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Juan Carlos Holguín: «Los fundamentos de la fe podrían ofrecer una vía hacia la resolución de los conflictos presentes»

El ex canciller del Ecuador ha sido uno de los ponentes del simposio Teológico que se desarrolla en Quito con motivo del 53 Congreso Eucarístico Internacional y que pretende reflexionar sobre la intrínseca relación que existe entre Eucaristía y Fraternidad en el contexto de un mundo herido.

Juan Carlos Vasconez·7 de septiembre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
Juan Carlos Holguín

Foto: Juan Carlos Holguín ©Congreso Eucarístico Internacional Quito

Juan Carlos Holguín Maldonado (Quito, 1983) fue designado por el presidente Guillermo Lasso Mendoza, como Ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana en enero de 2022 hasta 2024.

Este empresario es además director y fundador de diversas organizaciones de la sociedad civil, y fue becario de la Fundación Konrad Adenauer enfocando su formación en campos de mecanismos regionales de integración, democracia y gobernabilidad.

Holguín centró la ponencia que ofreció, en el marco del Congreso Eucarístico Internacional que se desarrolla en Quito, en cómo la búsqueda de la fraternidad puede renovar el quehacer político en Ecuador y la importancia que la Consagración al Corazón de Jesús de la nación, en 1874, sigue teniendo en esta renovación

Comencemos hablando de la consagración de Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, un momento histórico significativo. ¿Qué lo inspiró a enfocarse en este tema?

–Para mí, hablar de la consagración de Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María es fundamental, no solo como un hecho histórico, sino como una realidad espiritual que sigue influyendo en nuestro presente. 

La idea de consagrar públicamente el Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús le había sido sugerida al presidente Gabriel García Moreno por el Padre Manuel Proaño, Director Nacional del Apostolado de la Oración. En su respuesta en una de las misivas que cruzaron estos dos personajes históricos, el expresidente, con algunas vacilaciones producto de su sinceridad, le dice: “¿y será el Ecuador una ofrenda digna del Corazón del Hombre-Dios? ¿Reina la justicia en el foro, la paz en las familias, la unidad en los ciudadanos, el fervor en los templos?” y la pregunta que nos debemos hacer hoy es si seguimos siendo dignos de esa consagración.

Y mi respuesta es: definitivamente sí. Pero con algunos matices. 

En su discurso mencionó que Ecuador, a pesar de su rica historia religiosa, sigue enfrentando desafíos importantes. ¿Cómo ve esa tensión entre el pasado de fe y los problemas actuales?

–Exactamente. Hoy en día nos enfrentamos a nuevos retos. La historia nos muestra que hemos atravesado momentos de división y conflicto desde la época de la independencia. Estos problemas no son exclusivos del pasado. Incluso hoy, hay una falta de fraternidad y unidad en el país, tanto en el ámbito político como en el social.

Problemas como la corrupción, la desigualdad, y el aumento de la violencia sugieren que los valores que deberían guiarnos como nación muchas veces se pierden en medio de las luchas por el poder y el interés personal. Esta desconexión entre el ideal religioso y la realidad política y social actual genera una sensación de fractura y una necesidad urgente de reconciliación.

Son los fundamentos de fe los que podrían ofrecer una vía hacia la resolución de los conflictos presentes. Los principios cristianos de fraternidad, justicia y paz, si se aplican con autenticidad en la vida pública y política, podrían ser el motor para superar las divisiones y restaurar la confianza en las instituciones. 

Es un llamado a reavivar ese espíritu de consagración y alinearlo con los esfuerzos actuales por una mayor cohesión social y una política orientada al bien común. Solo cuando el país vuelva a mirar al cielo, como lo hizo en el pasado, podrá encontrar el camino para superar los desafíos actuales con esperanza y unidad.

Usted mencionó que el péndulo político ha dejado de ser tan ideológico como en décadas anteriores. ¿Podría explicarnos más a fondo este fenómeno?

–El péndulo político, especialmente en América Latina, solía estar claramente marcado por ideologías de izquierda o derecha. Hoy en día, ese péndulo es menos ideológico y más pragmático. Los votantes buscan soluciones inmediatas a sus problemas, lo que ha permitido el ascenso de propuestas populistas tanto de izquierda como de derecha. 

Este fenómeno refleja un cambio hacia una política más reactiva, donde el péndulo oscila entre el oficialismo y la oposición, en lugar de entre corrientes ideológicas. Las redes sociales y la pos-verdad han intensificado este proceso, permitiendo la rápida propagación de narrativas simplificadas que alimentan el descontento y la polarización. 

La irrupción de la tecnología ha transformado el escenario político, facilitando la difusión de noticias falsas y el populismo, lo que debilita el debate ideológico serio. En este contexto, el péndulo ya no responde a una lucha de ideas, sino a la búsqueda de soluciones inmediatas, a menudo sin importar el costo a largo plazo en términos de gobernabilidad y estabilidad democrática​.

Finalmente habló de esperanza y mencionó la importancia de la fraternidad como base para edificar una democracia sólida. ¿Qué mensaje daría a los ecuatorianos ante los desafíos actuales?

–A pesar de los desafíos, sigo siendo optimista. Ecuador tiene grandes oportunidades y ventajas comparativas únicas. Nuestra juventud, nuestras riquezas naturales y nuestra historia nos proyectan hacia un futuro lleno de esperanza. 

Yo soy positivo y tengo la esperanza intacta: nuestro país siempre ha mirado al cielo para encontrar su norte. Tenemos ventajas comparativas y competitivas únicas, que nos proyectan al futuro con gran esperanza. La posición ecuatorial y su distancia al sol, nos permiten tener las mejores flores, el mejor cacao o los mejores camarones del mundo. El tener al dólar como moneda, más allá de ser un escudo ante la tentación de los gobernantes de imprimir más moneda, nos permite tener estabilidad y poca inflación. 

La responsabilidad estará en sus políticos y ciudadanos, quienes debemos, necesariamente, estar convencidos de que la democracia solo se edifica sobre la concordia, el consenso y la fraternidad. De hecho, este será un reto del mundo actual, lleno de guerras y con muchos desafíos. 

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