“Una reforma en continuidad”. Monseñor Antonio Staglianò elige cuidadosamente estas palabras para comenzar a describir los profundos cambios que el Papa, con la carta en forma de motu proprio Ad theologiam promovendam, ha introducido en los estatutos de la Pontificia Academia de Teología que preside. Una revolución de no poca importancia que incluso supone un cambio de paradigma para la Academia fundada por Clemente XI en 1718.
En una larga conversación mantenida con Omnes, Staglianò señala que, normalmente, cuando se utiliza la expresión “revolución paradigmática” en ciencia, se hace referencia a aquella obra de Thomas Samuel Kuhn titulada La estructura de las revoluciones científicas, en la que el filósofo estadounidense explica cómo en la ciencia se producen trastornos que generan nuevos métodos y una nueva forma de proceder en la propia ciencia.
“Tomamos prestada de Kuhn la idea del paradigma, pero no podemos dejar de leerla dentro de la Iglesia. Al fin y al cabo, la teología es una forma eclesial, no sólo la ciencia, que debe situarse dentro de la Tradición”, afirma Staglianò. La revolución está ahí, pero dentro de la continuidad.
Nueva teología
La construcción de una nueva idea de la teología es la mayor novedad de esta revolución. Monseñor Staglianò la llama Teología sapiencial: “La llamamos así siguiendo las instrucciones del Santo Padre. En esencia, la ciencia teológica debe concebirse cada vez más como sabiduría”.
Y si todo esto es nuevo, añade, “lo es en referencia al contexto que se ha creado desde hace 300 años hasta hoy, es decir, desde la Ilustración y el nacimiento de la ciencia, el conocimiento se ha concebido cada vez más en términos intelectualistas, racionalistas”.
Este prejuicio que la Ilustración ha impuesto a la cultura, según Staglianò, “es un prejuicio que hay que desbaratar, porque si el conocimiento es fruto de la ciencia, entonces la Revelación cristiana no puede considerarse conocimiento, sino que acaba siendo tachada de opinión: porque todo lo que no es conocimiento, el prejuicio ilustrado lo sitúa en el ámbito de la opinión, de la no verdad”.
Un lenguaje nuevo
Aquí, pues, nos encontramos ante una situación incómoda, admite Staglianò: “Por una parte, creyendo en la Revelación de Dios en Jesucristo llegamos a conocer realmente a Dios, pero este conocimiento -que sería la Verdad de Dios- según el planteamiento de la Ilustración no tendría carácter de verdad”.
Por tanto, sostener que la teología es sabiduría significa sobre todo pedir que “se aplique también a la teología aquella indicación que Benedicto XVI hizo a todas las ciencias y a todos los saberes: ampliar los límites de la razón en sentido sapiencial. Esto significa que “la razón debe medirse con toda la experiencia humana”.
El conocimiento procede de la Revelación, del Evangelio. Y la verdadera novedad consiste en “recuperar, en un lenguaje nuevo, lo que la teología siempre fue antes de constituirse como ciencia: a saber, sabiduría”, profundiza Staglianò.
Teología sin fronteras
A una teología que se redescubre a sí misma como sabiduría no se le pueden poner límites ni fronteras. “Y esto -dice Staglianò- por una razón misionera que subyace a la misma fe cristiana. La fe corresponde al Evangelio, y Jesús es el hijo de Dios en carne humana, y por tanto es la salvación y la redención que Dios ha querido para todos”.
De ahí una consecuencia lógica que el Presidente de la Pontificia Academia de Teología resume así: “Si el Evangelio está destinado a todos, entonces todos pueden escuchar el Evangelio: me refiero también a los que pertenecen a otras religiones o incluso a los que no creen.
Todos necesitan ser salvados por Jesucristo y aquí, dice Staglianò, “entra la cuestión del servicio que la teología sapiencial puede hacer a la evangelización de la misma Iglesia católica que, quizás, después de más de 2000 años necesita ser revigorizada. El gran riesgo es que haya perdido el verdadero rostro de Dios”.
Nuevos instrumentos
Entrar en diálogo con estos mundos diversos y distantes es una de las nuevas e importantes prioridades de la Pontificia Academia de Teología. Para ello, los nuevos estatutos prevén nuevas estructuras.
En primer lugar, explica Staglianò, “un Consejo de Estudios Superiores llamado a interactuar con las esferas de la cultura superior, incluida la institucional. Y luego pensamos en cenáculos teológicos con los que relacionar la teología sapiencial con el pueblo para hablar de Dios a través de los temas de la vida, la carne sufriente, las cuestiones políticas y sociales”.
Para hacer todo esto, concluye Staglianò, “nos ayudarán algunas figuras creadas gracias a los nuevos estatutos: la del interlocutor referente. Serán personas o grupos de personas a los que la Pontificia Academia de Teología podrá referirse para abrir espacios de interlocución de amplio alcance”.