Iniciativas

Javier Sánchez-Cervera, organizador de la «macroboda»: «Estas personas no se hubieran casado de no haber hecho algo diferente»

Una veintena de parejas se darán el Si quiero, de manera sacramental en una original macroboda que se celebrará el 29 de agosto en el templo de San Sebastián de San Sebastián de los Reyes.

Maria José Atienza·23 de junio de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Primavera y verano son épocas de bodas. De preparativos, compra de trajes, pago de convites, señales, invitaciones personalizadas y citas en la peluquería…, pero ¿de verdad todo eso es lo que ha de tener una boda? Si…, y no.

No es malo que todo eso forme parte de una boda, pero, en la parroquia de San Sebastián de la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes, decidieron ir a lo esencial y preguntar a muchas de las personas que iban a la parroquia las razones de por qué no estaban casados… y darles una solución.

Así se gestó la macroboda. Una celebración en la que casi una veintena de parejas, con más de 5 años de convivencia o matrimonio civil, contraerán matrimonio sacramental y lo celebrarán en las fiestas de la localidad.

“Una locura, sí”, afirma el párroco Javier Sánchez-Cervera que atiende a Omnes, “pero no hay que tener miedo a hacer cosas nuevas, porque si no cambiamos muchas de nuestras dinámicas, entonces si que no saldrá nada”

¿Cómo nace esta idea de la macroboda?

–El punto interesante es esa línea que nos esta recordando tantas veces el Papa Francisco de “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”.

 Cuando llegué a la parroquia, hace ya cuatro años, me decían “¡Uy! Aquí nadie se casa”. Y era verdad, de los padres de los niños que iban a catequesis, apenas había algunos casados. Pero, ante esta situación no nos podemos quedar sin hacer nada. ¡Habrá que mancharse! ¡Habrá que hacer algo para que esos que “no se casan”, al menos, se planteen casarse! Y eso es lo que hemos hecho.

Te la juegas, porque cambias costumbres, modos…, o pones una lona que a lo mejor no es la más bonita (ríe). Sales de ti mismo y de tu rutina. Y se comprueba que la gente no se casa porque, a veces, no sabemos responder a las situaciones que se van dando.

¿No tiene un poco de vértigo al hacer este “experimento”?

­–Lo raro es que no se haya hecho antes, pero es que a veces, también dentro de la Iglesia, nos cuesta salir de los clichés.

Estamos viendo que las bodas se están convirtiendo en un negocio cada vez mayor y, por estar en esta dinámica mucha gente no se casa y no respondemos, ¿qué estamos haciendo? ¿Vamos a seguir igual sabiendo que esas no puedan comulgar?

A mi me enfada que, por miedo a exponernos, a que salga mal, no nos arriesguemos. Yo no sé, realmente, cómo va a salir esta macroboda, pero sí sé que estas personas no se hubieran casado de no haber hecho algo diferente.

¿Cómo llegaron las parejas a la parroquia?

–Cuando empezamos a darlo a conocer, no sabíamos qué iba a pasar. Colgamos una lona gigante en el campanario de la parroquia con el lema “El sueño se puede hacer realidad”, con un código QR que enlazaba al sitio donde explicábamos todo y se podían apuntar las parejas. A raíz de ahí se apuntaron dos parejas.

A otra se lo comentó un funcionario del Ayuntamiento porque la escuchó hablar mientras esperaba para unos trámites, a otra se lo dijeron en el trabajo… y así, hasta las 18 que han participado en el cursillo prematrimonial, el fin de semana del 16 de junio.

¿Tenían algo en común?

–Todos estaban soñando con casarse. Eso sí. Algunos seguían buscando la manera de hacer la boda, otros lo habían descartado, sobre todo por el tema económico.

Todas las parejas que se van a casar tienen hijos (tenían que tener al menos cinco años de convivencia), algunos mayores y muchos proceden de países latinoamericanos.

Acaban de hacer el cursillo prematrimonial… ¿Cómo ha sido la experiencia?

­–Cuando nos juntamos para hacer el cursillo prematrimonial fue muy bonito. No era un cursillo prematrimonial “al uso”. Eran personas que querían de verdad casarse por la Iglesia, con una disposición muy activa y bonita.

Desde el primer momento en que una pareja ha venido a la parroquia a apuntarse a la macroboda, se les ha asignado un tutor, que ha sido esencial. Este tutor se encargaba de ayudarles en los trámites, irlos conociendo…, y cuando llegaron al cursillo prematrimonial estaban todos conectados entre sí.

Todos han coincidido que habían sentido una llamada. Es el Señor que pone en el corazón esa “semilla de mostaza” y se habían sentido respondidos por Él al conocer la iniciativa.

¿Que harán el 29 de agosto en esa macroboda?

–La fecha fue elegida por estar en medio de las fiestas del pueblo. Hablamos con la alcaldesa que, no te lo niego, se quedó un poco extrañada del día. Le explicamos y le gustó mucho la idea.

Así, las parejas, después de la celebración del sacramento, se podrán bajar a la feria del pueblo y festejar allí: con orquesta, con los juegos y los bailes…

El salón parroquial se va a convertir en un gran salón de belleza por la mañana: maquilladoras, peluqueras…

Están participando muchas personas para hacer que este día salga todo genial y las parejas tengan esa boda ante Dios con la que tanto llevan soñando

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