Experiencias

Life Teen: una pastoral juvenil actual

Omnes·18 de junio de 2018·Tiempo de lectura: 5 minutos

Life Teen es una metodología de catequesis proveniente de Estados Unidos, y que se está comenzando a implantar en algunas parroquias de nuestro país. Desde Barcelona, que fue donde se iniciaron los grupos, son cada vez más las diócesis que muestra interés en aplicar este método.

Texto — Laura Atas, Parroquia san Cosme y san Damián, Burgos

A principios de curso, nos encontrábamos ante un creciente grupo de adolescentes que se reunían cada dos semanas en la parroquia. Estas veladas estaban organizadas con una estructura de FOrmación, ORación y CEna (FORCE), en un ambiente en el que los chicos podían ir creando amistades y continuar con su formación cristiana tras la Confirmación, un momento en el que muchos abandonan casi todo contacto con la Iglesia y su parroquia. Sin embargo, notábamos que nos faltaba una continuidad que no dependiera exclusivamente de nuestra imaginación, puesta en marcha cada quince días, para preparar los encuentros.

Un modo de revitalizar la parroquia

A la vista del aumento en su interés (ellos mismos nos pedían que las reuniones fueran semanales), sentíamos la necesidad de buscar una propuesta que nos ayudara a formarles de una manera completa y coherente como cristianos.

A la vez, queríamos que este grupo se encontrara en comunión con la parroquia, siendo ésta su punto de referencia y enriqueciendo la vida de la misma. Deseábamos ser capaces de dedicar nuestro tiempo y esfuerzos a estos jóvenes, que se encuentran muchas veces sin referencias lo suficientemente estables y atractivas dentro de la Iglesia. En este proceso de búsqueda apareció la propuesta de Life Teen. Pretende acercar a los chicos a Cristo, a través de dos ejes: catequesis dinámicas y encuentro con Jesús en la Eucaristía. Coincidió que, en aquellas fechas, se había organizado un encuentro en Madrid. Volvimos entusiasmados, al haber encontrado un método con el que poder catequizar a nuestros jóvenes de una forma cercana, con una respuesta que se adaptaba a su modo de ser. Con Jesús como centro de nuestras sesiones, comenzamos a poner en marcha estas catequesis atractivas, ahora ya semanales. El primer reto fue encontrar al equipo que diera apoyo al sacerdote encargado de las sesiones. Este grupo se fue formando gradualmente hasta dar lugar, hoy en día, a unas personas comprometidas con la educación y el acompañamiento de los chavales, para los que el trabajo dedicado a la preparación y desarrollo de las sesiones se ha convertido en una gratificante oportunidad de comprender y transmitir a Cristo. En él estamos integrados cinco jóvenes y dos religiosas que, junto al vicario parroquial, preparamos los encuentros con gran cariño.

Comenzamos llenos de esperanza y fuerzas el nuevo curso, sin saber muy bien adónde nos llevaría esta recién estrenada aventura. La buena acogida por parte de los jóvenes fue casi inmediata. En pocas semanas, con la difusión que han hecho los propios participantes, cada noche de viernes acudan a los salones parroquiales una media de más de 30 jóvenes, siendo unos 50 los que en total componen este grupo. Es su entusiasmo y sus ganas de participar en cada sesión y en las experiencias que acompañan el itinerario como el voluntariado, las excursiones o campamentos, lo que nos anima a continuar con este precioso camino evangelizador.

Escenografías, música y espacios para conversar

Para entender cómo es Life Teen, vamos a poner un ejemplo de una sesión cualquiera de las que hemos realizado. Lo primero es tener claro nuestro objetivo formativo, y establecer unos tiempos ágiles para desarrollar las distintas actividades con orden, imaginación y la participación de todos.
El pasado mes de enero nos tocó hablar sobre los milagros de Jesús, destacando que el gran milagro es la resurrección, y su consecuencia en la tierra, la Eucaristía. El equipo había preparado una montaña, en la que estaba “excavada” el Santo Sepulcro con su roca descorrida, todo ello elaborado en media hora con papel continuo marrón, y dejándolo oculto detrás de una gran puerta corredera. Cuando los jóvenes fueron llegando, les íbamos recibiendo con la sonrisa y alegría de siempre, mientras compartíamos algunas de las cosas que habían traído para cenar, con música de ambiente de la que les gusta. A continuación, siempre preparamos una acción; en este caso, tenían que descubrir unas pruebas, para identificar afirmaciones verdaderas y falsas, en un juego por equipos. Después de descubrir nuestra montaña, comenzaron los quince minutos sobre la realidad de los milagros de Jesús y su gran milagro en la resurrección.

Otros veinte minutos los dedicaron a compartir en equipos, por edades, los milagros de los que ellos habían sido testigos en su vida. Luego volvimos delante de la montaña y nos pusimos en adoración, al traer el Santísimo y colocarlo en el sepulcro, mostrando así la conexión entre la resurrección y la Eucaristía. Allí, con unos cantos, pudieron escribir a Jesús, agradeciéndole por los milagros que había hecho y confiándole los que esperaban recibir en el futuro. A las once de la noche terminamos la sesión. Para nosotros se ha convertido la adoración, sin duda, en el momento más esperado de toda la semana.

Unos resultados prometedores

Después de estos seis meses de andadura, este es el resultado. De una parroquia en la que apenas quedaban jóvenes después de la confirmación, nos encontramos con un grupo de más de cuarenta chavales de 14 a 20 años, entre monitores y acompañados, ilusionados con su fe. Son varios los que, compartiendo su experiencia, después de un tiempo de distancia con la fe, de serias dudas con respecto a la Iglesia y de haber abandonado incluso la práctica religiosa, ahora aseguran que se han encontrado con Jesús y se sienten felices de haberlo redescubierto con fuerza. Los mismos chavales se están encargando de traer a sus amigos del colegio, de la universidad o del barrio. Se sienten misioneros que, a tiempo y a destiempo, insisten en su propuesta de “venir a probar”. Están convencidos de que pueden ser muchos más los que puedan aprovecharse de vivir en cristiano, e incluso los más mayores ya sueñan con que, en unos pocos años, podamos enviar catequistas a otras parroquias que lo deseen, para multiplicar esta iniciativa en otros lugares de la ciudad.

Actualmente tenemos una sesión los viernes, a las nueve de la noche, que termina (en teoría) a las once. La insistencia de los más mayores del grupo ha obligado a prolongar el encuentro, para poder seguir compartiendo sus inquietudes. Esto ha provocado que los mayores de dieciséis puedan quedarse hasta casi la una de la madrugada, tratando otro tema de su interés, y acompañados por el sacerdote, en una sesión que llaman LifeTeen2.

A los padres les enviamos un whatsapp cada semana para que puedan saber lo que sus hijos han tratado en la sesión. Las familias están profundamente agradecidas, al ver que sus hijos se ven cada día más cómodos en la parroquia. Encuentran que varios de los chicos han comenzado como ayudantes de catequistas, se han apuntado al coro de la Misa de catequesis o están colaborando como monitores en los juegos organizados, desde este curso, al acabar la celebración de la Eucaristía.

Los padres de los niños de confirmación han mostrado ya su interés por la iniciativa. Antes de acabar el curso, introduciremos este formato en una versión dirigida a 1º y 2º de secundaria, los viernes a las siete y media de la tarde. De esta manera, irán conociendo el modo por el que pueden seguir sintiéndose en casa cuando vienen a la parroquia, una vez acabada la formación de la iniciación cristiana. Este grupo de Life Teen tendrá también su grupo de responsables.

Como proyecto, queremos profundizar en el acompañamiento personal de cada uno de los participantes. Nos vemos con fuerzas para tratar de alcanzar en no mucho tiempo el cien por cien de los que vienen a Life Teen.

La sed de estos jóvenes es tan grande, que nos obliga a buscar siempre el alimento suficiente. Es por ello por lo que, durante el curso, hemos podido participar de una experiencia de voluntariado en el centro sociosanitario de las hermanas hospitalarias de Palencia o en el encuentro europeo de responsables de Life Teen, en Montserrat. Estas experiencias, y las que esperamos realizar en Semana Santa y verano, son también modos de responder a sus inquietudes crecientes. Estas inquietudes se muestran en que incluso las preguntas sobre la vocación ya están surgiendo entre algunos jóvenes. No resulta en absoluto extraño que alguno exprese públicamente su apertura a vocaciones de especial consagración.

Con la parroquia como lugar de referencia, estos jóvenes se están acercando a Jesucristo, descubriendo qué es lo que realmente significa ser discípulos suyos y cómo llevar la alegría de una vida con Él a las personas que les rodean.

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