Peter Hahne, protestante, ha estado durante casi 30 años al frente de programas de política en la televisión pública alemana ZDF. Además durante 18 años fue miembro del Consejo de la Iglesia evangélica alemana EKD.
En su necrológica de Benedicto XVI Usted escribió: “Para él, el mayor dolor fue que el catolicismo alemán tomara el camino suicida de la Iglesia evangélica alemana (EKD)”. ¿Qué quiere decir con esto?
—Por decirlo en términos de marketing: si el objetivo es reformar la Iglesia, acercarla de nuevo a la gente, conseguir nuevos fieles; es decir, hacer que la Iglesia vuelva a ser atractiva, entonces hay que tomar como ejemplo a quien lo practica con éxito; así lo haría cualquier empresa.
El catolicismo, sin embargo, toma como ejemplo una empresa en peligro de quiebra, el protestantismo. Todo lo que se reivindica en el Camino Sinodal es un hacer protestante a la Iglesia católica: abolir el celibato, la ordenación de mujeres, etc., todo esto existe ya en la Iglesia protestante. Sin embargo, y a pesar del escándalo de los abusos, todavía hay más cristianos protestantes que abandonan la Iglesia que católicos. El Papa Francisco lo ha dicho: ya tenemos una Iglesia protestante, no necesitamos una segunda.
Ahora bien, la Iglesia no es una empresa…
—Para mí, como cristiano, lo más importante es la dimensión espiritual. El Camino Sinodal parece desarrollarse sin oración, sin Espíritu Santo y también sin evangelización. Si quiero renovar la Iglesia, lo primero que tengo que hacer es rezar y dejar que actúe el Espíritu Santo; después, establecer prioridades a nivel espiritual. Y ¿cuál es el centro de la Iglesia? El culto, en la Iglesia católica la Eucaristía. Por lo que veo, en el Camino Sinodal esta dimensión no parece desempeñar papel alguno; y si lo hace es más bien para maquillar, para dar una superestructura a sus estructuras sociopolíticas, siguiendo el lema: todo es evangelización.
¿Qué debería hacer el Camino Sinodal para que la auténtica evangelización desempeñe en él un papel decisivo?
—Para mí, evangelizar no significa acercar a la gente a una institución, sino a Dios. Y al devolverlos a Dios, naturalmente los devuelvo a la Iglesia, porque no hay cristianismo sin comunidad, sin Iglesia. Y esto lo digo también como cristiano evangélico.
Recomiendo que se lea con atención, por ejemplo, la necrológica de Benedicto XVI escrita por el presidente de la Conferencia Episcopal. Si la necrológica nace del corazón, al decir que Benedicto fue uno de los más grandes maestros de la Iglesia y al mismo tiempo un guía teológico y en el pensamiento espiritual, entonces tendría que detenerme y decir: “Si es tan bueno, lo mejor es adoptar su receta para reformar la Iglesia”. Entonces se puede enterrar el Camino Sinodal.
¿Cómo cree que sería ese Camino Sinodal según el Papa Benedicto?
—Durante su visita a Baviera, el Papa Benedicto pronunció una homilía a sacerdotes en la catedral de Freising. Todos los católicos deberían leer este discurso. Trataba de la cuestión de cuál es nuestra tarea como sacerdotes, pero también en general como cristianos, en este mundo. Dejó a un lado el discurso preparado con la maravillosa observación de que podía leerse en letra impresa. Durante 14 minutos, pronunció un discurso libre y desde el corazón sin hablar nada sobre política o el clima, sino que estaba centrado en Jesús. Si uno hiciera de este discurso la norma para la reforma en la Iglesia de hoy, tendría garantizado su éxito, aunque en lo espiritual no hay ninguna garantía. Para mí, este es el camino correcto.
En Friburgo, Benedicto habló de la desmundanización; sin embargo, el Camino Sinodal representa una mundanización. Siempre es sospechoso que “el mundo” aplauda a la Iglesia, y hoy se tiene la impresión de que los obispos buscan el aplauso; que se les quiera, que se les aclame. Y no se dan cuenta de la trampa en la que están cayendo. El obispo luterano bávaro Hermann Bezzel dijo en una ocasión: “La Iglesia perece por culpa de siervos que no tienen vocación”. Para mí, esa es la clave. Hoy tenemos en los púlpitos demasiados políticos frustrados.
El Camino Sinodal se creó a raíz del escándalo de los abusos. Pero ¿tiene realmente algo que ver con combatir los abusos?
—Aquí se utilizan unos desmanes como pretexto para hacer una revolución en la Iglesia. Lo que se está tratando en el Camino Sinodal no tiene nada que ver con el escándalo de los abusos. Si fuera así, eso significaría que tales escándalos no se habrían cometido en la Iglesia evangélica, porque allí los pastores están casados. Sin embargo, en la Iglesia protestante ocurre exactamente lo mismo, aunque no a tanta escala. Un hombre que sea pedófilo puede casarse mil veces, pero seguirá abusando de niños.