Un motivo habitual de reflexión es la manera de llevar adelante a los jóvenes después del sacramento de la Confirmación. Es frecuente que en ese periodo de maduración humana dejen, en cambio, de responder a las convocatorias de formación o se alejen de la práctica religiosa. Algunas parroquias vinculadas al Camino Neocatecumenal están poniendo en práctica una iniciativa de posconfirmación, con buen resultado.
TEXTO — Gabriel Benedicto, Párroco de la Virgen de la Paloma (Madrid)
La atención pastoral a los adolescentes de entre 12 y 18 años supone actualmente un desafío para la Iglesia. ¿Qué hacer con ellos? ¿Cómo darles la posibilidad de que toquen a Cristo como respuesta existencial a sus deseos y problemas? ¿Cómo hacer que la Palabra de Dios ilumine este tiempo de crecimiento tan importante para sus vidas?
A los 11-12 años dejan de ser niños y caminan hacia la edad adulta, afrontando nuevos retos. ¿Qué quiero estudiar? ¿Qué amigos debo elegir? ¿Cómo madurar y expresar mi sexualidad? ¿Cómo relacionarme adecuadamente con la autoridad de mis padres? ¿Cómo divertirme sin hacerme daño? ¿Cómo superar mis complejos? ¿Cómo vencer el misterio del egoísmo? ¿Cómo ser capaz de amar?
Un posible respuesta
Si a un joven no se le ofrece una pastoral juvenil que responda a estas cuestiones, es muy probable que antes o después abandone la Iglesia… podríamos decir que por pura coherencia, pues no ha percibido que la fe en Cristo puede dar plenitud a su vida.
La pos-Confirmación es una respuesta del Camino Neocatecumental a este desafío de trasmitir la fe a los adolescentes. Esta pastoral es un servicio abierto a todos los jóvenes de la parroquia, que tras recibir la confirmación en 1º de la ESO (secundaria), comienzan un itinerario en pequeños grupos para crecer en una experiencia personal de fe.
A cada grupo se le asigna un matrimonio, al que llamamos “padrinos”, el cual será el responsable de ayudarles a crecer y vivir en la fe de la Iglesia. ¿Por qué un matrimonio? Porque los adolescentes están saturados de palabras; si algo les atrae verdaderamente es el amor gratuito de un hombre y una mujer que testimonia la verdad de Dios.
Los padrinos les abren su casa, comparten la cena con sus hijos, los llevan a casa y esto poco a poco hace que ellos se sientan queridos. Como dijo Dostoievski, “la belleza salvará al mundo”, y en este caso la belleza de la familia cristiana es capaz de salvar a los adolescentes. Cuando los jóvenes son tocados por una experiencia de amor hecha carne que se pone a su servicio, se crea una relación de confianza que permite una intimidad para hablar y escuchar. A la familia se le une la figura del presbítero que acompaña al grupo, asistiendo y presidiendo las reuniones siempre que puede.
Redescubrimiento
En la parroquia Virgen de la Paloma actualmente tenemos 13 grupos de posconfirmación, y puedo decir que está resultando una experiencia fantástica. Los jóvenes descubren, a lo largo de todo un programa de 6 años, la riqueza de los 10 mandamientos como caminos de vida, y aprenden que existen siete adversarios que quieren destruir la imagen de Dios en ellos: la soberbia, la envidia, la ira, la avaricia, la lujuria, la pereza y la gula. Hay una batalla espiritual que Cristo ha ganado para ellos, y se les enseña a luchar descubriendo la fuerza de las virtudes cardinales y teologales en la vida del cristiano y cómo pueden extender el Reino de Dios a través de las 14 obras de misericordia.
Impresiona ver la potencia de la Palabra de Dios en sus vidas, que les hace descubrir que ser cristianos es vivir en la gracia de un Dios que toma la iniciativa, y que en Cristo hace una alianza con nosotros. Cuando escrutan, o especialmente en el campamento de verano donde reciben una palabra para todo el año, contemplamos cómo se va produciendo un cambio en ellos por la gracia y no por un mero moralismo. La Palabra les ayuda a poder pedir perdón a sus padres, a saber decir no a sus amigos cuando lo necesitan, a levantarse cuando tropiezan y a salir de situaciones difíciles.
En el campamento de verano hacemos un rosario nocturno a la 4 de la mañana que concluye con una Eucaristía al amanecer en lo alto de una montaña. Muchos hablan de cómo en medio del silencio y la oscuridad de la noche tienen una experiencia profunda de ese Dios escondido y manifestado en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Es un momento en que los chicos pueden rezar y encuentran la paz que no han tenido durante todo el curso. Este campamento les ayuda muchísimo para poder empezar el verano poniendo a Dios en medio de sus vacaciones.
Una cosa estupenda es que no sólo ayuda a todos los jóvenes de la parroquia, sino que muchos otros, alejados de la fe, se incorporan a los grupos por amistad y descubren el tesoro de ver el amor de Dios en sus vidas. Unos están sin confirmar, otros sin hacer la primera comunión o incluso sin bautizar.
Planteamiento
Esta pastoral se realiza en algunas parroquias en las que se encuentra el Camino Neocatecumenal los viernes por la tarde, y se estructura en 4 celebraciones.
El primer encuentro se hace en casa de los padrinos, donde se expone el tema que se tratará en las próximas reuniones y los jóvenes pueden hablar libremente de lo que piensan ellos y su entorno acerca del mismo.
En el segundo encuentro se trata de iluminar el tema en cuestión a la luz de la Palabra mediante un escrutinio del texto bíblico, que termina con una puesta en común de qué dice esta Palabra en la vida concreta de cada chico. Este encuentro termina con un pequeño ágape para fomentar la comunión entre los jóvenes y con los padrinos.
El tercer encuentro, que se realiza en la parroquia, el presbítero trata el tema con el Magisterio y la Tradición de la Iglesia, se sigue con un acto penitencial y se concluye nuevamente con un ágape.
En el cuarto y último encuentro se sella el tema en el que se ha profundizado, compartiendo la experiencia recibida a lo largo del mes, y se hace una cena especial, llamada Alianza, en la que cada chico acepta que la Gracia de Dios cumpla en él la palabra tratada.
Para finalizar, tras los seis años que dura la posconfirmación, se hace una peregrinación junto al párroco, como acción de gracias y bendición a Dios por tantos dones recibidos. En ella se presentan tres vocaciones: la vida religiosa, recibiendo la experiencia de una consagrada; el sacerdocio, con el testimonio de un seminarista; y el matrimonio, ahondando en la experiencia de los padrinos.