Iniciativas

Marco Carroggio: “Ahora fomentamos la sensibilidad comunicativa de los fieles porque en la Iglesia todos somos ‘portavoces’”

Más de medio millar de comunicadores de todo el mundo se dan cita, en los próximos días, en la XIV edición del Seminario Profesional para Oficinas de Comunicación de la Iglesia en Roma.

Maria José Atienza·17 de enero de 2025·Tiempo de lectura: 6 minutos

Hace ya 25 años, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma puso en marcha el Seminario Profesional para Oficinas de Comunicación de la Iglesia. Desde entonces, estos encuentros se han convertido en uno de los congresos más importantes del mundo en el ámbito de la comunicación de la Iglesia y que, en esta edición, que se une además al Jubileo de los Comunicadores, contará con ponentes de la talla de R. J. Snell, Joost Joustra o Fabio Rosini.

Marco Carroggio y Gema Bellido son dos de los miembros de su comité organizativo y han querido compartir con Omnes la previa a un congreso que este año centra su mirada en los contextos, actitudes y experiencias relacionados con la comunicación evangelizadora.

Tras 13 ediciones del Seminario Profesional para Oficinas de Comunicación de la Iglesia. ¿Cuál es el balance que hacen de estos encuentros?

–Marco Carroggio [M.C.]: Muchos participantes nos comentan que se ha consolidado como punto de encuentro de comunicadores de la Iglesia. En la primera edición éramos 40 asistentes, en ésta seremos más de 600, de todo el mundo y de los más diversos carismas eclesiales. La sinergia entre profesionales de un sector tan específico (responsables de comunicación de diócesis, conferencias episcopales, institutos religiosos, movimientos, asociaciones eclesiales, etc.) genera dinámicas positivas: se comparten retos, experiencias, soluciones y propuestas prácticas que no es fácil intercambiar en otros contextos. 

Diría que lo mejor de estos 25 años de seminarios han sido sus participantes y todos los proyectos e ideas surgidos en sus interacciones. Por nuestra parte, desde la Universidad de la Santa Croce hemos procurado ofrecer un programa variado que reúna momentos de inspiración y encuentros de tipo práctico, haciendo puente entre el mundo académico y el profesional, poniendo el acento en los proyectos afirmativos de comunicación de la fe, pero sin eludir los retos y dificultades de la Iglesia en cada momento.

¿Cuáles son los aspectos de la comunicación de la Iglesia que más han cambiado  desde que comenzaron estos seminarios, hace 25 años? 

–[M.C.]: Un cambio fundamental ha sido pasar de un paradigma comunicativo “broadcast” (de uno a muchos) al paradigma digital, más participativo y abierto: todos dialogamos con todos. Hace 25 años la comunicación institucional de la Iglesia estaba primordialmente centrada en los medios de comunicación; hoy -sin quitar importancia a los medios- se llega mejor a las personas, de un modo más desintermediado, informal y directo. 

Marco Carroggio

Junto a sus retos, este cambio tecnológico abre horizontes amplios a la comunicación de la fe. A modo de ejemplo, tres casos que veremos en este seminario son el de Hallow, una app de espiritualidad con la que rezan todos los días varios millones de usuarios; el caso de los Alpha Course, una iniciativa de primer anuncio de la fe que ha alcanzado a 40 millones de personas, y el caso del videocast del youtuber dominico Frère Paul-Adrien con medio millón de seguidores en Francia.

La plataforma digital de la Red Mundial de Oración del Papa lleva las intenciones del Santo Padre a todos los rincones del planeta; una web de recursos espirituales como opusdei.org es aprovechada por 12 millones de usuarios y una serie como The Chosen se ha propagado por el continente digital entre creyentes y no creyentes. 

Son fenómenos que no siempre crean noticia, pero que son significativos en el día a día de millones de personas. Iniciativas similares las encontramos hoy a nivel parroquial, diocesano, nacional e internacional. Eran impensables en el paradigma comunicativo del pasado y ofrecen grandes oportunidades al cristianismo, que es por naturaleza un fenómeno de amistad, de relación, de acogida, de diálogo, de pueblo y no de élite.  

En este marco, otro cambio fundamental tiene que ver con el enfoque de las oficinas de comunicación de la Iglesia: ahora dedicamos más energías que antes a fomentar la sensibilidad comunicativa de los fieles, porque la Iglesia es una casa común, de la que todos somos “portavoces”.  

¿Ha evolucionado la comunicación en la Iglesia al mismo ritmo que sus homólogos civiles y culturales? 

–Gema Bellido [G.B.]: Diría que sí, aunque por supuesto depende de los profesionales y de las instituciones concretas. Como se verá en este seminario, existen iniciativas comunicativas institucionales o personales que están al mismo nivel o un nivel superior de otras muchas en ámbito civil. Queda mucho camino por recorrer, pero creo que en muchos ambientes se están desencadenando procesos para lograr una mayor profesionalización que redunde en bien de los fieles y de todas las personas interesadas en el mensaje de la Iglesia. 

En estos años, en sus seminarios se han abordado temas muy diversos. ¿Cómo leer los “signos de los tiempos” en la comunicación de la Iglesia? ¿Sigue siendo más reactiva que proactiva en la mayoría de los campos?

Gema Bellido

–[G.B.]: En la anterior edición del seminario profesional, en una de las sesiones, se habló de la inteligencia contextual, esa capacidad de recopilar la información del entorno, ser capaz de interpretarla y poder así adecuar la comunicación al público que se tiene delante. Este ejercicio podría ser un buen modo de leer los signos de los tiempos.

Por ejemplo, uno de los ponentes nos hablará de la búsqueda de espiritualidad que existe en el mundo de hoy, que muchas veces deriva hacia el orientalismo y las prácticas de mindfulness: son luces que nos invitan a que la comunicación de la Iglesia, y la Iglesia como tal, sepa ofrecer momentos y espacios de sincera espiritualidad. 

Aunque en algunos contextos la comunicación tiende a ser reactiva, sobre todo cuando se trata de la comunicación de crisis, en muchos otros se han dado pasos para arriesgar con proactividad y ponerse al mismo nivel de los estándares de transparencia, profesionalidad, creatividad, etc., que se aplican en otros ámbitos. Los ejemplos que daba Carroggio en la pregunta anterior se podrían multiplicar.

Centrándonos en esta edición, ¿por qué la elección de un tema tan “amplio” como comunicación y evangelización?

–[M.C.]: Es amplio, pero es central: si nuestra comunicación no refuerza directa o indirectamente la misión de la Iglesia, ¿qué valor tendría? El Jubileo de 2025 nos daba la oportunidad de volver al núcleo de esta actividad, que es a la vez un trabajo profesional y una misión espiritual. 

En el marco del Jubileo, con las directrices del Papa y del Dicasterio de la comunicación, proponemos estos días como momento de renovación. Queremos preguntarnos: ¿Cómo podemos contribuir, desde las oficinas de comunicación de la Iglesia, a hacer presente en la opinión pública la realidad de Dios y su amor por todas las personas? ¿Cómo conseguir que la comunicación de la Iglesia contribuya a llevar a todos los ambientes, especialmente a los más necesitados, la luz del Evangelio? ¿Cómo colaborar a «transmitir esperanza» en un contexto polarizado y a menudo polémico y pesimista?

Una reflexión amplia, al menos de vez en cuando, nos reconecta con lo principal: no ser burócratas de una comunicación fría o aséptica sino comunicadores de la alegría y la esperanza del Evangelio. A veces pienso que nuestra misión tiene mucho que ver con la respuesta del apóstol Felipe a su amigo Natanael: “Ven y verás”. Sin ningún tipo de imposición, deseamos que el mundo vea y conozca lo que nos llena de significado.                                                       

De las ponencias de este año, ¿qué destacaría?

–[M.C.]: La edición de este año tiene algo de mosaico. Al centrarse en la comunicación de la fe, hemos identificado algunas vías más necesarias o que conectan mejor con la mentalidad contemporánea: la vía del testimonio, la vía de la caridad y del servicio, la vía de la razón y de la ciencia, la vía de la cultura y del arte, la vía de la sanación y el perdón, la vía digital, la vía de la espiritualidad y de la alegría, entre otras.  

En la elección de estas vías laten algunas intuiciones sobre la comunicación del Evangelio: que a veces la acción pesa más que las palabras, que el testimonio cristiano suele ser más elocuente que las doctrinas desencarnadas; que no cabe una verdadera comunicación sin atención a las circunstancias de la persona; que hay en el mundo una búsqueda sincera de belleza, de espiritualidad, de pensamiento y de cultura… que la Iglesia puede contribuir a colmar. 

Además de las dos ponencias de marco (como la de Mons. Fisichella o la profesora Anne Gregory, un gran teólogo y una gran académica de la comunicación, respectivamente), muchas otras personas componen este mosaico con referencias explícitas a cada una de esas vías. En la sesión de clausura tendremos con nosotros al pastor anglicano Nicky Gumbel, pionero de los Alpha Course, y un ejemplo notable de cómo los cristianos podemos trabajar juntos en el primer anuncio del Evangelio, de un modo acogedor y abierto a todos.  

¿Cuál ha sido la acogida a este seminario, que culmina además con la participación en el Jubileo de la comunicación?

–[G.B.]: Desde luego, ha superado nuestras expectativas y nos hará reflexionar sobre el futuro del seminario. Desde hace algunos años, algunas instituciones de la Iglesia aprovechan este evento para tener jornadas de trabajo con sus equipos de comunicación.

Acabar el Seminario con el Papa y con tantos otros comunicadores del mundo entero supone una gran alegría y un aliciente fundamental. 

Vivimos en un mundo de historias (y especialmente cortas, “reels”) ¿no tenemos el peligro de una comunicación superficial que no llegue a ser una evangelización real sino a un barniz espiritual?

–[G.B.]: Siempre existe el riesgo de la superficialidad, es algo a lo que tenemos que estar atentos en nuestro trabajo. Sin embargo, también esas historias cortas (tipo reels) pueden ser semillas que luego abran la puerta para un encuentro personal con Jesucristo.

La gracia de Dios no puede contabilizarse ni medirse, y, a menudo, utiliza caminos insospechados para llegar a cada persona. Cada punto de luz importa.

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