“Cuando se leen las sagradas Escrituras en la Iglesia, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio. Por eso las lecturas de la Palabra de Dios, que proporcionan a la Liturgia un elemento de máxima importancia, deben ser escuchadas por todos con veneración.
En los textos que han de pronunciarse en voz alta y clara, sea por el sacerdote o por el diácono, o por el lector, o por todos, la voz debe responder a la índole del respectivo texto, según éste sea una lectura, oración, monición, aclamación o canto; como también a la forma de la celebración y de la solemnidad de la asamblea.
Además, téngase en cuenta la índole de las diversas lenguas y la naturaleza de los pueblos”. Estas palabras de la Instrucción General del Misal Romano hablan por sí solas de la importancia que tiene no sólo la escucha, sino también la proclamación de la Palabra de Dios en las celebraciones litúrgicas. Ambas, escucha y lectura, son claves para lograr el encuentro con Cristo, el Verbo encarnado, con cada uno de los fieles.
Sin embargo, la experiencia de muchos de los fieles en las misas dominicales o diarias, así como en otras celebraciones, están muy alejadas de esta afirmación. Con demasiada frecuencia las lecturas no se preparan con anterioridad, se desconocen los textos o se leen con una entonación monótona o carente de sentido, lo que dificulta su comprensión y reflexión por parte de quienes la escuchan.
La repetición de esta experiencia y la constatación de que esta realidad estaba más que extendida fue lo que llevó a Angel Manuel Pérez, periodista y locutor profesional de radio y televisión, a preparar unos cursos específicos para aquellas personas que leen, de manera habitual o esporádica, en las distintas celebraciones litúrgicas.
“Al ir a Misa comprobaba que no se oye y no se entiende lo que los laicos leen en ambón”, comenta este periodista. Especializado en locución en medios audiovisuales, Ángel no dudó en poner su grano de arena para intentar mejorar, en la medida de lo posible, esas destrezas de lectura pública que muchas personas, que no son profesionales de la comunicación, no tienen desarrolladas.
Un servicio personal
“Decidí empezar a ofrecer este curso en distintas parroquias de la archidiócesis de Madrid”. Poco a poco, esta iniciativa se ha ido extendiendo por la geografía española y son numerosas las parroquias, hermandades, colegios o grupos de jóvenes en los que Ángel Manuel ha enseñado las principales herramientas para hacer llegar la Palabra de Dios de manera clara.
Entre los principales errores que solemos cometer a la hora de leer, por ejemplo, durante una celebración eucarística está el “salir a leer la Palabra de Dios sin haberse preparado el texto leyéndolo previamente. Yo recomiendo siempre leerlo dos veces en voz alta” antes de la celebración, para lograr así que “lean algo que comprenden. Los lectores tienen que entender lo que leen, de este modo los fieles lo entenderán”.
En este sentido, como también destaca Pérez, conocer y leer la Sagrada Escritura de manera habitual es otra de las bases para poder proclamarla correctamente.
En la actualidad, la premisa fides ex auditu es quizás una de las realidades más importantes en la Iglesia, ya que muchas personas sólo tienen contacto con la Sagrada Escritura en las celebraciones litúrgicas. Por ello es importante saber qué leemos pues, como señala este profesional, “el lector comunica la Palabra de Dios no sólo con las palabras pronunciadas correctamente sino que también el convencimiento, el tono, el volumen, las inflexiones de voz según las frases, etc.”.
Ángel Manuel ha ido profesionalizando este curso de tal manera que, en poco tiempo, prepara a las personas interesadas, adultos, jóvenes o niños para enfrentarse a una lectura pública, algo que, muchas veces, es costoso. Su página web www.vozdemisa.com da muestra de ello. En ella recoge algunos consejos básicos y da a conocer los diferentes cursos de lector que ha ido impartiendo desde que comenzó, de manera completamente personal, esta labor.
En la actualidad, son unos 150 cursos al año los que imparte por toda España.
El curso de lector litúrgico
El curso de lector de Misa “es un curso intensivo, de tres horas y media de duración. Contiene una primera parte de hora y media en la que voy soltando y relajando a los asistentes. Tras unos 15 minutos de descanso, comienza la segunda parte en la que me centro en ayudarles, uno a uno, a que consigan que se les oiga y se les entienda. Y lo consiguen”.
Premisa básica es, evidentemente, tener cierta costumbre de lectura diaria. Un punto que, cada vez más, es difícil encontrar y no sólo en gente joven. Además, esta lectura diaria personal, como destaca Ángel Manuel, será mucho más efectiva si todo aquel que lee de forma ordinaria, “lee unos minutos en voz alta. Yo lo hago a diario como profesional”.
Ángel Manuel Pérez, que lleva trabajando con la voz toda su vida profesional, tiene claro que en muchas ocasiones en la actualidad “se deja totalmente de lado el manejo de la voz hablada”.
Para sus alumnos pone ejemplos y hábitos sencillos que les ayuden a ir mejorando, más allá de las tres horas intensivas de su curso de lector de Misa. “Algo muy útil” señala “para los lectores es que imiten a un profesional”, un locutor de radio o de televisión.
Además, una vez finalizado el curso, “a todos los grupos les mando las lecturas del Domingo leídas por mi a través de WhatsApp. De este modo, con el texto y escuchándome tienen una forma segura de ir mejorando. Tengo mas de veinte grupos de WhatsApp a los que todas las semanas mando estos audios. En total, unas 300 personas y cada vez tengo más grupos”.
Una participación clave de los laicos
El pasado 23 de enero, domingo de la Palabra, el Papa Francisco otorgaba el ministerio lector y acólito también a mujeres. Una apertura que “aumentará el reconocimiento, también a través de un acto litúrgico (institución), de la preciosa contribución que desde hace tiempo muchísimos laicos, incluidas las mujeres, ofrecen a la vida y a la misión de la Iglesia” y que muestra que el cuidado en la proclamación de la Palabra de Dios, como destaca Ángel Manuel Pérez “es una tarea esencial para la participación de los laicos”.