Aunque es desgraciadamente habitual asociar a J. R. R. Tolkien con el fenómeno “freak”, lo cierto es que la aproximación de Ignacio Saavedra a la obra del escritor inglés ha sido siempre de la mano de la Academia.
En 1994 asistió a una conferencia sobre Tolkien impartida en la Universidad Complutense por el catedrático de Griego Carlos García Gual, que terminó su exposición obsequiando al auditorio con una grabación de la voz del profesor de Oxford cantando en lengua élfica una de las más de cien canciones que aparecen en “El Señor de los Anillos”. Ahí estuvo la inspiración para que el profesor Saavedra creara años más tarde el grupo de teatro musical Endor Lindë (la música de la Tierra Media)
Siendo estudiante de Periodismo en la Universidad de Navarra, se encontró con la grata sorpresa de que la profesora de Literatura Contemporánea incluía “El Señor de los Anillos” en la lista de lecturas obligatorias, junto a autores como Thomas Mann, Marcel Proust o Franz Kafka. Poco después tuvo la oportunidad de conocer personalmente al profesor de Teología de la misma universidad José Miguel Odero, autor del primer estudio serio sobre Tolkien publicado en España.
Acaba de estrenarse la serie más cara de la televisión, en la que Amazon ha invertido más de 200 millones de euros.
ーNo hay un dato exacto sobre el coste de la serie. Un artículo reciente publicado en The Wall Street Journal lo sitúa en 750 millones de dólares sin incluir la campaña de marketing.
Narra hechos muy anteriores a las famosas sagas de “El hobbit” y “El señor de los anillos”. ¿Cómo está siendo la recepción de esta serie por parte de los seguidores del escritor inglés?
ーEstá habiendo una gran variedad de opiniones sobre la serie entre los seguidores de Tolkien. Para muchos es toda una traición al escritor. El problema es que, al leer opiniones, es difícil saber cuánto hay de crítica ponderada y cuánto de aprovechar la serie para volcar todo el odio acumulado contra Jeff Bezos y su imperio en los últimos años. Y para acabar de complicar las cosas, está la obsesión por parte de mucha gente de ver manifestación de la ideología “woke” por todas partes.
Existe un sector de profundos conocedores de la obra de Tolkien que han decidido no opinar mientras no se haya estrenado un cierto número de capítulos, pero ya han manifestado su agrado por ciertos diálogos que, en su opinión, son un verdadero homenaje a los elementos más profundos y más positivos de la obra de Tolkien.
No olvidemos, por último, que Amazon ha invertido mucho en agasajar a líderes de opinión para intentar que publiquen opiniones favorables a la serie. En lo que todos coinciden es en que la alta inversión luce: decorados deslumbrantes, música arrebatadora y realización cuidada hasta el mínimo detalle para provocar una atracción irresistible en el espectador.
¿Por qué la obra de Tolkien es considerada católica si los personajes no tienen un rito religioso?
ーSería un tema para un congreso entero, pero la cuestión se aclararía bastante si no hubiera tantos católicos que se dedican al trabajo intelectual y que siguen sin haber leído la Carta de San Juan Pablo II a los Artistas. La catolicidad no es que los cuentos tengan una moraleja para que la historia sea un vehículo de catequesis. La catolicidad está en que la Belleza nos lleve a Dios como el único origen posible de una belleza tan inefable. Cuando un artista es tan auténtico como lo era Tolkien, cuando no es un simple juntaletras que se conoce los trucos para convertir un relato en “best-seller” de quiosco, la obra creada refleja todo el mundo interior del artista, incluida la cosmovisión católica si la hubiere.
Se podría decir que Tolkien no pudo evitar que se notara que era católico, pero trató de evitar que el público estableciera cualquier paralelismo entre sus relatos y la Historia de la Salvación. El problema es que hay un sector bastante amplio de público católico que tiene una cierta idea de la Historia Bíblica pero no saben nada de mitología y, por ejemplo, ven en Galadriel un reflejo de Santa María pero no ven un montón de personajes de diversas mitologías que también podrían ser una inspiración para el personaje de Galadriel.
Esa presunta catolicidad se nota en detalles que van mucho más allá de si hay ritos o no. Se nota, por ejemplo, en la concepción de la libertad humana que refleja el comportamiento de los personajes. Se nota en cómo el relato transmite, de un modo mitopoético, que todos estamos obligados a ser muy cuidadosos con la Naturaleza porque la Naturaleza es un don de Dios. Esta idea empieza a ser connatural entre los católicos después de la promulación de la “Laudato Si”, pero era algo revolucionario cuando se publicó “El Señor de los Anillos”.
Los seres espirituales creados por Tolkien en “El Silmarillion”, Valar y los Maiar, ¿hasta qué punto la naturaleza de estos seres está influida por su visión teológica católica?
ーEs difícil saber hasta qué punto, y yo no diría que se trata de seres espirituales, sin más. Son seres dotados de poderes especiales, pero no exactamente espirituales. Es normal que, observando el comportamiento de Gandalf, convertido en protector y guía de Frodo en el cumplimiento de su misión, los creyentes piensen en ángeles o arcángeles, pero ese tipo de seres especialmente poderosos, que usan ese poder al servicio o en contra de los mortales, están tan bien en otras fuentes religiosas, mitológicas y literarias de las que se nutrió Tolkien.
Los elfos ideados por Tolkien no mueren, y consideran la muerte un don. Gandalf le dice a Frodo que no mate a Gollum. Considerando estos dos hechos, ¿qué opinión le merece el sentido de la esperanza de Tolkien?
ーDebo aclarar que los elfos sí mueren, y murieron en la época en que tuvieron que batallar contra las huestes de Morgoth. Se trata de grandes cuestiones, que darían no para una tesis doctoral, sino para varias tesis doctorales. De hecho, una de las últimas tesis doctorales sobre Tolkien defendidas en la Universidad Española está centrada precisamente en esa idea: la muerte como don.
Aquella conversación en que Gandalf alaba la compasión de Bilbo, porque “ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos” ha sido lo que ha provocado que muchos lectores se conviertan en enemigos acérrimos de la pena de muerte. La esperanza es uno de los grandes temas de la obra de Tolkien. No en vano la revista de la Sociedad Tolkien Española se llama ESTEL, palabra de la lengua élfica que significa esperanza.
Se podrían decir muchas cosas sobre cómo es la esperanza en la obra de Tolkien, pero una idea capital es que, en el fondo, no hay tan gran diferencia entre elfos y seres humanos. La esperanza vendría de que los seres humanos tienen el don de la muerte, sí, pero también gozan de una inmortalidad espiritual porque sus obras perviven. Esa pervivencia, en muchos casos, significa estar presentes en las canciones que hablan de los tiempos pasados, que para mí es un modo mítico de expresar que la muerte no es algo definitivo.
El converso Evelyn Waugh vio el Concilio Vaticano II como una traición a la tradición, cosa que quizá también ocurra a muchas personas en otros momentos históricos. ¿Cuál fue la percepción de Tolkien sobre el Concilio?
ーQue se sepa, sólo ha habido por su parte un aspecto que no le gustó del Vaticano II: el retroceso del latín. Hay varios motivos por los que Tolkien tenía un especial aprecio por esta lengua. Uno de ellos es que fue uno de los primeros idiomas que estudió, bajo la guía de su propia madre, que enseñó Griego y Latín a Tolkien y a su hermano, durante una temporada en que no consiguió inscribirlos en ninguna escuela.
Un segundo motivo por el que le dolió lo que ocurrió con el Latín tras el concilio, es que Tolkien estaba convencido de que el Latín era un gran elemento de unidad. Podríamos decir que la irrupción de las lenguas vernáculas en detrimento del Latín fue percibido por Tolkien como una nueva versión de la Torre de Babel. Como buen filólogo, era muy consciente de que un cambio de lenguaje implica un cambio de pensamiento, lo que implica diversidad de interpretaciones de la doctrina y, por tanto, riesgo de desunión.
Lewis y Tolkien, dos grandes de la literatura y con visiones cristianas diferentes.
ーLa relación entre Tolkien y Lewis es un tema apasionante. Como sabe cualquier conocedor de la vida de ambos escritores, tuvo un momento culminante en aquel paseo por esa parte de Magdalen College llamada Addison’s Walk, en la Universidad de Oxford. Tolkien supo utilizar la pasión compartida por ambos, el amor a la mitología, como vehículo para mostrar a Lewis el camino hacia Dios. Es un momento muy bien plasmado en una película reciente, “The Most Reluctant Convert”, sobre la vida de C. S. Lewis.
Pero después sucedieron dos cosas. Por una parte, Lewis prefirió seguir en la Iglesia de Inglaterra en vez de optar por la Católica “Romana” de su amigo y colega universitario. Por otra parte, llevado de su celo apostólico, creó relatos que eran claras alegorías de la fe, algo que a Tolkien le disgustó. También influyó negativamente en su relación de amistad el matrimonio de Lewis con Joy Gresham, que Tolkien no veía con buenos ojos.
¿Tuvo Tolkien alguna relación relevante con otros escritores católicos?
ーEn el círculo de profesores y escritores que solían reunirse en varios pubs de Oxford –los famosos Inklings- estaba también Owen Barfield, cuyo catolicismo es todavía objeto de debate. Se le puede considerar el fundador de los Inklings, lo que ya sería suficiente para considerarlo un hombre decisivo en la vida de Tolkien.
En esas reuniones de los Inklings se empezó a leer “El Señor de los Anillos”. Incluso puede ser que fue ahí cuando Tolkien acabó de convencerse de que el hoy famoso libro era digno de ser publicado. Verlyn Flieger, una de los estudiosas de la obra de Tolkien más reconocidas de nuestros días, ha investigado a fondo la posible influencia de Barfield en la obra de Tolkien y está llegando a conclusiones bastante contundentes. Y no se puede negar que el catolicismo puede haber sido elemento necesario en esa influencia.
Los católicos estamos muy marcados por el comienzo del Evangelio de San Juan, y esa primacía de La Palabra. El Logos es el motor de la obra de Tolkien. No creo que haya ningún caso en que un relato que es pura filología haya acabado siendo tan popular y, sobre todo, tan capaz de cambiar la visión de la vida por parte de sus lectores.