Estados Unidos

Nación de naciones. Estados Unidos celebra su 247 aniversario

Los padres fundadores de la nación y muchos de los primeros pobladores tuvieron como guía la fe en un país conformado por personas de diferentes razas y credos que pudieran vivir unidos, con justicia y libertad, bajo un solo Dios.

Gonzalo Meza y Jennifer Terranova·5 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Estados Unidos

La bandera de Estados Unidos (Unsplash / Dave Sherrill)

Y este sea nuestro lema: ‘En Dios está nuestra confianza’. ¡Y la bandera de las estrellas, triunfante ondeará sobre la tierra de los libres y el hogar de los valientes! («The Star-Spangled Banner», Himno Nacional de los Estados Unidos de América).

Hace 247 años, el 4 de julio de 1776 Estados Unidos de América (EUA) inició su etapa como Nación de Naciones, forjada con el esfuerzo y la sangre de los pueblos originarios y de los pueblos venidos de diferentes regiones del planeta que llegaron a estas tierras en busca de vida, justicia libertad y felicidad. Para los primeros que llegaron de Europa fue un viaje duro, pero lo que se podía ganar aquí era mucho más importante que lo que podían perder allá, pues al final consideraban al territorio como la «tierra de los libres» y el «hogar de los valientes». 

Los padres fundadores de la nación y muchos de los primeros pobladores tuvieron como guía la fe en un país conformado por personas de diferentes razas y credos que pudieran vivir unidos, con justicia y libertad, bajo un solo Dios, tal como diría dos siglos más tarde, en 1856, Walt Whitman, uno de los poetas más importantes de EUA: «¿Qué hay entonces entre nosotros? ¿De qué sirve llevar las cuentas de los veinte o cientos de años que hay entre nosotros? No importa el tiempo ni el lugar tampoco la distancia nos sirve» («Crossing Brooklyn Ferry», Cruzando en el ferry de Brooklyn). Somos una nación bajo Dios.

Los precursores 

Al celebrar el día de la Independencia, EU recuerda con fervor a los precursores que con su trabajo, luchas y escritos promovieron la configuración política, social y económica de los EUA, sus padres fundadores: George Washington (1732-1799); Thomas Jefferson (1743-1826); John Adams (1735-1826); Benjamín Franklin (1706-1790); Alexander Hamilton (1755-1804); John Jay (1745-1829); y James Madison (1751-1836), entre otros. Aunque pertenecían a diversos credos cristianos, practicados de diversas formas (o no practicados), la fe en Cristo influyó en la configuración del alma del país y se plasmó claramente en uno de los documentos fundacionales: la Declaración de Independencia de 1776: 

Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y las de Dios le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación. Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. —-Declaración de Independencia de EUA, 1776

Los católicos y la independencia

Entre los 56 signatarios de la Declaración había solamente un católico: Charles Carroll de Carrollton (1737-1832) nativo de Maryland y de ascendencia irlandesa. Su contribución como católico al firmar el documento quizá fue una primera señal del avance religioso en la incipiente nación. Él -como muchos de los hijos e hijas de Estados Unidos- se esforzó, con sus dones, a forjar una «tierra de los libres», en medio de un clima anticatólico. 

En medio de los festejos de la independencia fácilmente se olvida la época cuando en ciertos lugares de los EUA los católicos estaban subordinados, tratados como amenazas y sujetos a una doble imposición de impuestos. Eran ridiculizados y marginados. Simplemente no se confiaba en ellos. Se les maltrataba y no se les permitía integrarse totalmente en la sociedad. Ser católico en estados como Massachusetts era ilegal. De igual forma, a los católicos no se les permitía residir en Virginia. En cambio, en Rhode Island sí podían vivir, pero no votar. Hoy, estas medidas son impensables gracias a los primeros católicos que contribuyeron al «Proyecto Americano» y a la misión de Jesucristo.

Los libros de historia americana y los festejos de la independencia también olvidan el papel crucial de muchos católicos que, aunque no forman parte del canon de los «Padres fundadores», sí tuvieron un rol vital en la conformación, configuración y desarrollo de la incipiente nación. Fueron decenas de misioneros que también llegaron a estas tierras no con otro interés sino evangelizar. Y muchos llegaron antes de los primeros colonizadores pues la historia de EUA no inicia con la llegada a Plymouth de los primeros peregrinos a bordo del Mayflower en 1620. Fray Pedro de Corpa y sus compañeros habían llegado a las costas de Florida tres décadas antes, con el solo deseo de anunciar la Buena Nueva de la Salvación.

Misioneros

Muchas décadas después seguirían llegando cientos de misioneros a los territorios de la Nueva España, California, Nuevo México, Arizona y Texas. Uno de los más notables fue, sin duda, San Junípero Serra, el «Apóstol de California». No buscaba bienes terrenales, sino que su misión era la encomendada por Jesucristo: «Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). San Junípero Serra acompañó al pueblo nativo americano. Y también se convirtió en su defensor pues intervino ante el Virrey de la Nueva España, llevándole en 1773 la «Representación», también llamada «Carta de los derechos» de los pueblos originarios. Su objetivo era el bienestar espiritual y físico de los nativos americanos. San Junípero bautizó a innumerables personas y permaneció fiel a su vocación misionera.

EUA, como Nación de Naciones cumple 247 años, pero los ideales de libertad, defensa de la vida, unidad y búsqueda de la felicidad bajo un solo Dios siguen vigentes, atrayendo a miles de personas, tal como reza el poema de Emma Lazarus, «El Nuevo Coloso», al pie de la Estatua de la Libertad en Nueva York: 

Madre de los Exiliados. Desde su mano iluminada

brilla la bienvenida a todo el mundo. Sus ojos mansos

vigilan el puerto y sus puentes y las ciudades que lo enmarcan.

«¡Guardad, tierras antiguas vuestra pompa legendaria!», exclama ella con labios silenciosos.

«Dadme a vuestros fatigados, a vuestros desheredados,

 a vuestras hacinadas muchedumbres que anhelan el respiro de la libertad.

Dadme a los desamparados de vuestras riberas rebosantes.

Enviadme a estos: a los desamparados a los que por la tempestad son azotados.

¡Yo alzo mi antorcha junto a la puerta dorada!»

–Emma Lazarus, El Nuevo Coloso

El autorGonzalo Meza y Jennifer Terranova

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