La idea de 10 minutos con Jesús es muy sencilla: se trata de un audio de 10 minutos en el que se habla de Jesús. Lo sorprendente es que haya llegado a tantísima gente, sin que hayamos hecho ninguna labor de marketing pensada o anticipativa. Si ha funcionado, es porque la gente lo comparte.
Es difícil calcular con precisión cuánta gente oye 10 minutos con Jesús, pero unas 60.000 personas lo reciben cada día por Whatsapp, unos 80.000 son los suscritos por Youtube, unos 13.000 están suscritos en iVoox, unos 10.000 en Spotify, etc. En todo caso, calculamos que lo oyen más de 100.000 personas.
Una gran desproporción
Desde el principio nos ha sorprendido esa gran respuesta. Es enorme la desproporción entre lo que sucede y lo que hacemos. Si hay tantas personas que quieren escuchar esto, si nos llega información de tantas conversiones, si promueven tantos actos de amor dirigidos a Dios… es porque Jesús está ahí. Es muy poco lo que hacemos: en realidad, sólo hablar de Él diez minutos, grabarlo y transmitirlo por el mundo; y es muchísimo más lo que hace el Espíritu Santo, que es quien mueve a las almas.
Pienso que a las personas les sorprende escuchar el mensaje de Jesucristo explicado en un tono normal de habla, no en abstracto ni con un lenguaje excesivamente clerical, sino de manera natural, de modo que parece más bien que el sacerdote está contigo tomando una cerveza, pero hablándote de Jesús y haciendo oración, que en una iglesia.
Ayudar a rezar, y a querer rezar
La idea provino de un laico, no de un sacerdote; y más concretamente, de una madre de familia numerosa, profesora en el colegio Montespiño, en La Coruña, donde soy capellán. Tuvo una idea muy buena y se empeñó en sacarla adelante: quería grabar en formato audio las pláticas que dábamos en el colegio y enviarlas a los alumnos en el verano. Comenzamos de manera algo desordenada, dando una clave para que cada alumno escogiera la meditación que quisiera. Pero esa profesora también pensaba que, si a ella le servía, serviría también a sus amigas, y empezó a enviarlas diariamente a cien personas, que a su vez las repartían. Así empezó esto: como la espuma, descontroladamente.
Nuestro deseo es tanto suscitar el deseo de hacer oración, como alimentar a los que quieren hacerla. Lo deseable es que los audios que grabamos no sólo gusten a quien ya está en la Iglesia, sino que el oyente, al ver que le sirve, se diga, por ejemplo: esto va a servir a mi hija, a mi hijo, que hace mucho que no va a la Iglesia y con esto puede conectar. Así nos gustaría que fueran todos los audios, aunque sea difícil conseguirlo siempre. En todo caso, no hablamos solamente para los que están, sino que queremos que deseen compartir lo que reciben.
Un año después del verano en que empezamos en castellano, en concreto un 22 de agosto, empezó la versión en inglés; el portugués empezó el miércoles de ceniza del año pasado de 2020; a finales de verano de ese mismo año empezó el francés, y recientemente ha nacido la versión en alemán. Las llevan sacerdotes de los países donde se hablan esos idiomas.
Dos “tú”
El que predica es siempre un sacerdote, pero un sacerdote anónimo, porque nunca decimos nuestro nombre. Eso explica que firme este artículo con el nombre que solemos darnos bromeando entre nosotros. Solemos utilizar el Evangelio del día, pero no nos atamos a eso; a veces alguno se nosotros expone directamente algo que quiere decir y que sirve para conectar, una idea o algo que funciona, naturalmente siempre referido a Jesucristo, o a la Virgen, o a San José, especialmente en este año.
Intentamos trasladar al audio nuestro estilo de habla coloquial. No es fácil hacerlo cuando uno está solo grabando en la habitación; pero lo básico es que nos dirigimos a un único oyente, no a miles “que nos están escuchando”, a uno que va quizá con sus auriculares en el metro o quién sabe dónde. En el audio hay siempre dos personas: el sacerdote, que se dirige a Jesús y a esa persona concreta, está ante dos “tú”, un tú divino y un tú humano.
Yo me imagino idealmente que ese oyente concreto es una chica o un chico de los últimos años de la Universidad, con una base cristiana, pero que ha dejado de ir a Misa. Y su madre, que lo escucha, se dice: se lo voy a pasar a ver si, con la normalidad de este lenguaje, y de esta manera, vuelva a contactar. A veces el sacerdote te arranca una sonrisa o incluso una carcajada, lo cual también forma parte de los 10 minutos con Jesús, en función del carisma de cada sacerdote. Y en los textos se entremezclan muchos testimonios de personas, conversiones, anécdotas del día a día, y siempre el Evangelio. Todo mezclado, actualizado; todo vivo.
Los sacerdotes, los voluntarios y los oyentes
Ahora hacen 10 minutos con Jesús dieciséis sacerdotes (me refiero a la edición española), bastantes de ellos jóvenes, distribuidos por España. Tienen en común que entienden la santidad en medio del mundo, el encuentro con Dios haciendo las cosas naturales, normales, que hace cualquier persona común. Una buena parte son de la Prelatura del Opus Dei. Por supuesto, entre los santos que citamos hay muchos, pero cualquiera que escuche los audios puede percibir que está muy presente san Josemaría Escrivá, por ese espíritu de la santidad en medio del mundo.
Los medios técnicos son muy elementales, y los gastos son prácticamente nulos. Lo único que nos costó dinero ha sido la App, pero con la ayuda de la gente conseguimos pagarla en 24 horas, y con ella sus próximas actualizaciones. Fue una alegría lo bien que respondió la gente. No tenemos que pagar ningún sueldo, y todo se apoya en los voluntarios. ¿Cuántos son? No puedo precisarlo, pero cada uno de los 320 grupos de Whatsapp actuales es administrado por uno de ellos, y son voluntarios los que mantienen los canales de Youtube, la página web, o los de iVoox, Spotify, Instagram, Facebook, etc.
Hablar con Jesús de otra manera
Las reacciones que nos llegan de la gente que nos escucha son solamente la punta del iceberg. Recibimos muchos mensajes como este: “Yo he aprendido a hacer oración con vosotros. Soy cristiano de siempre, pero estos 10 minutos me han enseñado a hablar con Jesús de otra manera”. Estando en una reunión, se nos acercó una de las voluntarias y nos contó: “Yo llevaba alejada de la fe muchos años, sin aparecer por Misa y con cierta retranca para todo lo espiritual. No recuerdo quién me envió un audio, pero empecé a escucharlo todos los días, me enganché, y un día dije: ¿Y si voy a misa? Pues fui a Misa. Y como habláis con tanta frecuencia de la confesión, me conseguisteis ganar, y volví otra vez a la confesión. Y luego: pues me hago administradora de un grupo”. Tenía ganas de contar su historia. Ahora es una mujer cristiana, de misa habitual no solo los domingos, frecuenta los sacramentos, etc…
Otra persona subía un puerto de montaña poco transitado, bajo la nieve y sin cadenas. Se quedó bloqueada mucho tiempo, y para combatir los nervios puso los 10 minutos con Jesús. Ese día se hablaba de los santos ángeles custodios, así que pidió a su Ángel Custodio que le arreglara el problema. Justo al terminar el audio apareció una máquina quitanieves.
También sabemos de personas que han tomado grandes decisiones de entrega a Dios a raíz de escuchar algún audio. Dios también mueve los corazones a través de lo telemático: el Espíritu Santo también funciona, sean cuales sean los medios.
Oración: la vida auténtica
Hacer oración es empezar a vivir la vida auténtica. La vida auténtica no es una vida solitaria. Y la oración permite precisamente vivir con alguien que me ama, que me conoce, que me lleva esperando mucho tiempo, y que me enseña quién soy yo.
Vivir haciendo oración es saber quién eres, y descubrir algo que es una gozada, una maravilla, como lo descubrió san Agustín: yo estaba buscando a Dios por todas partes, y al final lo encontré dentro de mi. Les sucede a las personas que empiezan a hacer oración: hay una voz dentro de ellas que les dice: oye, yo estoy aquí, no estás solo, y estoy en el lugar más profundo de tu propia profundidad. Ahí se encuentra alguien que es Dios.A quien no sepa quién es Dios o cómo hacer oración, le animaría a que escuchase un audio de 10 minutos con Jesús que se titula: “Sólo para ateos”. Se encuentra fácilmente. Está pensada para el que no conoce a Dios, para el que quizá es ateo en su corazón, y es un ejercicio para poder dirigirse a Él por primera vez.