Con generosa disponibilidad, el cardenal Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest, recibió a Omnes durante su descanso veraniego en una casa situada en los bosques que rodean el monte Gerecse, no lejos de Esztergom, y levantada en los años 30 por su predecesor el cardenal Serédy.
La conversación se prolonga durante varias horas. El motivo inmediato es el próximo Congreso Eucarístico Internacional de septiembre, con presencia del Santo Padre, pero incluye también temas como la situación de la Iglesia en Hungría, los debates en Europa acerca de los valores cristianos o la figura emblemática del cardenal József Mindszenty.
Publicamos ahora la primera parte de la conversación. Dentro de unos días ofreceremos la segunda parte.
El Papa irá a Budapest el 12 de septiembre, con motivo del Congreso Eucarístico Internacional. ¿Puede comentar los detalles del programa?
Resumiendo el programa a grandes trazos, sabemos que el Papa llegará a primera hora de la mañana del domingo día 12 de septiembre, para clausurar el Congreso Eucarístico Internacional con una Santa Misa en la plaza de los Héroes. Antes, en el Museo de Bellas Artes, se reunirá con el presidente de la República János Áder y con el primer ministro Viktor Orbán.
Luego estará con toda la Conferencia Episcopal. Saludará personalmente a cada uno de los obispos y les dirigirá un discurso. Después se reunirá también con los representantes del Consejo Ecuménico de las Iglesias en Hungría y de las comunidades religiosas judías más importantes. Las menciono en plural, porque el judaísmo está representado en Hungría por diversas corrientes. Están invitados a la Misa también representantes de las restantes comunidades religiosas, que son muy numerosas en Hungría. En cuanto a los representantes ecuménicos, aún no sabemos con precisión cuántos acudirán.
Como sabe, este Congreso habría debido celebrarse en 2020, pero la pandemia obligó a aplazarlo. Ahora puedo destacar la presencia en el Congreso del arzobispo de Quito y de unos diez obispos de Ecuador, donde tendrá lugar el siguiente Congreso en 2024. Les esperamos con afecto.
Programa del Papa en Hungría, domingo 12 de septiembre de 2021
06:00 Salida de Roma hacia Budapest
07:45 Llegada a Budapest y recibimiento oficial
08:45 Encuentro con el presidente de la República y con el primer ministro, en el Museo de Bellas Artes de Budapest
09:15 Reunión con los obispos
10:00 Reunión con los representantes del Consejo Ecuménico de las Iglesias y de algunas comunidades hebreas.
11:30 Santa Misa en la Plaza de los Héroes
14:30 Ceremonia de despedida en el aeropuerto y salida hacia Bratislava
¿Cómo se están preparando los católicos húngaros?
Se están preparando espiritualmente de muchas maneras. Hay varias actividades y convocatorias con fuerza simbólica, algunas de las cuales están incluso unidas de modo personal con el Papa. Me refiero, por ejemplo, al recorrido que está haciendo la Cruz Misionera alrededor de toda la cuenca de los montes Cárpatos, tanto en Hungría como en los países vecinos.
Para los creyentes, húngaros o no húngaros, esta Cruz tiene un importante significado, porque en ella están colocadas reliquias de los santos mártires de nuestra región. El Papa Francisco la bendijo en noviembre de 2017, en el Palacio Apostólico. No fue fácil llevarla hasta allí, porque mide tres metros y veinte centímetros de altura. Está muy bellamente decorada, y llena de simbolismo. Es obra de Csaba Ozsvári, un muy buen artista húngaro, profundamente creyente.
La Cruz está siendo llevada en un itinerario misionero, y allí donde llega se organizan encuentros de oración y charlas sobre la vida de los santos cuyas reliquias lleva engastadas. Entre ellos hay santos muy antiguos, como san Martín de Tours, que nació en Panonia, y otros santos de la época de la cristianización de estas tierras, desde san Adalberto hasta san Esteban, así como los nuevos mártires del siglo XX, que son muchos. Por ejemplo, contiene reliquias de los siete obispos mártires que el Papa Francisco beatificó en Rumanía en 2019, o del beato Zoltán Meszlényi, que fue obispo auxiliar de nuestra archidiócesis, primero con el cardenal Seredy y luego con el cardenal Mindszenty, y murió en la cárcel en 1951; o como la hermana Sára Salkaházi. Esta religiosa fue asesinada a finales de 1944 en la orilla del Danubio, por haber escondido a un grupo de mujeres judías en su convento de Budapest, junto con las personas a las que había ayudado.
La Cruz Misionera tiene un importante significado, porque en ella están colocadas reliquias de los santos mártires de nuestra región.
Cardenal Péter ErdőArzobispo de Esztergom-Budapest
En la medida en que se conservan algunas -lo que no es fácil en el caso en algunos de los mártires modernos-, las reliquias de todas esas personas están en esa Cruz. Como referencia para la misión, por tanto, es muy importante.
Hace no mucho estuve en Zreñanin, en Serbia, donde la Cruz fue expuesta en la catedral; y más recientemente en Bácsfa-Szentantal, un lugar de Eslovaquia donde se celebraba una reunión festiva de húngaros residentes allí, donde también estaba la Cruz. Había algunos ordenadores a disposición de los asistentes para inscribirse en el Congreso Eucarístico, y se notaba el interés.
La visita del Papa es para Hungría “una señal de esperanza”, ha dicho Usted. ¿En qué sentido?
Durante el último año y medio ha sido imposible celebrar grandes reuniones religiosas. El hecho de que ahora ya tengamos la oportunidad de asistir en gran número a la celebración eucarística durante el Congreso, es por sí mismo una gran fiesta.
Los fieles ya tienen hambre de Eucaristía. Lo hemos visto de varios modos. Gracias a Dios, cuando en junio de este año ordené en Esztergom a nuevos sacerdotes y diáconos, la basílica estaba llena. Eso significa que la gente quiere celebrar juntos. Perciben bien la diferencia entre una Misa retransmitida online y la participación real en la Misa. Naturalmente, durante la pandemia estudiamos bien la posibilidad de las retransmisiones telemáticas, y casi todas las parroquias las han organizado, pero ahora que podemos ir de nuevo libremente a Misa recomendamos que ya no se retransmitan tanto las Misas como otros programas religiosos.
No obstante, hemos aprendido mucho sobre este punto.
El hecho de que ya tengamos la oportunidad de asistir en gran número a la celebración eucarística durante el Congreso es por sí mismo una gran fiesta. Los fieles ya tienen hambre de Eucaristía.
Cardenal Péter ErdőArzobispo de Esztergom-Budapest
Ya en 1938 tuvo lugar en Budapest un Congreso Eucarístico…
Aquel Congreso Eucarístico Internacional de 1938 fue un evento dramático. Hemos conservado el himno del Congreso, un canto que llegó a ser muy conocido y se cantaba en todas las iglesias. En 2019, en la Misa con el Papa en Mercurea Ciuc (Csíksomlyó, en Rumanía), una multitud de cientos de miles de personas lo cantó durante la Misa; se sabían de memoria todas las estofas del texto. Es decir, su recuerdo había permanecido en la comunidad creyente.
¿Cuál era la gran fuerza aquel año? La última frase del himno, que era una oración para que Dios uniera en la paz a todos los pueblos y naciones de la tierra. Y eso era ya en vísperas de la segunda guerra mundial. Tanto que desde Alemania y Austria no pudieron venir, porque Hitler prohibió expresamente la participación. Los húngaros sabían que muchos católicos hubieran querido venir pero no podían. La Iglesia católica tiene su propia identidad, claramente visible más allá de los nacionalismos. La centralidad de la Eucaristía quedaba muy destacada, y se podía contar con la simpatía y una cierta participación de los demás cristianos del país. En ese sentido, el Congreso de 1938 fue un evento unificador.
El lema del Congreso de septiembre está tomado del Salmo 87, “Todas mis fuentes están en ti”. ¿Qué indica?
El salmo 87 apunta a la centralidad de la Eucaristía. El Concilio Vaticano II subrayó que la liturgia en general, y principalmente la Eucaristía, es “fons et culmen”, fuente y cumbre de la misión de la Iglesia y de toda la vida cristiana.
El canto del salmo 87 habla sobre Jerusalén. Cuando un cristiano lee ese texto, piensa sin duda en la Jerusalén celestial, de modo que todo el texto adopta un sentido escatológico. También dice textualmente que todos los pueblos confluirán allí, incluso los que son enemigos entre ellos. Todos dirán: “Nosotros también hemos nacido allí”, y llenos de alegría cantarán y bailarán juntos, proclamando: “Todas mis fuentes están en ti”. Es decir, la gracia divina, la Eucaristía, es fuente de vida y de reconciliación para todos los pueblos. En este sentido, la cita del salmo 87 tiene un sentido de actualidad y un sentido escatológico.
¿Y cómo reciben al Papa los no católicos?
Yo diría que positivamente. Lo demuestran muchas cartas que he recibido. Todos quieren que el Papa visite su casa, su iglesia, su evento, en algún lugar del país. Naturalmente no es posible que vaya a todas partes, pero hay interés, y un deseo de encontrarse.
Hablemos de la Hungría que recibe al Papa. Parece que en el país hay una religiosidad práctica, pero también una extendida secularización. ¿Es así?
En las últimas décadas, los obispos de nuestra región hemos reflexionado muchas veces, y entre otras cosas nos hemos planteado la cuestión del modo en que se presenta aquí la secularización. Hemos llegado a la conclusión de que no es tan sólo un fenómeno igual a la secularización de occidente, sino que tiene formas propias. Naturalmente se encontraba aquí también la sociedad del consumo y de la diversión, y un alejamiento del mundo religioso, pero había al mismo tiempo manifestaciones típicas de las épocas comunistas. Esa secularización específica era fuerte en los antiguos países socialistas centroeuropeos, y aún más en la Unión Soviética.
Es un planteamiento humano diferente, muy plano, muy horizontalista, pero sin grandes ideologías. Más que una corriente de pensamiento, lo que condicionaba a muchos era la superficialidad materialista. A ese planteamiento vino a añadirse la posibilidad de consumir, y decayó la ideología oficial estatal marxista-leninista. Los que no tenían una fuerte convicción ideológica personal -puesto que tenerla ha sido siempre un privilegio de pocos- y los que no eran personalmente religiosos, cayeron en un vacío ético e ideológico.
En Hungría la secularización no es igual a la secularización de occidente, sino que tiene formas propias, con manifestaciones típicas de las épocas comunistas. Es un planteamiento humano diferente, muy plano, muy horizontalista, pero sin grandes ideologías. Más que una corriente de pensamiento, lo que condicionaba a muchos era la superficialidad materialista.
Cardenal Péter ErdőArzobispo de Esztergom-Budapest
La consecuencia fue que estas sociedades comenzaron a criminalizarse. Cuando no hay valores y falta una norma interior e incluso las normas exteriores se tambalean, y queremos vivir mejor sobre la base de los bienes materiales, lo intentamos para conseguirlo. En todos estos países la clase política comprendió que debía hacer algo para evitarlo, y con ese objetivo decidió volver a apoyar las tradiciones propias de los diferentes pueblos, entre ellas las tradiciones religiosas. Fue la vuelta a la ortodoxia en Rusia o Rumanía, por ejemplo, o a otras religiones, y a las tradiciones y valores nacionales. Hay que reconocer que los países occidentales y sus medios de comunicación también promovieron con fuerza los sentimientos nacionales en el mundo comunista, porque pensaban que así se debilitaría el internacionalismo comunista.
Después de la caída del comunismo, en cambio, desde occidente empezaron a oírse otras voces que decían: la religión, los valores, las tradiciones culturales… no interesan. No todos los pueblos lo aceptaron igualmente, y hubo dificultades. Pero es claro es que en estos países, sobre todo más hacia el Este, pero también en nuestra región, la religión tenía un significado diferente al que tenía en el mundo occidental.
La sociedad húngara está ahora bastante fuertemente secularizada, aunque quizá menos que en Chequia o en la antigua República Democrática Alemana. Las estadísticas sobre la recepción de los sacramentos recogen hoy datos semejantes a los de mediados de los años ochenta. La gran diferencia es que en la actualidad todas las Iglesias, todas las religiones, son mucho más fuertes institucionalmente. Se les devolvieron diversas instituciones, escuelas, residencias de ancianos, etc. Pero eso exigió mucho trabajo, y significó para nosotros un reto muy importante. A pesar de todos los esfuerzos que hicimos para el bien de las almas, no pudimos conseguir visiblemente (los sus frutos no se pueden medir estadísticamente) mucho más que antes. Fue necesario asumirlos debido a un cambio de estructuras que nosotros no habíamos decidido, sino que estuvo determinado por la política de los diferentes países. En aquella situación, no podíamos desear lo que considerábamos mejor.
No obstante, hemos de continuar trabajando por el mismo objetivo. Entretanto, obviamente, en el marco de la libertad religiosa ha crecido la competencia.