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Nadia Coppa: «Debemos reflexionar sobre la nueva forma de presentar la vida consagrada de la mujer»

Entrevistamos a Nadia Coppa, recientemente nombrada Presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).

Federico Piana·13 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos
Nadia Coppa

Foto: Nadia Coppa trabajando entre los más necesitados.

Traducción del artículo al inglés

La identidad de las organizaciones pertenecientes a la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) es más global que nunca. Mil novecientas congregaciones femeninas de derecho diocesano y pontificio distribuidas en todos los continentes: desde Europa hasta Asia, desde las Américas hasta Oceanía.

Desde el pasado mes de mayo, la red mundial de hermanas tiene una nueva presidenta: Nadia Coppa, que pertenece al instituto religioso de las Adoratrices de Cristo. “Mi elección -afirma- fue una sorpresa. Pero desde el principio me puse al servicio de los objetivos de la UISG. Por ejemplo, favorecer la conexión entre las diversas congregaciones, compartir una visión común de la vida consagrada en diferentes contextos interculturales y promover procesos de formación y promoción de la vida». 

Estas metas no las perseguirá sola, sino con compartiendo el esfuerzo con un buen equipo. «Me apoyará un consejo ejecutivo de mujeres que tienen una rica experiencia misionera y eclesial y eso me anima a ponerme en un actitud de escucha, apertura y disponibilidad”, añade la monja.

¿Cuáles son los desafíos para la UISG que ve en el horizonte?

– En primer lugar, continuar desarrollando redes entre las congregaciones. El proceso lleva tiempo en marcha pero, durante nuestra última asamblea plenaria, sentimos el deseo de fortalecerlo en los procesos de formación y en el intercambio de ideas y proyectos, especialmente a favor de los más vulnerables. Otro reto es la mayor visibilidad de las mujeres consagradas en la Iglesia, con participación también en las mesas de decisión. Este resultado sería el signo de una Iglesia que amplía su visión al compartir los carismas. Y luego están los nuevos desafíos que vienen de un mundo dividido y globalizado en el que nuestra presencia es ciertamente una presencia de comunión, de escucha y de promoción del cuidado y protección de la vida. Es un horizonte verdaderamente fascinante.

Con respecto al papel de la mujer en la Iglesia, ¿qué contribución concreta puede hacer la UISG?

– Debe fomentarse la reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia. La UISG opera en un contexto cultural diferente en cada nación. Para ello, necesita crear conciencia sobre el valor de la dignidad de la mujer y explicar cómo las mujeres promueven la transformación del mundo y de la Iglesia. Las propuestas del Papa Francisco con respecto a la participación de la mujer en la vida eclesial fueron verdaderamente significativas. Debemos continuar en este proceso con espíritu de acogida, diálogo y discernimiento común.

¿Hay alguna parte del mundo que actualmente te llame más la atención?

– Mi atención, y la de la UISG, se concentra actualmente en las congregaciones religiosas de mujeres que están presentes en Ucrania, en Rusia y en los países del Este, para brindarles apoyo a través de una solidaridad concreta. Hoy, la presencia de nuestras hermanas en estos territorios es profética, porque comparten su vida con las personas que están allí en un momento de gran incertidumbre. Nuestra mirada se dirige también a las naciones africanas que viven dimensiones eclesiales todavía necesitadas de un espíritu sinodal.

Entonces, ¿una de las dimensiones de su gobierno es la de escuchar?

– Así es. Junto con el consejo de gobierno de la UISG, debemos comenzar a reunirnos para elaborar una visión común a la luz de los procesos que se han dado en los últimos años. La escucha es la actitud fundamental para responder al grito de los pobres y de la tierra.

¿Qué contribución está haciendo la UISG al camino sinodal?

– Se han dado pasos significativos hasta ahora. La UISG ha colaborado con la Unión de Superiores Generales (Usg) garantizando, en la Santa Sede, la participación activa en los momentos de compartir. Y queremos seguir fomentando momentos similares entre las diversas congregaciones caminando y pensando juntos.

¿Hubo una reflexión colectiva sobre el problema de la falta de vocaciones que más afecta a los países occidentales?

– El número de vocaciones y la elevación del promedio de edad de las hermanas dentro de nuestras congregaciones son dos elementos de vulnerabilidad que discutimos en la última asamblea plenaria. Al mismo tiempo, sin embargo, tenemos mucha confianza en que las nuevas vocaciones. Aunque pequeñas en número, tienen un alto grado de motivación: están disponibles para la misión y para vivir radicalmente el Evangelio. Es cierto, sin embargo, que debemos reflexionar sobre los nuevos paradigmas de vida comunitaria y sobre una nueva forma de presentar la vida consagrada de la mujer.

El autorFederico Piana

 Periodista. Trabaja en Radio Vaticana y colabora con L'Osservatore Romano.

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