La Coordinadora de los obispos para la Tierra Santa (Holy Land Coordination) ha tenido este año su encuentro anual en tierras jordanas en enero. El arzobispo Joan Enric Vives Sicilia lleva ya años participando en la Coordinadora en nombre de la Conferencia Episcopal Española (CEE), y asegura que se ha creado un vínculo de amistad con la mayoría de obispos participantes y con los de Tierra Santa.
En el encuentro han participado obispos representantes de las conferencias episcopales de Canadá, Estados Unidos, Inglaterra y Gales, Francia, Alemania, Irlanda, Escocia, Italia, España, países nórdicos, Sudáfrica, Suiza, Albania, Eslovaquia, y la iglesia anglicana, además de delegados del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y de la Comisión de las Conferencias Episcopales de Europa (COMECE), y responsables de comunicación de las conferencias episcopales y de organizaciones católicas relacionadas con Tierra Santa.
Como señaló Papa Francisco durante su visita a Jordania en 2014: “Las comunidades cristianas (…) presentes en este país desde los tiempos apostólicos contribuyen al bien común de la sociedad de la que forman parte plenamente”. En efecto, los obispos han escuchado “el importante papel que juegan los cristianos en la construcción de puentes de esperanza entre comunidades”, y alientan “a los peregrinos de nuestros diferentes países a venir y encontrarse con estas comunidades cristianas, y a visitar los importantes lugares sagrados de Jordania”.
Omnes ha conversado con el arzobispo Joan Enric Vives, quien destaca el “amor hospitalario” de los jordanos para con los refugiados de otros países.
Ustedes afirman haber sido testigos de los esfuerzos de personas inspiradas en el Evangelio para defender la dignidad y los derechos humanos. Por ejemplo, en el apoyo a los que huyen de la violencia en Irak, Siria y Yemen. ¿Puede ampliar esta idea?
–Jordania fue generosa con los refugiados palestinos después de la guerra con Israel y lo ha sido después con los iraquíes y los sirios, así como con otros pueblos de Medio Oriente que allí se han visto desplazados. No sé si en Occidente somos conscientes del enorme esfuerzo de amor hospitalario que esto supone, y de la inestabilidad y a veces persecución que perdura en los países vecinos.
¿Cuál es la finalidad de estos encuentros de obispos en Tierra Santa? En su caso, ¿podría transmitirnos alguna huella principal que han dejado en su corazón estas reuniones, y en particular la de este año en Jordania?
–Hablamos de las cinco “pes”: plegaria, peregrinación, presión, presencia y alguien ha añadido este año, permanencia. Y al explicarlo decimos que vamos a Tierra Santa en espíritu de comunión con los cristianos que allí viven y sufren, rezando y celebrando la Eucaristía con ellos, cosa muy apreciada y que nos refuerza mutuamente.
El espíritu es de peregrinos que aprendemos de los Santos Lugares y nos dejamos llenar por la gracia de la peregrinación a Tierra Santa que, según expresión feliz de Benedicto XVI, es “el quinto Evangelio” que revela a Jesucristo. Buscamos “presionar” a las autoridades y responsables políticos de los Estados implicados y a la vez a nuestras propias sociedades y autoridades políticas para que contribuyan a la paz y a la reconciliación de los pueblos y las religiones allí presentes.
Se trata de estar presentes y conocer emotivamente la realidad de la Tierra Santa, para que los cristianos se sientan alentados y acompañados en la presencia que realizan siendo las “piedras vivas” de la Tierra Santa. Finalmente, también es importante que ellos perseveren en su fe y su testimonio fiel allí y los cristianos del mundo también, a su lado, ayudándoles y viviendo la comunión real con todos ellos.
En Jordania tuvo lugar el bautismo del Señor y el inicio de su ministerio. ¿Cómo han visto a las comunidades cristianas allí? ¿Cómo podemos alentarles en sus dificultades, y aprender en todo caso de ellos?
–Son comunidades fervorosas y unidas, que no temen dar testimonio de su fe, y al mismo tiempo son creativas y fieles a su patria jordana, a la que aportan igual que otras comunidades. Hay unidad en el país y la dinastía hachemita en el trono goza de la estima de la sociedad jordana. Podemos aprender el sentido de convivencia interreligiosa y la generosidad en el cuidado de los que sufren.
Hablemos de la paz. En su comunicado final, se han referido a la Familia Real Hachemita como pacificadora y promotora del diálogo interreligioso, y al respeto por la dignidad humana en Jordania, en contraste con crecientes violaciones contra esta dignidad en otras partes de Tierra Santa. La Coordinadora ha alentado a un proceso de paz…
–La Coordinadora no tiene una misión política, pero en Oriente Medio todo se entrecruza. En Jordania hay estabilidad y respeto por las minorías para crear una sociedad unida. Si miramos al otro lado del Jordán, en Israel y Palestina, los obispos defendemos la posición internacionalmente defendida: dos Estados, Israel y Palestina, reconocidos y viviendo en paz, con fronteras estables y un estatuto para la ciudad santa para las tres grandes religiones: judaísmo, cristianismo e islam. Pero se ve difícil de obtener por la inestabilidad y el desprecio por los derechos humanos.
En estos encuentros participan obispos representantes de numerosas conferencias episcopales, y también responsables de comunicación de estas conferencias y de organizaciones católicas que trabajan y colaboran en Tierra Santa. ¿Qué papel pueden jugar en relación a Tierra Santa los medios informativos?
–Si no logramos comunicar lo que allí hemos vivido y la situación de los cristianos en los diversos países de la Tierra Santa no lograremos un elemento esencial para la Coordinadora. Aquí radica la importancia de los medios de comunicación, que deben superar ciertos clichés informativos. Hay que afinar la comunicación de lo que allí ocurre y aportar informaciones verdaderas y con criterios de precisión, oportunidad, relevancia y comprensibilidad. Vivir la comunión nos exige estar vigilantes a lo que en aquellas tierras ocurre.
Algún mensaje de aliento que desee lanzar ahora que ha vuelto de Tierra Santa.
–Agradecer a las comunidades cristianas su tenacidad al largo de una historia gloriosa y martirial por permanecer en la Tierra Santa y guardar los lugares santos y relevantes de las Sagradas Escrituras para todos los cristianos.