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Marcelino Manzano: “Casi la mitad de nuestros seminaristas procede del mundo de las hermandades”

En esta entrevista, el Delegado Diocesano de Hermandades y Cofradías de la Archidióceis de Sevilla, Marcelino Manzano, subraya cómo "las hermandades vienen siendo un valioso instrumento de fe y evangelización, siempre fieles a lo que les ha ido demandando la Iglesia".

Maria José Atienza·26 de febrero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos
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Marcelino Manzano lleva casi 10 años al frente de la Delegación de Hermandades y Cofradías de Sevilla. Este sacerdote, ordenado en 2001, tiene el encargo de velar, entre otras cosas, porque las hermandades y cofradías «vivan su identidad eclesial, y sus miembros crezcan en la santificación personal, se formen adecuadamente en la doctrina de la fe y sirvan a los pobres, posibilitando el  anuncio de Jesucristo, especialmente a los alejados, y construyendo una cultura de la vida».

Sólo la ciudad de Sevilla cuenta con más de medio centenar de Hermandades de pasión, las más conocidas por el público en general, que realizan su estación de penitencia durante los días de Semana Santa y que se multiplican por 10 en toda la Archidiócesis aglutinando a más de medio millón de fieles, hermanos de estas Hermandades y Cofradías.

Son «el dique de contención» de la secularización, como la han denominado diversos obispos. Gracias a ellas, la vida sacramental sigue estando presente en gran parte de España y, especialmente, de Andalucía.

En esta entrevista con Omnes, Manzano destaca, entre otros aspectos, la necesidad de «seguir trabajando en la formación de los hermanos» y «aprovechar el lenguaje de las cofradías, por el que Dios toca los corazones, para que los cofrades vivan el Evangelio».

¿Cómo alentar el compromiso cristiano y la vida de fe a través de las Hermandades y Cofradías?

– En honor a la verdad, cuando me hago presente en las diversas hermandades de nuestra archidiócesis (unas 700), veo una nutrida presencia de hermanos y hermanas.

Desde luego, en las procesiones la participación es multitudinaria, pero en los actos de culto y piedad (Misas, celebraciones de la Palabra, actos de oración y veneración a las imágenes) y en otros eventos, la participación también es muy alta.

Nuestro reto pastoral en las hermandades es, efectivamente, ir pasando cada vez más de una fe de presencia a una fe de hondo compromiso cristiano.

Las hermandades de Sevilla tienen un gran compromiso caritativo y formativo, pero debemos seguir creciendo en una conversión personal de la fe, de manera que la vivencia del misterio de Cristo, que se realiza con tanta emotividad e intensidad, conlleve una creciente vida evangélica y profética. Para ello debemos seguir trabajando en la formación de los hermanos, empezando por sus responsables, las Juntas de Gobierno, y a partir de ahí los demás que se acercan a la hermandad y cuyo compromiso, sin ser tan constante, también es significado.

¿Cree que la Iglesia aprecia realmente la piedad popular y sus manifestaciones?

– Personalmente, pienso que la Iglesia ha recuperado el aprecio por el valor eclesial de la piedad popular, impulsado por al papa Francisco, que en «Evangelii Gaudium» le dedica una parte importante. Casi la mitad de nuestros seminaristas, por ejemplo, proviene del mundo de las hermandades, lo cual me parece un dato a tener muy en cuenta.

Tocamos aquí uno de los temas básicos y al mismo tiempo más difíciles de las Hermandades: la formación cristiana sólida y real de sus miembros, ¿Cómo se puede abordar un tema que, puede parecer casi imposible?

– No creo que el tema de la formación sea casi imposible. En Sevilla y en otras diócesis de Andalucía se vienen dando pasos grandes en este sentido, aunque es cierto que queda tarea por hacer. Lo importante es perseverar y nunca rendirse.

Creo que hay una doble manera de abordarlo: por un lado, la necesidad de acreditar una formación mínima para acceder a un cargo de junta de gobierno, ofreciendo diversos medios (institutos teológicos, escuelas de catequesis, escuelas específicas de formación para juntas de gobierno, etc.).

Por otro lado, enmarcar la formación de los demás hermanos como parte integrante de la vida de la hermandad, no como algo anexo, ofreciéndolo a jóvenes y adultos como una oportunidad de crecer en el amor a Cristo y a María junto a las demás actividades que se realicen.

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Nazarenos y costaleros durante una procesión en Sevilla ©Feliú Fotógrafo

En este sentido ¿Quien tiene la responsabilidad: la cofradía, los hermanos, los directores espirituales, el responsable episcopal en último caso?

– La responsabilidad es, ante todo, del director espiritual y del hermano mayor en el caso de los hermanos. En el caso de la formación para juntas de gobierno, la responsabilidad es de la diócesis.

Si de algo pueden «presumir» las HHyCC es de su poder «movilizador» de los jóvenes. ¿No existe el peligro quedarse en una vivencia estética, superficial de la pertenencia a una Hermandad?

– Mi experiencia es que cuando los sacerdotes nos hacemos cercanos y acompañamos a las hermandades, y les proponemos una vida espiritual que acoja el rico lenguaje de las cofradías, aprovechando sus elementos, se produce una honda experiencia de Dios, y vuelvo a remitirme a las vocaciones sacerdotales que surgen las hermandades en nuestra archidiócesis.

¿Cómo aprovechar ese potencial para la renovación real de la vida pastoral de la Iglesia en todos sus ámbitos: desde parroquial a la vida religiosa o vocacional?

– La Delegación Diocesana de Pastoral Vocacional también se hace muy presente en las hermandades, aprovechando días de culto o de oración, y convocando a los jóvenes cofrades a celebraciones vocacional.

Me parece clave aprovechar el lenguaje de las cofradías, por el que Dios toca los corazones, para que los cofrades vivan el Evangelio y se conviertan a su vez en portadores de la Palabra y evangelizadores.

¿No le parece que, en ocasiones, desaprovecha la fuerza integradora y evangelizadora en el “primer anuncio” de la piedad popular?

– Ciertamente, puede haber recelos frente a la piedad popular, que además sigue necesitando de conversión, pero estoy de acuerdo en que es una vía para el primer anuncio. Es la via pulchritudinis, la vía de la belleza, a la que se une la vía de la emoción, del corazón, del sentimiento, que en muchas ocasiones es el lenguaje de los sencillos.

No olvidemos lo que dice Jesús: “Te doy gracias, Padre, porque das a conocer estas cosas a los sencillos de corazón, así te ha parecido bien hacerlo”.

Desde hace siglos, las hermandades vienen siendo un valioso instrumento de fe y evangelización, siempre fieles a lo que les ha ido demandando la Iglesia.

Marcelino ManzanoDelegado Diocesano de Hermandades y Cofradías. Archidiócesis de Sevilla

¿Cuales son los retos de las Hermandades y cofradías en este momento?

– Mejorar en la formación y en la inserción en las comunidades parroquiales. Una apertura que es mutua entre la hermandad y los demás grupos parroquiales.

Crecer en la experiencia personal de Cristo, que acarree una vida moral acorde con el Evangelio magisterio de la Iglesia y en la denuncia profética de las injusticias.

Y, por último, asumir un compromiso evangelizador, del que pueden y deben ser un referente. En nuestra archidiócesis ya estamos teniendo experiencias muy fructíferas en este sentido, y las hermandades se están ilusionando en ser útiles en esta faceta.

Estoy seguro de que el Señor nos va a seguir guiando y acompañando. No en vano, desde hace siglos, las hermandades vienen siendo un valioso instrumento de fe y evangelización, siempre fieles a lo que les ha ido demandando la Iglesia.

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