunas, porque hicimos las gestiones con las compañías farmacéuticas. La experiencia con la vacuna fue tan positiva que volvimos a la normalidad.

¿Hay motivos para sentirse orgulloso de prestar este servicio?

–Basta pensar en una sola persona necesitada a la que damos la atención que necesita. Colaboramos con la Elemosineria Apostólica. Hacemos donativos para Ucrania, Venezuela y muchas otras situaciones difíciles en el mundo.

Ha habido varios santos en su orden, ¿verdad?

–Además del fundador, san Juan de Dios, los otros santos hospitalarios elevados al honor de los altares fueron Riccardo Pampuri, Benedetto Menni y Giovanni Grande. Y los beatos Eustachio Kugler, José Olallo Valdés, así como los setenta y un mártires de la Guerra Civil española (Braulio María Corres Díaz de Cerio, Federico Rubio Álvarez y 69 compañeros).

El autorHernan Sergio Mora

Leer más
Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica