Kukoa Jóvenes es hoy una plataforma de voluntariado pequeña, con poco más de dos centenares de voluntarios entre sus miembros, pero imparable.
Para Pelayo Blanco, su impulsor, su propia historia personal tiene mucho que ver en esta iniciativa: “Nací en Madrid el 2 de septiembre de 2005, en una familia cristiana por la que doy gracias a Dios todos los días. Desde que era pequeño siempre he tenido ganas de compartir aventuras con los demás. Mis dos grandes ídolos no son ni famosos ni deportistas: son mi abuelo y mi padre. Mi abuelo ha criado a doce hijos y ha sacado una empresa adelante; le ha tocado sufrir mucho: desde sus cuarenta años, cuando le dio su primer infarto, los problemas de salud han sido constantes. De mi padre he aprendido a valorar la atención por los detalles en el trabajo diario, la entrega y dedicación por las personas a las que quieres. Con catorce años, durante la pandemia del Covid-19, me asombró la cantidad de gente que sufría sin que apenas nadie se preocupara realmente. En pleno confinamiento, con mi mejor amigo, empezamos a enviar vídeos motivadores a personas mayores que vivían en residencias. Poco después, empecé a frecuentar una parroquia en la que solían organizar voluntariados, sobre todo en verano, donde descubrí quién es el voluntario por excelencia: ‘No vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en redención de muchos’ (Mt 20, 28): Jesucristo”.
Los comienzos de Kukoa
Poco a poco, en la cabeza de Pelayo comenzó a tomar forma la idea de un voluntario más organizado junto a su grupo de amigos y amigas: “A raíz de estas actividades, y tras pasar mucho tiempo delante del Sagrario, percibí que hay muchos jóvenes interesados en ayudar, pero muchas veces no hay fácil acceso a voluntariados. En diciembre de 2021, con dieciséis años, me puse en contacto con un comedor social y organicé un “campamento” para mi grupo de amigos, en el que ayudamos durante una semana a dar de comer a personas necesitadas. Cuando terminó me puse a hacer cuentas y me percaté de que casi sesenta jóvenes de Bachillerato habíamos empleado nuestro tiempo libre en lograr que noventa familias comieran caliente durante una semana. En esa semana vi cómo Dios me mostraba el camino que tenía que seguir para poder llegar al cielo: no me lo ponía nada fácil, pero no podía rechazarlo”.
De este modo, “una semana después creamos un equipo de nueve fantásticas personas con las que me embarqué en esta locura: definimos cuatro áreas de actuación y dimos a conocer la iniciativa por las redes sociales. A mediados de enero organizamos el primer voluntariado, repartiendo desayunos a personas que viven en la calle en Madrid, la capital de España. En esta primera acción, Carlos, un sin techo de sesenta y dos años, nos pidió una manta; desgraciadamente, no teníamos previsto este tipo de petición, así que no pudimos ayudarle en aquel momento. Fue tal la impotencia que sentí que, el 6 de febrero, hicimos un reparto de 300 mantas y 500 abrigos a personas que viven en la calle en esta ciudad”.
Unos meses después, Rusia invadió Ucrania. Siguiendo en la línea de la “locura” que siempre ha caracterizado a Kukoa, “nos reunimos de urgencia para organizar un viaje a Ucrania. Decidimos ir con un convoy de nueve autobuses cargados de ayuda humanitaria hasta Ucrania, descargarlo y volver con los autobuses llenos de refugiados ucranianos. Tras estar varias noches organizándolo, llegando a hablar con importantes empresas de autobuses y posibles donantes, asumimos que era un proyecto totalmente inviable, por lo que decidimos continuar con nuestros voluntarios multitudinarios, pero en Madrid. Ojalá pronto tengamos medios para poder traspasar las fronteras que en aquella ocasión no pudimos alcanzar”.
Los proyectos de Kukoa
“Actualmente más de 230 estudiantes de bachillerato y universitarios han acudido a nuestros voluntariados”, destaca Pelayo Blanco. “Contamos con cuatro áreas de actuación, organizando voluntariados todas las semanas de, por lo menos, tres de ellas.
-Principalmente atendemos a personas desfavorecidas económicamente, en esta área, el voluntariado estrella es el desayuno solidario, aunque también ayudamos a recogidas del Banco de Alimentos o Cáritas y colaboramos con comedores sociales.
-Por otro lado, niños con discapacidad y niños enfermos constituyen otras dos de nuestras áreas, en las que organizamos actividades de ocio y visitas a domicilio, son voluntariados bastante similares.
-Finalmente, nuestro proyecto pionero en España, Cumplesueños consiste en ir a hospitales terminales y residencias de ancianos a cumplir los últimos sueños de las personas mayores”.
Soñando el futuro: proyecto 0
Los jóvenes que conforman Kukoa no ven límites a su iniciativa. Así lo afirma Pelayo cuando señala que “no iba en broma cuando decía que mi objetivo es cambiar el mundo. El verdadero proyecto final de Kukoa, que planeamos inaugurar en 2030 es el ‘Proyecto 0’. Consiste en crear el mayor centro de voluntariado para jóvenes del mundo. Un gran complejo en Madrid, que albergue un área para cada uno de nuestros ‘grupos objetivo’. Esto implica un albergue para personas sin hogar, en el que, además de tener un hogar, puedan recibir formación profesional y una oferta laboral para reinsertarles en la sociedad; un colegio para niños con discapacidad; un colegio para niños enfermos, en el que puedan combinar el tratamiento de la enfermedad con su educación y diversión. Finalmente, un hospital de cuidados paliativos, como alternativa a la eutanasia y que tengan, de verdad, una muerte digna”.
Para este joven, “lo más valioso que he aprendido en Kukoa es que la ayuda puede surgir de una voluntad individual o puede asumirse como un compromiso colectivo. Su efecto es multiplicador y duradero, y los beneficios son sostenibles en el tiempo. Si los jóvenes, como futuro de la sociedad, nos concienciamos de que es necesario ayudar a los demás, muchas cosas cambiarán. Los jóvenes debemos caer en la cuenta de que es nuestra responsabilidad hacer lo que esté en nuestra mano por ayudar a los demás, ser parte de lo que los demás necesitan.
Desde mi punto de vista, cualquier voluntariado es espontáneo, empatizas con los problemas de otras personas, aceptas las desigualdades y buscas resolverlas de forma creativa. Reconociendo en todo caso que forma parte de tu responsabilidad moral darte a los demás. En síntesis, asumimos que una persona no se siente completamente satisfecha cumpliendo sus necesidades básicas, sino que para poder cerrar el círculo de la autorrealización, siente la necesidad de ayudar a aquellas personas que no son capaces de cubrir la base de la pirámide, es decir, las necesidades básicas. Y ahí entra en acción la Asociación Kukoa Jóvenes”.
Con la experiencia de Kukoa Jóvenes a sus espaldas, Blanco destaca que “hace tiempo me di cuenta que no soy un humano cualquiera, ni tú tampoco, aunque a lo mejor no te has dado cuenta todavía. De hecho, la verdadera belleza de la vida es encontrar qué es esa cosa única que diferencia a las personas para resaltarla. En esto se basa Kukoa, en el amor a las personas y a la vida, porque ambas son creaciones de Dios. Porque nosotros repartimos mucho más que desayuno, o comidas; repartimos alegría, y eso es lo que nos diferencia”.