Vaticano

La esperanza, eje del Jubileo convocado por el Papa para 2025

El Santo Padre ha proclamado en San Pedro la Bula de convocatoria del Jubileo de 2025, como una ocasión “para reavivar la esperanza”, como san Pablo infundía aliento a los cristianos de Roma. El Jubileo ordinario comenzará en Roma el 24 de diciembre de este año, y en las diócesis el domingo 29. Y concluirá en las iglesias particulares el 28 de diciembre de 2025, y en Roma el 6 de enero de 2026, en Epifanía.  

Francisco Otamendi·9 de mayo de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos

El Papa Francisco, en la presentación de la Bula del Jubileo de 2025, en la solemnidad de la Ascensión @OSV

La Bula de convocatoria del Jubileo de 2025 que ha proclamado esta tarde el Papa en la Basílica de San Pedro, en la solemnidad de la Ascensión del Señor, lleva por título “Spes non confundit” (La esperanza no defrauda), palabras de la Carta paulina a los Romanos (5,5).

El Pontífice ha delegado la lectura de párrafos significativos de la Bula del Año Santo de 2025, que los fieles preparan estos meses con un tiempo especial de oración, en Mons. Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, y decano del Colegio de Protonotarios Apostólicos.

Al concluir la lectura, el Papa Francisco ha entregado simbólicamente un ejemplar de la Bula a los arciprestes de las basílicas romanas, a los Pro-Prefectos del Dicasterio para la Evangelización, monseñor Fisiquella y cardenal Tagle, y al secretario del mismo dicasterio, mosneñor.Nwachukwu, secretario del dicasterio, en representación de todos los Obispos de África, y a los Prefectos de los Dicasterios para las Iglesias Orientales y para los Obispos, 

Peregrinos de esperanza

“Spes non confundit”, “la esperanza no defrauda”. “Bajo el signo de la esperanza el apóstol Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma. La esperanza también constituye el mensaje central del próximo Jubileo, que según una antigua tradición el Papa convoca cada veinticinco años”, comienza el texto de la Bula fechada por el Papa Francisco en San Juan de Letrán, el 9 de mayo de 2024, solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, duodécimo del Pontificado. 

Pienso en todos los peregrinos de esperanza que llegarán a Roma para vivir el Año Santo y en cuantos, no pudiendo venir a la ciudad de los apóstoles Pedro y Pablo, lo celebrarán en las Iglesias particulares”, ha señalado. “Que pueda ser para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, “puerta” de salvación (cf. Jn 10,7.9); con Él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como “nuestra esperanza” (1 Tm 1,1)”. 

Acontecimientos precedentes

El Papa afirma enseguida que “el Año Santo 2025 está en continuidad con los acontecimientos de gracia precedentes. En el último Jubileo ordinario se cruzó el umbral de los dos mil años del nacimiento de Jesucristo. Luego, el 13 de marzo de 2015, convoqué un Jubileo extraordinario con la finalidad de manifestar y facilitar el encuentro con el “Rostro de la misericordia” de Dios , anuncio central del Evangelio para todas las personas de todos los tiempos”. 

Nuevo Jubileo: itinerario marcado por grandes etapas

“Ahora ha llegado el momento de un nuevo Jubileo, para abrir de par en par la Puerta Santa una vez más y ofrecer la experiencia viva del amor de Dios, que suscita en el corazón la esperanza cierta de la salvación en Cristo. 

Al mismo tiempo, este Año Santo orientará el camino hacia otro aniversario fundamental para todos los cristianos: en el 2033 se celebrarán los dos mil años de la Redención realizada por medio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús”, señala el Pontífice,

Apertura de Puertas Santas: 7 fechas clave

“Nos encontramos así frente a un itinerario marcado por grandes etapas, en las que la gracia de Dios precede y acompaña al pueblo que camina entusiasta en la fe, diligente en la caridad y perseverante en la esperanza”, ha continuado. “Apoyado en esta larga tradición y con la certeza de que este Año jubilar será para toda la Iglesia una intensa experiencia de gracia y de esperanza, dispongo”:

1) que la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se abra a partir del 24 de diciembre del corriente año 2024, dando inicio así al Jubileo ordinario.

2) el domingo sucesivo, 29 de diciembre de 2024, abriré la Puerta Santa de la Catedral de San Juan de Letrán, que el 9 de noviembre de este año celebrará los 1700 años de su dedicación. 

3)  A continuación, el 1 de enero de 2025, solemnidad de Santa María, Madre de Dios, se abrirá la Puerta Santa de la Basílica papal de Santa María la Mayor. 

4) Y, por último, el domingo 5 de enero se abrirá la Puerta Santa de la Basílica papal de San Pablo extramuros. Estas últimas tres Puertas Santas se cerrarán el domingo 28 de diciembre del mismo año”. 

En las diócesis: 29 de diciembre de 2024

5) “Establezco además que el domingo 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos diocesanos celebren la Eucaristía como apertura solemne del Año jubilar, según el Ritual que se preparará para la ocasión. En el caso de la celebración en una iglesia concatedral el obispo podrá ser sustituido por un delegado designado expresamente para ello. 

Que la peregrinación desde una iglesia elegida para la collectio, hacia la catedral, sea el signo del camino de esperanza que, iluminado por la Palabra de Dios, une a los creyentes. Que en ella se lean algunos pasajes del presente Documento y se anuncie al pueblo la indulgencia jubilar, que podrá obtenerse según las prescripciones contenidas en el mismo Ritual para la celebración del Jubileo en las Iglesias particulares. 

6) Durante el Año Santo, que en las Iglesias particulares finalizará el domingo 28 de diciembre de 2025, ha de procurarse que el Pueblo de Dios acoja, con plena participación, tanto el anuncio de esperanza de la gracia de Dios como los signos que atestiguan su eficacia. 

7) El Jubileo ordinario se clausurará con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica papal de San Pedro en el Vaticano el 6 de enero de 2026, Epifanía del Señor. Que la luz de la esperanza cristiana pueda llegar a todas las personas, como mensaje del amor de Dios que se dirige a todos. Y que la Iglesia sea testigo fiel de este anuncio en todas partes del mundo”.

“Para todos ocasión de revivir la esperanza”

Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad”.

“Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar sus razones. Dejémonos conducir por lo que el apóstol Pablo escribió precisamente a los cristianos de Roma”, ha manifestado Francisco.

Paz, vida, pobres, presos, migrantes, ancianos, jóvenes, Nicea…

El Papa escribe en la Bula que “además de alcanzar la esperanza que nos da la gracia de Dios, también estamos llamados a redescubrirla en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece. […], Y “los signos de los tiempos, que contienen el anhelo del corazón humano, necesitado de la presencia salvífica de Dios, requieren ser transformados en signos de esperanza”. 

Algunos signos de esperanza que detalla el Santo Padre en la Bula del Jubileo son la paz para el mundo, la apertura a la vida, la atención a los pobres, a los presos, a los migrantes o a los ancianos, las iniciativas de los jóvenes, o el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea, que “representa una invitación a todas las Iglesias y comunidades eclesiales a seguir avanzando en el camino hacia la unidad visible, a no cansarse de buscar formas adecuadas para corresponder plenamente a la oración de Jesús: “Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”.

El fundamento de nuestra esperanza

En otro momento, el Papa reflexiona sobre el hecho de que “Jesús muerto y resucitado es el centro de nuestra fe”. […] “Cristo murió, fue sepultado, resucitó, se apareció. Por nosotros atravesó el drama de la muerte”, y manifiesta que “la esperanza encuentra en la Madre de Dios su testimonio más alto. En ella vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida”.

Finalmente, el Santo Padre alienta a que nos dejemos “atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean. Que la fuerza de esa esperanza pueda colmar nuestro presente en la espera confiada de la venida de Nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la alabanza y la gloria ahora y por los siglos futuros”.

El autorFrancisco Otamendi

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