La mujer en África lleva caminando a pasos agigantados hacia su igualdad social. Después de casi medio siglo de trabajo todavía tiene una serie de retos por delante: el peso de las tradiciones, la preferencia del varón frente a la mujer y la falta de independencia financiera son algunos de ellos.
TEXTO – Fernando Serrano
El pasado verano, la liberiana Ellen Jonhson Sirleaf abandonaba la presidencia de su país. Estuvo 11 años al frente del ejecutivo. En 2006, año en el que llegó al poder, se inauguraba una nueva época en el continente africano. Por primera vez un país africano era dirigido por una mujer.
Otros países como Mozambique, Islas Mauricio, Senegal, Santo Tomé y Príncipe… han tenido o tienen también mujeres al frente del poder legislativo o ejecutivo. En los últimos años se ha dado un auge de mujeres en posiciones de poder y responsabilidad dentro de la esfera pública y civil.
“Una vez, hace años, cuando estuve en el Congo, le oí a un misionero veterano que la mujer sostiene África. Me dijo que ellas reconstruyen, ellas luchan por salir adelante, ellas crean mutualidades de ahorro para apoyarse en los pequeños negocios que emprenden, ellas alzan la voz para pedir que se paren las guerras…”, nos dice la periodista especializada en el continente negro África González.
La sociedad en África
África es un continente inmenso que se desarrolla de forma paulatina. En los últimos años el crecimiento demográfico fue de algo más del 2 %. De los 1.216 millones de habitantes que hay en el continente, el 40 % son menores de 15 años y el 60 % vive en zonas rurales. La esperanza de vida es de casi 60 años.
Otros datos que muestran la realidad africana son: el 60 % de la población tiene acceso al agua potable, el 30 % tiene acceso al suministro eléctrico, hay 0,7 hospitales y 32 médicos por cada 100.000 habitantes y solo el 5,2 % del gasto del continente se dedica a la protección social. En cuanto al gasto educativo, este alcanza casi el 5 % del Producto Interior Bruto.
La preferencia del varón sobre la mujer
La directora ejecutiva de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y Empoderamiento, Phumzile Mlambo-Ngcuka, recordó con ocasión del Día Internacional de la Mujer que “demasiadas mujeres y niñas dedican un número excesivo de horas a las responsabilidades del hogar; habitualmente, destinan a estas tareas más del doble de tiempo que los hombres y los niños. Ellas cuidan a sus hermanas y hermanos más jóvenes, a sus familiares ancianos, a las enfermas y los enfermos de la familia, y realizan las labores del hogar.
En muchos casos, esta división desigual del trabajo tiene lugar a costa del aprendizaje de las mujeres y las niñas, y de sus posibilidades de obtener un trabajo remunerado, hacer deporte o desempeñarse como líderes cívicas o comunitarias. Esto determina los patrones de desventajas y ventajas relativas, la posición de las mujeres y los hombres en la economía, sus aptitudes y lugares de trabajo”.
Este es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la mujer en África: la discriminación a causa del género. “África es un continente inmenso. No es lo mismo la zona del Mediterráneo que Sudáfrica, o el África Occidental que el Oriental. Existen países como Kenia o Uganda que son estados con una vida más al estilo europeo. Pero también hay países como Somalia que es un estado fallido”, nos explica África González. Del mismo modo que la directora ejecutiva, resalta el problema de la discriminación hacia la mujer: “He estado sobre todo en la zona oriental de África y la mujer se enfrenta a un reto muy grande, el de la discriminación. En el caso de una familia que tenga varios hijos y no todos puedan ir al colegio, seguramente decidan que los niños reciban la educación y las niñas se queden en casa ayudando y trabajando en las tareas del hogar”. En el África subsahariana solo el 41 % de los graduados universitarios son mujeres.
En cuanto a la actividad económica, la mujer es la que sostiene la gran mayoría de las actividades agrícolas a pequeña escala y el pequeño comercio. El 80 % de los casos, las mujeres están al frente de este tipo de economía informal. Otros datos que destaca Mlambo-Ngcuka son que un tercio de las mujeres empresarias no cuentan con formación para sus negocios y solo el 50 % de las empresarias tienen acceso a financiación y créditos.
Ebele Okoye, farmacéutica nigeriana y promotora del proyecto social AMAD de Women Board hizo incidencia en este problema en una conversación con Palabra: “Las estadísticas muestran que hay dos veces más mujeres por debajo del umbral de la pobreza que hombres”. Okoye, que ha recibido este año el premio Harambee España a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana, también resalta que “los hombres en la cultura africana tienden a tener una posición más privilegiada. Todos quieren tener un hijo varón. Un niño es mucho más fácilmente aceptado y atendido que una niña. En el caso de Nigeria, la cultura le da al niño una mayor ventaja”.
“En muchas culturas africanas el varón es la persona que hereda la propiedad, es la persona que puede comprar tierras, tomar decisiones familiares importantes sin necesidad de consultar…”, sigue explicando Okoye. “Esta naturaleza patriarcal de la cultura nigeriana es la razón que se da a menudo a la falta de poder relativo de las mujeres, junto con una mezcla de creencias culturales y religiosas que infringen los derechos de las mujeres”.
El peso de las tradiciones
Otro de los problemas a los que se enfrenta la mujer africana es el peso de algunas tradiciones patriarcales y familiares. Aquí se engloban aquellos factores y hechos culturales en los que la mujer no tiene capacidad de decisión, como pueden ser los casamientos forzosos, la mutilación genital o las costumbres en las que las familias y maridos tienen la voz principal.
Frente a este problema, la mujer africana lleva luchando más de 20 años. Ya en 1978 la escritora y política senegalesa Awa Thiam redactó La Parole aux Négresses, donde presentaba dos fenómenos que afectan directamente a la mujer: la poligamia y la mutilación genital femenina. En el documento ofrecía información recopilada sobre la realidad de la mujer en algunos países. Un año después, se celebró en Jartum (Sudán) el primer seminario sobre Prácticas tradicionales que afectan a la salud de la mujer y los niños con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cinco años después se fundó el Comité Interafricano sobre las Prácticas Dañinas para la Salud de Mujeres y Niñas. Este organismo es una plataforma para coordinar todos los programas llevados a cabo por las ONGs nacionales que buscan acabar con la práctica de la mutilación genital femenina. A través de la organización y promoción de cursos de formación, seminarios, foros de debates… buscan acabar con esta tradición que afecta a varios países del continente negro.
La educación como herramienta
Los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reflejan la importancia de mantener la inversión en educación. Algunos de los indicadores son los siguientes:
– Los países de África subsahariana destinan de media el 22 % del gasto público a educación;
– La ratio de educación primaria es del 70 %, si bien existen importantes disparidades según los países y regiones;
– Se han hecho importantes progresos en igualdad entre niños y niñas en educación primaria;
– La alfabetización es una de las áreas en las que se han logrado mayores progresos, tanto entre jóvenes como en adultos, con ratios del 78 % y 67 % respectivamente. Aunque los datos más bajos se encuentran en zonas rurales, y particularmente entre las mujeres, es destacable que la alfabetización de mujeres está creciendo en el África subsahariana, a un ritmo del 3,8% entre adultos, y aún más rápido entre las jóvenes;
– La preferencia del varón sobre la mujer, los índices de pobreza, la falta de recursos… son algunas de las barreras a las que se enfrenta la mujer africana para llegar a recibir una educación.
En palabras de la promotora del proyecto social AMAD, Ebele Okoye: “Para mí, creo que algunos de los problemas a los que se enfrenta la mujer africana se pueden mejorar y solucionar con la educación. La formación no es una garantía, pero una mujer educada suele ser más propensa a conocer y luchar por sus derechos. También es más capaz de tener una cierta independencia para desarrollar su vida y carrera profesional”.
En esta misma línea, África González describe los beneficios de la educación y formación académica: “Hay un estudio de la Organización Mundial de la Salud que resalta que a medida que hay más mujeres finalizan la educación secundaria menos posibilidades tiene su familia de sufrir desnutrición, ya que tiene más capacidad de darse cuenta de cómo cuidarlos, alimentarlos… Se dan cuenta de la importancia de la sanidad y tienen un acceso más fácil a estos servicios”.
Pero no solo es la educación académica la que tiene que variar. Okoye nos explica que “la educación es importante tanto para las mujeres como para los hombres. Además de la educación formal. También creo que deberíamos ver la forma en que generalmente se cría a los niños en África. Debido a la educación que recibieron, algunos hombres se casan y piensan que tienen a alguien para que sea su cocinero, lavandero… La mayoría de estas tareas se consideran solo como un trabajo de mujeres y, a veces, es casi un tabú ver a los hombres que llevan a cabo cualquiera de estos deberes para administrar sus propios hogares”. De esta forma, Okoye explica la necesidad de una reorientación social, sobre todo en la zona rural.
Ascenso de la mujer en la sociedad
“El mundo está empezando a reconocer el papel de la mujer en la sociedad, como lo demuestra el mayor enfoque que se ha demostrado globalmente hacia la creación de la igualdad entre hombres y mujeres”, apunta Ebele Okoye. “Se ha demostrado durante siglos y en todos los países que las mujeres pueden tener el poder y manejarlo bien. En comparación con el número de hombres en posición de autoridad importante, los números brutos pueden no reflejarlo, pero la marea está cambiando”.
En 2006, Ellen Jonhson Sirleaf llegó a la presidencia en Liberia, como hemos dicho. Fatou Bensouda es la fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional desde 2012. Ameenah Gurib-Fakim está al frente de la presidencia de Mauricio desde junio de 2015. En 2004 la keniata Wangari Maathai obtuvo el Nobel de la paz. Ruanda tiene el único parlamento en el mundo en el que las mujeres son mayoría, y en Sudáfrica el 40 % de los escaños los ocupan mujeres. Estos son algunos de los ejemplos del cambio que se está dando en África en las últimas décadas.
La mujer pilar de África
“Hay un dicho en Nigeria que dice: ‘Capacitas a una mujer y así capacitas a una sociedad’. Las mujeres son poderosas en la construcción de relaciones e influyen en la vida de muchas personas”, destaca Okoye.
La mujer en África está dando pasos agigantados en su normalización social en las distintas esferas públicas. Como indica la farmacéutica nigeriana: “Aunque ahora la mujer trabaja fuera del hogar, muchas de ellas tienen la fortaleza interna para continuar siendo el apoyo de su familia, amigos… Son las encargadas de cuidar a todos en el concepto de familia que hay en África. Un concepto que es muy amplio y muy fuerte. Pero aun así tienen que trabajar para cubrir las necesidades, cada vez mayores, de la vida moderna”.
“Como se ve en los datos, la mitad de la población en África está compuesta por mujeres. Si hay tantas mujeres, no se las puede descuidar para que la sociedad funcione bien. Toda la sociedad africana se encuentra sostenida por el pilar que forman las mujeres. En caso de quitar un apoyo sería como estar de sobre un solo pie”, reflexiona la promotora del proyecto AMAD. “En caso de quitar ese apoyo, ¿cuál sería el resultado?”.