Las personas tendemos a ser volubles, y los periodistas no estanos lejos de esa volubilidad, entendida como inconstancia, o tendencia a cambiar, tal como señala el diccionario.
El comentario viene a cuento del reportaje que abre el periódico Xtantos de mayo de este año, que edita el Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia de la Conferencia Episcopal Española, y que pueden encontrar en las parroquias. El título del reportaje es Punto de apoyo: contra la soledad de los mayores.
La tarea es bonita. Más de trescientas personas se benefician y más de sesenta voluntarios están detrás de esta labor en beneficio de personas de la tercera edad, que han encontrado en sus parroquias un lugar para combatir la soledad, gracias a una iniciativa de los Padres Capuchinos de Gijón.
Da alegría encontrar ésta y numerosas iniciativas que intentan paliar la soledad de tantas personas. La volubilidad viene a cuento de lo siguiente: en primavera del año pasado, la soledad se convirtió en foco mediático, a raíz de que el gobierno británico tomó la decisión de crear un ministerio o una secretaría de Estado para la soledad, debido al gran número de ingleses que viven solos. Concretamente, más de nueve millones de personas, mayores, pero también jóvenes. En torno al 13,7 por ciento de la población.
Palabra se hizo eco de la noticia, y publicó un amplio trabajo sobre la soledad. Porque los expertos aseguran que otras naciones, incluida España, van en la misma dirección. Pero pasa el tiempo, y parece que nadie se acuerda de los mayores. Pero sólo lo parece. La Iglesia, los católicos, sí, como acabamos de ver, mediante ésa y otras muchas iniciativas, eclesiales y civiles.
Desempleados, migrantes, presos
Con el drama del paro sucede muchas veces lo mismo. En días como éstos los medios informativos se llena de cifras. Por ejemplo, en España hay más de 3,3 millones de parados, el 14,7 por ciento de la población, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). ¿Hemos pensando en su sufrimiento? ¿En cómo viven, o mejor, sobreviven, sus familias? Seguro que sí. Pero también es cierto que pasa el tiempo y se nos olvida ese sufrimiento, hasta que surge de nuevo una nueva catarata de datos.
Sin embargo, hay numerosas instituciones de la Iglesia que no olvidan esos datos, porque tras ellos ven rostros dolientes. Y hacen una labor, callada tantas veces, que intenta paliar ese drama, sin mirar raza, sexo, religión, ideología o condición social. Por ejemplo, Cáritas lleva tiempo desarrollando talleres de inserción para excluidos laborales, que es casi lo mismo que decir sociales. En el número de noviembre, Palabra informó en un reportaje de la apuesta por los desfavorecidos del fondo ético de Banco Sabadell, que ayuda a proyectos sociales en el exterior y en España. Algunos se han centrado en las diócesis de Coria-Cáceres, Asidonia-Jerez y Seu de Urgell.
Hospital de campo
¿Y qué decir de tantos miles de personas con enfermedades como ELA, Alzheimer, Parkinson, tumores de todo tipo? ¿Y de personas en prisión que apenas o nunca reciben visitas? ¿O familias de migrantes que huyeron de la miseria y el hambre en sus países, o no encuentran un acomodo mínimo en el país de destino?
Cuando el Papa Francisco se refería a la Iglesia como un hospital de campo o de campaña no se refería tan solo a necesidades materiales, es decir, a las que podrían considerar obras de misericordia corporales, sino también, y quizá primariamente, a las espirituales. Pero en todo caso a todas. Así se expresaba en febrero de 2015 en Santa Marta: “Ésta es la misión de la Iglesia: la Iglesia que sana, que cura. Algunas veces, he hablado de la Iglesia como hospital de campo. Es verdad: ¡cuántos heridos hay, cuántos heridos! ¡Cuánta gente necesita que sus heridas sean curadas! Ésta es la misión de la Iglesia: curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es Padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre”.
Creados “a imagen de Dios”
Conviene, por tanto, en la medida de lo posible, actualizar nuestro compromiso para atender a los demás, tantas veces excluidos, necesitados. En lo que nos afecta, la cuestión podría plantearse de este modo. ¿Si no lo hago yo, quien lo hará? Los ejemplos citados, y otros muchos, nos permiten reflexionar un poco más sobre nuestro papel como cristianos en el sostenimiento de la Iglesia.
Porque de él depende en tantas ocasiones la posibilidad de atender a tantas necesidades de las personas. Cada una de ellas ha sido creada “a imagen de Dios”, por lo que “el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas, y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador”, tal como señala el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 108).
Ejemplo del Papa
Cuántas veces hemos visto o leído que el Papa Francisco sale un viernes o un domingo por la tarde a visitar pobres y enfermos, o presos, en los alrededores de San Pedro, o en lugares más alejados d Roma. Podría dedicarse a leer o a descansar, lleva ya unos cuantos viajes en este año, y tiene 82 años. Pero deja el sofá, y patea las calles. Hace pocos meses, Ecclesia informó sobre este trasiego del Santo Padre: “El Papa Francisco visita el hospital de campaña de la plaza vaticana”.
“Eran alrededor de las 16,15 cuando el Papa Francisco salió caminando, por sorpresa, por entre las columnas de la Plaza San Pedro. Desde la Casa Santa Marta se trasladó al ambulatorio médico que dará asistencia a los pobres, en ocasión de la próxima Jornada Mundial dedicada a ellos del próximo 18 de noviembre”.
“Una sorpresa del Papa para todos los médicos y enfermeros que a partir del lunes pasado y hasta el próximo domingo ofrecen asistencia a las personas sin hogar, a los necesitados, a los migrantes. Todas las consultas médicas son gratuitas. Francisco, como hizo el año parado con el mini-hospital que se instaló en la Plaza San Pedro por el mismo motivo, quiso ir a visitarlos y agradecerles personalmente este servicio del que ya se han beneficiado más de 200 personas en estos cinco días”.
Iglesia en salida
Ya en Exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Papa Francisco apuntaba este programa: “La Iglesia ‘en salida’ es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad”.
Y más adelante, se refería a la tentación de mirar los toros desde la barrera: “A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo”.
Atendidos casi 5 millones de españoles
Muchos cristianos se dan cuenta, perciben la inmensa labor que realiza la Iglesia en todo el mundo a favor de tantos millones de personas. Numerosos españoles valoran la aportación de la Iglesia al sostenimiento del Estado del bienestar. “Toda esa labor social no aparece en las estadísticas y es tan básica y nuclear que a veces no somos conscientes, pero si no existiera sería sería una asfixia para la sociedad porque habría mucha más gente sola y abandonada”, ha afirmado Alejandro Navas, profesor de sociología en la Universidad de Navarra, en un reportaje publicado por Laura Daniele en ABC.
“La presencia real de la Iglesia en medio de la sociedad es indiscutible. De todas las instituciones que trabajan por los demás, la Iglesia es la que más peso tiene. Sin esta labor social que llega a millones de personas, la sociedad tal como hoy la conocemos sería insostenible”, señaló al diario Fernando Fuentes, director de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española (CEE).
En efecto, la Iglesia consigue cubrir cada año cada año las necesidades básicas de 4,8 millones de españoles, en torno al 10 por ciento de la población, y sus centros sociales y asistenciales han aumentado en un 71 por ciento. Casi en cada barrio hay un despacho de Cáritas y sus más de ochenta mil voluntarios acompañan diariamente a millón y medio de ciudadanos vulnerables.
Más declaraciones a favor de la X
Buena prueba de que la sociedad española valora la labor de la Iglesia, es el aumento del número de personas que marcan la X en su declaración de la Renta, según informaron responsables de la CEE el pasado 5 de febrero.
Estos son los datos más relevantes de la asignación tributaria 2017-2018: aumentaron en más de 51.000, las declaraciones que marcan la X a favor de la Iglesia católica; se incrementó en 51.658 el número de declaraciones en que se marcó la X de la Iglesia, en su mayoría nuevos cotizantes; los contribuyentes asignaron a la Iglesia 267,83 millones de euros, 11,6 millones más que en 2017, lo que supone un incremento del 4,4 % con respecto al año anterior, y es la cifra más alta desde el comienzo del actual sistema de asignación tributaria en 2007. En síntesis, un tercio de los contribuyentes marcan la X a favor de la Iglesia católica (33,3 %).
Información práctica y transparencia
Con la asignación tributaria realizada por los españoles, la Iglesia católica cuenta ahora con más recursos para el servicio que presta a la sociedad en sus dimensiones religiosa, espiritual y social, informa el portal https://www.portantos.es/, que puede resolver las dudas que se tengan sobre la cuestión de la X.
Los portavoces de la CEE han querido agradecer la colaboración de todos los que contribuyen a esta misión con el gesto de marcar la X, así como a los que ayudan en las otras campañas realizadas a lo largo del año o la apoyan con su colaboración personal en tiempo y oración, porque “se sostiene así la labor religiosa, espiritual y social al servicio de millones de españoles”.
Así mismo, la Iglesia mantiene su esfuerzo por dar a conocer el mecanismo por el que los contribuyentes pueden decidir el destino de una pequeña parte de sus impuestos, el 0,7 %, a la Iglesia católica y a otros fines de interés social. Con esa decisión, el contribuyente ni tiene que pagar más, ni se le devuelve menos.
Por otra parte, para subrayar la transparencia, la Conferencia Episcopal Española presenta cada año una Memoria de Actividades donde se publica con claridad a qué se dedica el dinero de la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta; cómo se distribuye el dinero entre todas las diócesis españolas desde el Fondo Común Interdiocesano, y cuál es la amplia labor de la Iglesia. Desde el año 2011 estos datos reciben el aval de la auditora Price Waterhouse Coopers.
Además, la CEE ha renovado recientemente el acuerdo de colaboración con la ONG Transparencia Internacional Española, donde adquiere compromisos para dotar a la propia CEE y a las diócesis españolas de herramientas de gestión, técnicas de información y supervisión.
En cuanto a algunas críticas parlamentarias sobre un supuesto trato de favor en materia fiscal en lo relativo al Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), por ejemplo, del que se ha ocupado Palabra en varias ocasiones, Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de asuntos económicos de la CEE, ha manifestado que “la Iglesia goza del mismo régimen fiscal en materia de IBI, Impuesto sobre Sociedades, IVA, Transmisiones Patrimoniales, Sucesiones y Donaciones o Actos Jurídicos Documentados del que tiene cualquier partido político, cualquier sindicato o ONG al desarrollo, o, por supuesto, cualquier otra confesión religiosa” (cfr. Expansión, 31-X-2018).
¿Cómo se sostiene la Iglesia Católica?
El dinero que recibe la Iglesia, y que dedica a desarrollar toda su labor, en el marco de sus fines —“la evangelización, la vivencia de la fe y el ejercicio de la caridad”, como señala la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia Católica en España del año 2016—, tiene distintos orígenes: las aportaciones directas de los fieles, ya sea por medio de colectas o de donativos y suscripciones; de herencias y legados y, también, de la asignación tributaria. La cantidad que se recibe del porcentaje de los impuestos de los contribuyentes que así lo de dicen se reparte solidariamente desde el Fondo Común Interdiocesano. ¿Y qué es este Fondo?
La financiación de la Iglesia católica en España se consigue gracias al Fondo Común Interdiocesano que es, como su propio nombre indica, un fondo común desde el cual se reparten solidariamente los fondos recaudados por la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta.
Este dinero es distribuido solidariamente entre todas las diócesis españolas, de forma que las que menos posibilidades más reciben proporcionalmente.
Supone de media el 25 % de la financiación básica de las diócesis, aunque depende del tamaño de cada una, por lo que puede llegar a suponer hasta el 70 % de los recursos de las diócesis más pequeñas. Este fondo se obtiene de dos fuentes principales: las aportaciones directas de los fieles y la asignación tributaria.
Las aportaciones directas y voluntarias de los fieles se obtienen por diferentes cauces como colectas, donativos, legados, herencias. Con todo, fuentes de la CEE señalan la suscripción periódica (mensual, trimestral, semestral o anual) como el modelo más deseable de sostenimiento de la Iglesia. Gracias a esta periodicidad en la financiación, se puede administrar el presupuesto de forma más eficaz para ir afrontando los distintos problemas que día a día van surgiendo en las diócesis.
Las aportaciones directas y voluntarias de los fieles son la principal fuente de financiación de las diócesis y suponen más de un tercio de los recursos disponibles. n