Experiencias

El compromiso de los jóvenes por la paz

El día 1 de enero se celebra la Jornada Mundial por la paz. El Mensaje del Santo Padre, que en este año lleva por título La paz como camino de esperanza, recuerda el deber de cuidar y trabajar por la paz en un mundo tan lleno de problemas. Más novedoso resulta sin embargo que sean los mismos jóvenes los que quieran participar y promover este deseo del Romano Pontífice.

Omnes·8 de enero de 2020·Tiempo de lectura: 4 minutos

Si la paz se presenta como objetivo al comienzo de cada año, se vuelve concreto y posible a partir de los movimientos y acciones concretas que para promoverlo se suceden por todo el mundo. En particular, alegra comprobar que las nuevas generaciones lo acogen y lo promueven en sus actividades de voluntariado.

El Mensaje del Santo Padre este año une la cuestión de la paz con el deseado cambio de mentalidad ecológico. Puede parecer un campo diferente para la acción pastoral y, sin embargo, es en regiones empobrecidas por los efectos negativos de la mentalidad poco ecológica donde nacen con frecuencia las desigualdades sociales y las posteriores reacciones violentas en la sociedad. 

El Papa en su discurso para la Jornada del año 2020 hace mención de sus viajes recientes a Japón y Tailandia, así como al Sínodo de octubre sobre la Amazonia. En ambas ocasiones tuvo oportunidad de llamar la atención sobre el problema de la conversión ecológica y su relación con los conflictos pasados y presentes de la humanidad. “Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza—, necesitamos una conversión ecológica”.

En este marco, el uruguayo Carlos Palma, con la inspiración del movimiento por la paz de los Focolares, promueve la iniciativa de un Congreso Internacional Living Peace International, Jóvenes Líderes y Embajadores de Paz. Una de sus actividades que promueve ha tenido lugar en el Centro Mariápolis de Las Matas (Madrid) en las últimas semanas.

Los orígenes de ese movimiento se sitúan en las revoluciones del norte de África en el año 2011. Con esas dificultades políticas, percibía la importancia que tiene la acción y la oración de los jóvenes. Él mismo lo describe en una entrevista en el Congreso de los Jóvenes Living Peace: “Rezar por la paz, todos los días, en una red que engloba a todos los jóvenes”.Después de vivir dramáticas situaciones de guerra en diversos países, consideró que debía hacer algo por la paz y por esas regiones menos favorecidas, donde el problema ecológico está presente. Desde entonces, las iniciativas no se han interrumpido. 

Testimonios directos 

Carlos nos presenta, con mucho orgullo y alegría, a los que él llama “embajadores de la paz”, es decir, los jóvenes de todo el mundo que se han comprometido en esta acción por la paz. El primer embajador de paz de Uruguay se llama Noel Hernández, y ya trabajó por este motivo de la paz en el congreso de 2015 en Brasil. Éste nos presenta a su vez a otros jóvenes españoles que han estado presentes en el encuentro, como Raúl, que viene de Jaén; un joven colombiano, Álvaro; y Aziz, de Irak. Ambos elogian el congreso y las conclusiones que han logrado entre todos de más acción y oración por la paz. También participaban muy activamente en las reuniones Laura y Guillermina, procedentes de Madrid y Buenos Aires, respectivamente. 

Ellas han colaborado con el congreso para llevarlo a los más jóvenes. Muy interesadas en la mediación de conflictos, piensan que se trata de una filosofía de vida más que en unos puntos más o menos concretos de acción. Esto implica, dice Laura, “conocer a otros de países diferentes, para fomentar una cultura de paz”. Guillermina recuerda los de voluntariados en las “villas” como llaman allí a las zonas más desfavorecidas. En este terreno surge más fácilmente atender a las llamadas del Papa para la conciencia ecológica y de sus consecuencias para los pobres. 

Trabajo de campo y acciones por la paz

El trabajo es concreto y muy real. Los proyectos de los jóvenes no son teorías acerca de la paz, pues se trata de movilizar a quienes tienen un deseo de ayudar a los demás pero no saben todavía bien dónde se dan las circunstancias apropiadas. Es el caso de Gabriel Osorio, quien escribe al congreso desde un lugar con alto índice de riesgo para las vidas, concretamente, en zonas de Colombia, en las que se han ejecutado masacres, o están todavía bajo el dominio de una de las facciones de la guerrilla. Esta dura realidad confiere al relato una especial viveza de la necesidad de ayudar en el mismo terreno de los problemas.

Dando un salto geográfico, nos trasladamos a la escuela de IRAP, en el Líbano. Sus trabajos han contribuido a tender puentes de entendimiento multiétnicos y religiosos. Entre las voces del congreso no podían faltar los testimonios de quienes hablan con la vivencia de contribuir allí mismo a la pacificación de estas regiones. Lo relata con énfasis el “enlace de prensa” en el encuentro Living Peace International, Victoria Gómez: “Vale la pena, por el esfuerzo que han realizado, y por la alegría que reflejan sus comentarios”

Léa procede de la escuela del Líbano a la que nos referíamos antes. Relata cómo el IRAP organizó un proyecto para recoger manzanas, al cual no tuvieron inconveniente en sumarse todos los alumnos de su clase. Pero antes decidieron concienciar a sus compañeros para que advirtieran que lo importante está detrás en el orden de la caridad: “Lanzamos el ‘Dado de la Paz’, con el lema ‘Amar a todos’. Nos dividimos en equipos y participamos en la competición para ver quién llenaría más manzanas y más rápido. Mientras estábamos recogiendo, nuestro amigo Elías perdió su audífono; Es una persona con quien la relación no es fácil. Rápidamente dejamos todo y fuimos a buscar este dispositivo porque era muy valioso para él. Encontrar el audífono, por amor a Elías, se había vuelto más importante para nosotros que ganar la competición. Cuando lo encontramos, nuestra alegría fue muy grande, no solo porque lo habíamos encontrado sino porque Elías sintió nuestro amor y creó entre nosotros un espíritu de unidad y solidaridad”.

Meta: la paz; camino: la caridad

La abundancia de temas y testimonios ha sido una de las notas del congreso. Ahora es el momento de centrar las ideas y seguir animando a estos jóvenes en la iniciativa por la paz sin dejar de lado las posibilidades de cuidar de los necesitados y del medio ambiente.

En el folleto destinado a explicar mejor las metas que se persiguen, Teresa Ausín nos informa de su amplitud a partir de la vivencia del Evangelio: “Este es un proyecto inclusivo, transversal e interdisciplinar. Ha sido presentado ante la UNESCO, la ONU, el Parlamento Europeo y en los Parlamentos de Argentina y Paraguay, así como en actos celebrados en Japón, Alemania, Brasil, Jordania, Filipinas, China, Vietnam, Canadá, Líbano, República Democrática del Congo y en muchos otros lugares del mundo. Y es esta sinergia entre todas las organizaciones internacionales involucradas la que ha propiciado el desarrollo de más de 20 proyectos”.

Son jóvenes y ya han hecho historia, pero ahora con la vía de la caridad cristiana, quieren llevar este don de la paz al mundo entero con la conciencia de una ecología integral.

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